Han pasado 10 años. El 15 de septiembre de 2008 quebraba uno de los bancos de inversiones más importantes de Estados Unidos, Lehman Brothers, y las piezas de dominó comenzaban a caer. Arrancaba una crisis financiera mundial sin parangón en toda una generación y de la que aún hoy el mundo sigue reponiéndose.
Las imágenes que anunciaban la tormenta comenzaron a dar la vuelta al mundo un día antes, el 14. Los empleados de Lehman Brothers salían del edificio con sus pertenencias en cajas de cartón. Escenas de película que pronto se sabría era de terror.
Arrancaba entonces la búsqueda de culpables. Richard Fuld, ex director general del banco, testificó ante una Cámara de representantes que trataba de esclarecer los complejos hechos que habían desembocado en semejante crisis:
«Me despierto cada noche pensando qué podría haber hecho de manera diferente», decía Fuld, que siempre negó cualquier responsabilidad y que vio como su carrera quedaba truncada.
No solo cayó Lehman Brothers. También Merril Lynch, AIG o Bear Sterns, aunque estas estas fueron rescatadas. Era algo imparable.
Más allá de Estados Unidos
Esas turbulencias cruzaron todo Estados Unidos y también del Atlántico. Alistair Darling era el Ministro de Finanzas del Reino Unido en el momento de la quiebra de Lehman Brothers y supervisó el posterior rescate del Royal Bank de of Scotland.
«Mi secretario personal me pasó una llamada del entonces presidente del Royal Bank of Scotland», cuenta Darling. «No me sorprendió que quisiera hablar conmigo, pero me dijo: «estamos perdiendo mucho dinero». Le dije: «tenemos un plan y estamos casi listos para actuar, ¿cuánto tiempo puedes durar?». Hubo un silencio y dijo: «Nos quedamos sin dinero esta misma tarde, en unas dos o tres horas». Aquella fue una de las pocas llamadas que de verdad me ha producido escalofríos», reconoce el exministro.
Una nueva era, el mismo peligro
El Congreso de Estados Unidos aprobó más tarde la ley Dodd-Frank, encargada de controlar y garantizar mediante una serie de medidas una trasnparencia del sistema financiero que anteriormente brillaba por su ausencia.
Desde aquella caída libre de 2008 los mercados parecen haberse estabilizado, pero el temor a una nueva crisis permanece en la mente de los expertos:
«No sabemos de dónde vendrá la próxima crisis», dice Christine Lagarde, directora del FMI. «Tenemos que seguir estando atentos, sobre todo al sistema bancario en la sombra, y en particular al papel que desempeñará en un futuro la tecnología finaciera, siempre con la estabilidad en mente. No con la idea de restringir la innovación, ni con la de mantener el escepticismo, sino con el imperativo de garantizar la estabilidad».
10 años despues el mundo es muy diferente al que vio hundirse a Lehman Brothers. Las opciones de que se repita algo igual son casi nulas, pero la actual relación del mundo financiero con la tecnología dejan abierta la puerta a una crisis causada por un ciberataque. Otros tiempos, pero los mismos peligros.
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