Vientos de guerra
Tal vez no se dice pero se huele en el ambiente. México vive posiblemente uno de los momentos más álgidos de su historia, uno que puede definir mucho del futuro de ésta y de las próximas generaciones. Además de las crisis de seguridad, económica, política, de instituciones y otras con las que estamos lidiando; además del enojo con todos los gobiernos y con los casos de corrupción y de impunidad creciente; además de la polarización que durante años hemos alimentado todos, queriéndolo o no, este año nos encontramos con un gobierno norteamericano abiertamente anti-México, abiertamente proteccionista hacia sus intereses económicos, abiertamente insensible ante temas humanitarios y, por primera vez, al menos para los mexicanos vivos, vemos que no le importa que le vaya mal a México (era común afirmar que Estados Unidos no podía permitir un desplome de su vecino) hoy no lo permite sino que lo impulsa y lo motiva, las medidas tomadas en los primeros días por el nuevo presidente Donald Trump no sólo confirman los temores que generó durante la campaña sino que lo hace de manera grosera y agresiva, su actitud desde la toma de protesta pareció más una declaración de guerra al mundo que una motivación a la unidad. Las guerras no tienen que ser con armas donde gana el más poderoso, Trump plantea una guerra económica, como si fuera una empresa, todo lo que sirva para que gane más dinero adelante, no le importa si genera pobreza, desempleo o deteriora las condiciones del cualquier otro lugar, y eso lo hace desde la posición de presidente del país más rico y más poderoso, sus premisas bordean en la demagogia y las llena de mentiras fácilmente creídas para sus votantes, los norteamericanos con menos escolaridad y afectados por la crisis económica.
El famoso muro que Trump parece decidido a hacer, más que físico es simbólico, ya la frontera está protegida, ya hay muros, ríos, mallas y patrullas, pero insistir en éste muestra su intención de separar dos países que han estado unidos no sólo económica sino socialmente durante siglos. Su decisión —horas después de tomar protesta como presidente— de eliminar la versión en español de la página de la Casa Blanca para consulta de millones de ciudadanos en Estados Unidos es una confirmación, una vez más, de su aversión a la raza hispana aunque tengan la ciudadanía (por cierto el español se habla en territorio de Estados Unidos mucho antes que el inglés). Su manejo de prensa, negando realidades (como la multitud congregada en su toma de protesta o la audiencia de ese acto) con sus ahora famosos “hechos alternativos” o sus afirmaciones sobre el fraude, sin sustento pero justificadas por sus voceros con un “él así lo piensa”, dan muestra de su poco respeto por la libertad de expresión y de prensa.
Nunca antes un presidente norteamericano había generado, desde su llegada, tal movimiento en contra en todo el mundo, las marchas contra él, organizadas por una mayoría femenina, al día siguiente del inicio de su gestión, hacen prever momentos complicados para el planeta y, por lo que hemos visto, eso no le importa porque parece incluso retar a todos, su estilo, como persona y ahora como gobernante, es generar temor, utilizar su poder para intimidar aunque no tenga razón, sus seguidores lo apoyarán y culparán a la prensa o a sus enemigos de no saberlo interpretar, se sabe adorado por sus seguidores y no le importa escuchar a los demás.
Quienes lo defienden alegan que está gobernando para su país y que si eso afecta a los otros países se debe a sus malos gobiernos, esa visión es muy corta, aunque sea verdad (y lo es en muchos casos como el de México), pensar así es mostrar una ausencia total de humanismo, parecen decir “si se mueren ni modo, es culpa de ustedes” “Si aumentan los pobres allá ustedes, nosotros estaremos bien, culpen a sus gobernantes”, etcétera. Con esa mentalidad EU no sería el líder respetado que es hoy; durante años, al presidente de ese país se le consideraba el “líder del mundo libre” y hoy podemos olvidarnos en esa frase de las palabras “libre” porque nada está más peleado con las libertades que cerrar fronteras, limitar a la prensa o perseguir migrantes y de la palabra “mundo” porque hoy es tal vez la persona que genera más aversión en el planeta.
Además del nefasto muro y de los incentivos negativos para sacar a compañías globales de territorio mexicano, amenaza a las ciudades santuario, aquellas ciudades que permiten y no persiguen la presencia de migrantes sin papeles, con cortarles los fondos federales si protegen a seres humanos que migran por necesidad o por violencia en sus países. Afortunadamente hemos visto la reacción de políticos de ese país, de intelectuales, de empresarios, de artistas, de muchos valientes que le ponen cara a un hombre acostumbrado a ganar por la mala.
En fin, México tiene ante sí una coyuntura muy negativa en los próximos meses, años y tal vez en las próximas décadas, con un petróleo casi agotado, con un gobierno desacreditado, con un país polarizado y emproblemado con corrupción e inseguridad. El llamado de unidad no sólo lo hemos hecho quienes tenemos la oportunidad de escribir, lo han hecho políticos, lo han hecho intelectuales, empresarios, líderes sociales y lo ha hecho incluso el principal líder opositor, Andrés Manuel López Obrador llamando a apoyar a Enrique Peña Nieto en este trance; unir a los mexicanos parece una labor imposible pero hay vientos de guerra y no basta tener “dignidad”, olvidémonos un rato de los pleitos rumbo al 2018 y mejor tratemos de llegar ahí con un país en pie, la discusión política y electoral hoy es totalmente bizantina. De ese tamaño es la necesidad de unidad.
Con información de: http://eleconomista.com.mx/