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Urgen a sacar a menores de la prisión

Cd. de México, México, 04 de Enero de 2016.- Los niños que viven en reclusorios junto con sus madres deben dejar la prisión a los 3 años y no a los 6 años como sucede actualmente, explica Saskia Niño de Rivera, presidenta de la organización civil Reinserta.

En las actuales condiciones no está garantizada su integridad ni seguridad social, advirtió.

“Son niños que en su gran mayoría nunca salen de la cárcel hasta que cumplen 6 años. Son sumamente agresivos, con gran estimulación sexual porque tienen que estar con sus madres todo el tiempo incluyendo las visitas conyugales.

“Les cuesta mucho trabajo socializar y tienen rezago en el desarrollo porque sólo el 38 por ciento va de forma cotidiana al CENDI”, explicó la presidenta de Reinserta.

El organismo presentó hace unas semanas el “Anuario de los Niños Invisibles 2015” que exhibe lo que 120 niños, hijos de mujeres en reclusión, viven en el penal de Santa Martha.

El material incluye dibujos y testimonios de los pequeños.

“Es un niño. Soy yo. Son monstruos con dos cabezas. Es una cabeza con otra cabeza porque me voy a dibujar a mí mismo gordito”, así explicó Rodrigo de 3 años 8 meses, el dibujo que hizo sobre lo que se siente vivir en la cárcel.

Para Luz María Peniche, psicoanalista con más de 20 años trabajando con niños, Rodrigo expresa con su dibujo que se percibe a sí mismo como un ser inadecuado, lleno de agresión y con mucho miedo a los demás, por eso quiere ser un monstruo, para que nadie lo lastime.

El dibujo de Bea, de 5 años 4 meses, es una figura humana que en la cabeza tiene unos cuantos pelos en forma de picos y en el cuerpo tiene un par de puntos a modo de tetillas y una mancha en el lugar de los genitales.

La psicoanalista señala que los trazos de la pequeña muestran un nivel de agresión importante hacia los demás, está sobreestimulada sexualmente o padece algún trauma sexual, además de que ha sido testigo de violencia hacia la mujer.

“No se siente digna de que alguien la quiera; tiene carencias afectivas y de estructura muy importantes”, detalla Peniche.

Para la especialista el caso de Sergio, de 5 años 6 meses, es preocupante.

“En su historia dice que como su mamá no le dio dinero para unas papas él se robó el dinero; éste es el origen  de la desadaptación social, de la transgresión”, detalla.

“Tiene carencias afectivas importantes, percibe la figura materna como inaccesible porque la mamá no le provee el afecto que necesita y se siente como sustituto del padre, lo que representa una carga tremenda”, detalla.

Sobre las consecuencias de salud mental que estos niños podrían tener en el futuro, la psicoanalista plantea un panorama desalentador: “estos niños ya están predispuestos a regresar ahí”.

Actualmente, Reinserta recaba firmas para que estos niños sean reconocidos como un grupo vulnerable y se destine presupuesto para cubrir sus necesidades, ya que hoy viven de donaciones.

Además, la organización presentó el anuario a los senadores y ha propuesto que los infantes vivan en orfanatos contiguos a los reclusorios, donde sus madres puedan visitarlos y que salgan de la cárcel a los 3 años y no a los 6 años, como sucede actualmente.

Juan Martín Pérez García, director de la Red por los Derechos de la Infancia en México, considera que la atención a esta problemática debe partir del derecho de los niños a vivir en familia, porque la evidencia científica demuestra que el apego es muy importante en los primeros años de vida.

“Partiendo de este principio, el Estado debe crear un entorno seguro, garantizar la integridad de niños y niñas; y reducir el impacto que pueda tener en su personalidad el hecho de vivir en el espacio carcelario”, apunta.

Algunas acciones concretas que propone son estancias infantiles con paidopsiquiatras en los penales donde haya niños y que se separe a las mujeres que tienen hijos del resto de las internas para fomentar la socialización entre los niños.

Sin embargo, reconoce que en los centros penitenciarios donde las autoridades civiles no tienen el control, sino existe un autogobierno, habría que buscar opciones.

“Habría que reducir las penas o buscar alternativas de prisión domiciliaria para las mujeres que son primodelincuentes y, en un caso extremo, la separación del niño de su madre, pero antes el Estado debe demostrar que agotó todas las medidas y que no hay condiciones para que esté con su madre”, considera.

Al año, aproximadamente 20 niños nacen en el penal de Santa Martha, uno de los 67 centros penitenciarios femeniles o mixtos del País en los que hay niños, de acuerdo con Reinserta.

Paloma Villanueva | Reforma

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