Tratado de Libre Comercio de América del Norte | Nuvia Mayorga Delgado
México, 19 de octubre de 2017.- Los gobiernos de Canadá, México y Estados Unidos de América (EUA), se encuentran revisando y renegociando lo que es uno de los acuerdos comerciales más importantes del mundo: El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Se trata, como su nombre lo indica, de un acuerdo para agilizar el intercambio de mercancías entre los tres países lo que involucra no pagar impuestos por la entrada de los bienes y servicios de uno de estos países a los otros y viceversa, acordar reglas para definir el porcentaje de contenido nacional de esos productos para hacerlos merecedores del trato preferencial, contar con mecanismos para solucionar diferencias y fortalecer lazos de inversión.
Concebida como un área comercial, el TLCAN tiene una dimensión económica y poblacional importante y representa un espacio para el desarrollo de actividades económicas que le permiten a las tres economías mejorar su productividad y competitividad.
El TLCAN es el bloque comercial más grande del mundo que en el balance ha traído beneficios a los tres países. Un tema central para México es el fortalecimiento de su capacidad exportadora de manufacturas, que ha sido resultado de un esfuerzo interno acompañado de la llegada de inversión extranjera -mayoritariamente de Estados Unidos-, lo cual amplió la base productiva del país y el empleo en las zonas donde se asentó la producción para la exportación. Al mismo tiempo, las empresas extranjeras tuvieron la capacidad de desarrollar cadenas de exportación a través del comercio intrafirma, aprovechando las ventajas de la economía mexicana para mejorar costos y precios de venta al consumidor estadounidense. Otros sectores como los de alimentos, destacadamente productos agrícolas o los de servicios también han aprovechado el TLCAN para construir cadenas de distribución y abasto con los grandes comercios de Estados Unidos.
La actual administración del gobierno de Estados Unidos, ha insistido en que el TLCAN ha afectado su economía y a sus trabajadores, por lo que ha planteado la posibilidad de terminar con él. Sin embargo, el TLCAN sin ser la panacea sí trajo amplios beneficios comerciales, laborales y de inversión a las partes.
Dada la magnitud del intercambio entre EUA y México al amparo del TLCAN, es importante reconocer que hay un riesgo de cancelarse, pero tampoco sería el fin de la relación económica y comercial. De hecho, el sector empresarial de Estados Unidos está a favor de mantener el TLCAN, al igual que grupos de consumidores del país vecino saben que el resultado inmediato es que pagarían más por los productos mexicanos.
Los temas más delicados son las Reglas de Origen, el Arbitraje y la integración de nuevos temas como el comercio electrónico -inexistente al momento de la negociación original de 1993-1994.
Sobre las Reglas de Origen lo que quiere Estados Unidos es aumentar el porcentaje de contenido de insumos y trabajo de la región y, concretamente de EUA, en los automóviles que se exporten a su mercado. En materia de Arbitraje, el gobierno de EUA demanda suprimir el esquema establecido para que la solución de controversias y litigios comerciales recaiga en tribunales nacionales; cabe señalar que como la mayor parte de las demandas históricamente han sido de Canadá y México contra Estados Unidos, el resultado sería que la mayor parte de las controversias se dirimieran en tribunales de ese país lo que resulta complejo. Por lo que toca a la necesidad de modernizar el Tratado, es factible incorporar el comercio electrónico, los derechos de autor para bienes y servicios digitales, así como reglas laborales y medioambientales.
Cabe mencionar que ante la ofensiva (¿Negociadora?) del gobierno de Estados Unidos, la posición del gobierno mexicano es la de defender el interés nacional, rechazar cualquier tipo de presión y mantener el objetivo de cerrar una negociación exitosa con beneficios para las tres partes.
También es cierto que ante la incertidumbre de la conclusión de la negociación, México está preparado para proteger el interés nacional, además de que la ruta formal y legalmente establecida de conclusión del Tratado lleva al establecimiento de las reglas comerciales generales de la Organización Mundial del Comercio, por lo que la tasa de impuesto que se podría aplicar a las exportaciones mexicanas no es tan onerosa (No más de 9% en las manufacturas), en tanto que la aplicable a los productos estadounidenses sí sería mayor.
En este contexto, el gobierno de México está cumpliendo con su papel y responsabilidad de anteponer el interés del país en la negociación; al mismo tiempo, en alianza con el sector empresarial, ha señalado que el impacto de una posible conclusión del TLACN no sería tan grave ni catastrófico como algunos pensaron; es decir: Con y sin TLCAN México seguirá avanzando para su desarrollo.
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