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Un “chiste” sobre latinos le podría salir caro a Trump

Atlanta, 30 de octubre del 2024. Ángel Ozuna ha tenido que pasar 27 años en Estados Unidos para poder votar en unas presidenciales, pero aún no sabe si ejercerá ese derecho el 5 de noviembre. En el estado de Georgia (sureste), decisiones como la de este elector latino pueden definir los comicios.

Este mexicano de 50 años, nacionalizado estadounidense, prefiere a Donald Trump, aunque la actitud del candidato republicano con su rival demócrata, Kamala Harris, le hace dudar si darle su apoyo o no.

«No me parece justo que un hombre ataque a una mujer como él hace con ella», asegura.

Ozuna es uno de los cerca de 36.2 millones de hispanos que podrán votar este año en Estados Unidos.

Este electorado, el que más ha crecido desde 2020, «puede ser el que inclina la balanza» hacia uno u otro partido, indica por teléfono Rodrigo Domínguez-Villegas, director del Latino Data Hub en la Universidad de California en Los Ángeles.

Su papel será importante en los siete estados bisagra que decidirán las presidenciales. No sólo en Arizona o Nevada, donde los latinos representan el 24.6% y el 20.9% del electorado, sino también en Georgia o Pensilvania.

En las elecciones del 2016, Trump recibió el 28% del voto latino. Esta cifra es el promedio de los resultados que han obtenido los republicanos en las últimas décadas sobre el voto latino.

Cuatro años después, Trump obtuvo un 38% del voto latino: 10 puntos más que en 2020.

La semana pasada, CNN publicó una encuesta de SSRS; refleja 54% para Kamala Harris frente al 37% para Trump (voto latino).

¿Dónde están los asesores?

En una carrera presidencial muy ajustada, según los sondeos, uno podría pensar que los partidos se esfuerzan al máximo por convencer a los hispanos. Pero la realidad es distinta, asegura Domínguez-Villegas.

«Hay poca experiencia en las campañas, pocos estrategas políticos de origen latino», dice el experto, que lamenta el hecho de que los partidos sigan considerando a los hispanos como un bloque monolítico. «Además de la diversidad de países de origen y de descendencia, hay diversidad de ideologías, de edades y hasta de razas».

A esta falta de atención hacia el votante latino, se sus episodios como el del domingo, cuando el humorista Tony Hinchcliffe calificó a Puerto Rico, un territorio estadounidense no incorporado, de «isla flotante de basura» durante una mitin de Trump.

Un comentario que ha indignado a muchos puertorriqueños, que no pueden votar en las presidenciales desde la isla, pero sí pueden hacerlo cuando residen en los Estados Unidos continentales.

«El daño está hecho», dice Javier Torres Martínez, un puertorriqueño de 45 años que vive cerca de Miami, en Florida. Antes del domingo, «estaba 100% convencido de votar por Trump y ahora estoy 100% motivado de salir a votar por Kamala Harris.

Pese a lo anterior, ayer Trump calificó de «festival del amor» su polémico mitin de Nueva York. «Los políticos que llevan haciendo esto mucho tiempo, 30 y 40 años, dijeron que nunca habían habido un acto tan bonito. Fue como un festival del amor”.

Con información de: AFP 

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