UNAM regresa la sonrisa a pacientes con paladar hendido
- La clínica integral de la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) unidad León tiene 542 pacientes, que van desde recién nacidos hasta adultos
La Clínica de Atención Integral para Pacientes con Labio y Paladar Hendido que la UNAM tiene en la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) unidad León, atiende en promedio a 90 nuevos pacientes cada año, quienes reciben el cuidado de médicos generales, pediatras, odontólogos, cirujanos maxilofaciales, psicólogos y terapistas del lenguaje, entre otros.
Un niño o paciente con labio y/o paladar hendido requiere de intervención multidisciplinaria para que desarrollarse adecuadamente, afirmó Benjamín Sánchez Trocino, coordinador del área de Ciencias de la Salud de la ENES León.
En años pasados esta población era atendida en brigadas de salud que iban a las comunidades, pero era muy difícil darles el seguimiento adecuado. Nosotros cambiamos el esquema y creamos esta clínica de atención permanente, que funciona una vez a la semana y reúne a diversos especialistas.
Tenemos médicos generales, pediatras, neonatólogos, anestesiólogos, cirujanos generales, maxilofaciales, odontólogos en todas las especialidades, otorrinolaringólogos, psicólogos, terapistas del lenguaje y enfermeras, entre otros. En total contamos con 64 especialistas voluntarios que ofrecen su servicio de manera gratuita”, subrayó.
La clínica cuenta con el programa “TiENES que sonreír, UNAMos esfuerzos”, con 542 pacientes provenientes de 43 de los 46 municipios de Guanajuato, así como de Michoacán, Jalisco, Querétaro, Campeche, Oaxaca, San Luis Potosí y Estado de México. Se han recibido pacientes recién nacidos y hasta de 48 años de edad.
En poco más de seis años de funcionamiento, en el programa se han realizado 337 cirugías y se han brindado nueve mil 28 consultas de especialidad. “El grueso de edad de los pacientes va de los cinco a los 12 años”, dijo el especialista.
UNO ENTRE 850 NIÑOS
Aproximadamente uno de cada 850 niños que nacen en México presentan alguna de estas anomalías: el labio hendido, el paladar hendido o ambas. Las causas no son específicas, aunque se sabe que hay factores ambientales y genéticos involucrados, por ejemplo, que los padres se hayan expuesto a sustancias químicas como pesticidas en el periodo inmediato a la concepción; que la madre haya consumido algunos fármacos durante el embarazo o haya presentado tabaquismo, alcoholismo o drogadicción.
Si una familia tiene algún integrante con labio y/o paladar hendido, es probable que otro descendiente lo pueda tener. También hay riesgo entre quienes son madres a muy temprana edad, o bien, en edades avanzadas.
Sánchez Trocino enfatizó que es necesaria la atención integral porque estas anomalías tienen múltiples implicaciones fisiológicas. Por ejemplo, un niño con labio hendido tiene problemas con el crecimiento de su maxilar. Además, al no cerrarse herméticamente su boca, por la acción de sus labios, pasa mucho aire, lo que hace que padezcan con frecuencia enfermedades faríngeas.
Cuando los infantes tienen el paladar hendido la separación de la cavidad de la nariz con la de la boca no es adecuada, lo que los hace vulnerables a enfermedades de las vías aéreas superiores. “Las secreciones nasales que son normales, en vez de que las expulsen, caen a su boca y el bebé las deglute, lo que les generan infecciones estomacales.
Además, al hacer movimientos de deglución cuando comen, ingieren grandes cantidades de aire, lo que les provoca cólicos y problemas gastrointestinales, que no se corrigen hasta que se operan”, explicó.
La garganta está comunicada con el oído, así que muchos presentan cuadros agudos de padecimientos óticos.
En edad preescolar, tiene la incapacidad fisiológica de cerrar su nasofaringe; entonces, si emiten algún fonema el aire se escapa por la nariz, con sonidos nasales muy característicos, lo que puede afectar su desarrollo psicosocial”, remarcó.
Finalmente, Sánchez Trocino expuso que la incidencia de estas anomalías se ha mantenido estable a lo largo de los últimos 30 o 40 años. Por ello, “uno de los grandes desafíos que tenemos es disminuir la incidencia de esta condición”.