Rumbo al 2024

Relatan en Cámara historias de abusos.

Cd. de México, 08 de marzo de 2020.- El 3 de marzo pasado, la legisladora del PES, Olga Sosa, denunció desde su curul la existencia de 11 quejas por acoso sexual en la Cámara de Diputados. Dos días después se destapó la cloaca: en la dirección de Servicios Médicos había médicos y paramédicos que no sólo acosaban a las empleadas de dicha área, sino a trabajadoras que acudían en calidad de pacientes.

Bastó la denuncia de la legisladora para que diversas voces se levantaran en contra de los tocamientos, insinuaciones, abusos e incluso agresiones físicas que personal médico cometió en contra de colaboradoras, entre quienes había menores de edad.

Uno de esos casos fue el de Alma, una joven de 17 años que llegó a la dirección de Servicios Médicos en septiembre pasado para realizar su servicio social, mismo que abandonó tres meses después, cansada del acoso de uno de los médicos adscritos a dicha área y de un paramédico.

Durante tres meses, Alma fue objeto de insinuaciones, tocamientos e incluso agresiones físicas. Un día, relata, estaba sola en el consultorio, haciendo un inventario, cuando el médico entró a la habitación con el pretexto de buscar un medicamento.

El doctor, de quien prefiere omitir su nombre para no entorpecer el expediente en su contra, intentó abrazarla, le advirtió que le debía una cita e incluso le reclamó que lo «bateara» cada vez que le pedía una.

Sin embargo, quizá lo que más recuerda es cuando la persiguió para besarla a la fuerza o el día que le pidió que fuera su novia, tras advertirle que al interior de la Cámara «no podían hacer nada, pero afuera sí».

Tras la negativa de Alma, el médico, quien era su superior jerárquico, le retiró la palabra e incluso la ignoraba. No conforme con eso, la joven también padeció las insinuaciones de un paramédico, quien le mandaba papelitos con su número telefónico, le reclamaba que no le llamara y le pedía que fuera su novia. En ambos casos, se trata de hombres adultos acosando a una menor de edad.

Cansada, en diciembre pasado, Alma abandonó su servicio social a sabiendas de que con ello no podría liberar este requisito necesario escolar y que tendría que empezar desde cero en otra institución.

El conocer que existían más casos, animó a otras víctimas a exponer sus casos. Isabel, quien será llamada así para proteger su identidad, es empleada en San Lázaro, y sufrió acoso sexual del mismo médico que hostigó a Alma.

Relata que acudió a consulta por un dolor estomacal. A decir de la presunta víctima, luego de pedirle que se acostara en la camilla, le subió la blusa a la mitad del pecho, le desabrochó el pantalón y se lo bajó más de lo necesario con el argumento de que tenía que revisarla.

El dolor era estomacal, pero no impidió que, Isabel sintiera cómo en lugar de palparla la sobara, tampoco impidió que la cuestionara sobre su última menstruación, su vida sexual y sus métodos anticonceptivos, argumentando que el dolor podía deberse a un embarazo.

La joven relató que al intercambiar testimonios con otras presuntas víctimas, detectaron que el supuesto embarazo era el pretexto que el médico utilizaba para manosearlas en zonas que no correspondían a sus malestares y para hablar con ellas de su vida sexual.

Recordó que el médico le ofreció darle consulta externa, e incluso enseñarle anatomía, porque desde su punto de vista ella tenía madera de enfermera.

Isabel denunció los hechos al director de Servicios Médicos, pero éste le pidió que hiciera un escrito y que regresara más tarde. También, le solicitó mantener lo que había pasado de bajo perfil, debido a que su área se encontraba en plena auditoría.

El 3 de marzo pasado, Olga Sosa se había inscrito en la lista de intervenciones tras concluir la sesión para hacer un posicionamiento sobre el tema de portada de muchos periódicos: el aumento en un 300 por ciento del acoso sexual en el País.

Fue el diputado Héctor Cruz, también del PES, quien le pidió que en su intervención mencionara las denuncias de 11 empleadas de la Cámara que estaban siendo acosadas, y a quienes minutos antes había acompañado ante la Secretaria General, Graciela Báez, a exponer sus casos.

Dos días después, la Presidenta de la Mesa Directiva, Laura Rojas y Báez anunciaron el despido del presunto acosador, y advirtieron a los trabajadores que no habrá tolerancia a ningún caso que se presente en el recinto legislativo.

Para Sosa, el tema no concluye aquí, ya que la Cámara aún debe demostrar que es capaz de castigar de forma ejemplar este tipo de actos en contra de sus empleadas y colaboradoras.

Con información de: https://www.reforma.com/

Botón volver arriba