Quienes es el pueblo seri (konkaak / comca’ac) de Sonora.
Sonora, 09 de julio del 2024.- Los seris se llaman a sí mismos Konkaak o comca’ac, lo cual quiere decir en su lengua «la gente». El término seri proviene en cambio de la lengua yaqui y significa «hombres de la arena».
Localización
Actualmente habitan en dos localidades de la costa desértica del estado de Sonora: Desemboque, municipio de Pitiquito, y Punta Chueca, municipio de Hermosillo.
Periódicamente y de acuerdo con los ciclos de pesca, radican también en diversos campos pesqueros distribuidos a lo largo de su territorio de aproximadamente 100 km de litoral. El territorio konkaak comprende un área aproximada de 211,000 ha al nivel del mar, y está integrado por una parte continental y por la isla de Tiburón.
Antecedentes históricos
El territorio konkaak tenía, antes de la llegada de los españoles, como límites naturales el mar, las cadenas montañosas y el desierto de Encinas. Sobre la costa desértica, hacia el sur, limitaba con río Yaqui, al norte con el desierto de Altar, al este llegaba hasta Horcasitas y al oeste, además de la costa, ocupaba islas cercanas como Tiburón, San Esteban, Patos y Alcatraz. El área que recorría el grupo abarcaba lo que actualmente son catorce municipios de Sonora, pues era un pueblo nómada cuya movilidad giraba en torno a los recursos acuíferos y a los ciclos de la flora y fauna básicos para su supervivencia. Se presume que en la época prehispánica estaban organizados en seis bandas, divididas a su vez en clanes. No existía jefe de clan ni de banda, y sólo era nombrado para cumplir tal función el individuo más capacitado en épocas extraordinarias, como la guerra, así como en tiempos difíciles de escasa recolección, caza y pesca. La mujer tenía un papel económicamente importante, pues se encargaba de la recolección que garantizaba el sustento diario, por lo cual estaban organizados en clanes de estructura matriarcal.
Por su cultura, los konkaak eran la antítesis de lo que necesitaban los españoles: su territorio no era fácilmente aprovechable, no tenían riquezas acumuladas, no producían lo suficiente para hacer redituable la conquista y eran inútiles como mano de obra para cultivar y servir, ya que desconocían esas actividades. Por ello, los seris conservaron durante más tiempo que otros pueblos indígenas, su autonomía y su cultura. Durante el periodo colonial, los contactos más estables se dieron entre los seris y los jesuitas, quienes intentaron concentrarlos en pueblos para evangelizarlos y enseñarles labores agrícolas. Ninguno de sus esfuerzos tuvo éxito y los seris siempre regresaron a la vida del desierto, por lo que fueron considerados como un grupo belicoso, dedicado al pillaje, robo y matanza del ganado de los blancos.
Los españoles primero y los mexicanos más tarde, reaccionaron ante los konkaak, no con políticas de conquista y colonización, sino de exterminio. Eso condujo al aniquilamiento casi total del grupo.
Cabe remarcar que los seris nunca fueron formalmente conquistados y, menos aún, evangelizados y pacificados. Poco a poco fueron confinados a la parte más inhóspita de su territorio, diezmados en su número y obligados a aceptar intercambios no siempre ventajosos con los colonizadores no indígenas.
Ya para el periodo independiente se había desarticulado el sistema de organización de bandas y habían perdido casi la totalidad de sus dominios en la tierra continental. No obstante, fue a lo largo de los dos primeros tercios del siglo XIX cuando fueron más perseguidos y prácticamente aniquilados tanto por los soldados como por los rancheros mexicanos, quienes mediante la nueva tecnología podían utilizar los recursos naturales que aún quedaban en manos de los seris; algunos de éstos lograron huir y refugiarse en la isla Tiburón.
La escasez de agua y animales para la caza, además de diversas enfermedades, fueron los factores predominantes para que los seris abandonaran su refugio en la isla Tiburón y volvieran a incursionar en tierras continentales, primero para contratarse temporalmente como armadores (comerciantes de pescado) y rancheros, después para establecerse definitivamente. Entre las causas externas que permitieron su retorno con éxito está principalmente la crisis de 1929, que provocó grandes migraciones de pobladores empobrecidos hacia ciudades y centros agrícolas del norte y noreste del país, lo que aumentó el consumo de pescado y otros productos marinos de menor precio que la carne de res.
Desde ese momento, los seris empezaron a tener como elemento esencial de su economía el intercambio comercial y la utilización del dinero en sus operaciones de mercado. Con ello se inicia un periodo en el cual se suceden con mayor velocidad y profundidad los cambios en su estructura organizativa y cultural.
A su retorno de la isla Tiburón los seris se establecieron a lo largo de la costa, hasta que en 1936 el entonces presidente de la República, general Lázaro Cárdenas, atendiendo a sus demandas de apoyo, promovió su organización en cooperativas de pescadores, les proporcionó el equipo necesario y los concentró en el poblado de Bahía Kino. Sin embargo, al irse colonizando cada vez más este poblado por pescadores no indígenas, los seris se trasladaron a Desemboque, usando como campamentos ocasionales algunos campos intermedios. En 1970 fue reconocido su territorio cuando el presidente Luis Echeverría les dotó en ejido una franja costera de 91 000 ha, lo que corresponde al 0.5% de la superficie total del estado. En 1975, con varios decretos más, el mismo presidente declara el Canal del Infiernillo como zona de pesca exclusiva seri, y les otorgó simbólicamente como posesión comunal la isla Tiburón, decretada a su vez como zona de reserva ecológica.
Lengua
La lengua de los konkaak forma parte de la filum o estirpe Hokano, al que también pertenecen el coahuilteco (noreste de México) y el tlapaneco. Sin embargo, la lengua seri forma parte de la familia seriyumana, lo que significa, por un lado, que su relación más estrecha y reciente se encuentra con el yumano de la parte norte de la península de California, y, por otra, que esta lengua contrasta totalmente con la de los vecinos hablantes de idiomas uto-aztecas, como el pima, pápago, yaqui y mayo que pertenecen a otro filum o estirpe relativamente reciente en el área. Actualmente la mayoría de la población es bilingüe y, en algunos casos, hasta trilingüe, pues además del seri hablan español e inglés.
Los seris mantienen su lengua con gran vitalidad y en lugar de adoptar términos del español para designar los nuevos elementos culturales que se han agregado a su vida, continúan creando términos nuevos.
Salud
Es casi nulo el conocimiento que se tiene sobre la existencia de terapeutas y técnicas tradicionales entre los seris. Aunque poseen conocimientos sobre algunas plantas que utilizan para curar enfermedades leves, recurren con frecuencia a la medicina alópata para los partos y para los padecimientos importantes.
Por otra parte, el proceso de sedentarización que ha sufrido el grupo provocó cambios en su dieta y patrones de consumo, lo que ha generado diversos problemas de salud como obesidad, ceguera, enfermedades gastrointestinales y pérdida de los dientes.
Vivienda
En los campos pesqueros todavía es posible encontrar casas tradicionales. Son paravientos de hierbas acomodadas encima de un armazón de ocotillo, doblados y amarrados, los cuales forman una especie de túnel. Sirven para una sola familia y son adecuados para una vida nómada. En los poblados, las casas son mayoritariamente de block, concreto y techo de lona o asbesto, aunque es posible todavía encontrar algunas viviendas de madera, adobe o ambos con techos de lámina de cartón. Por lo general constan de cocina, comedor, baño y uno o dos dormitorios.
Este tipo de vivienda fue promovido y apoyado por el gobierno federal y estatal entre 1974 y 1984, y 1984, pero debido al tipo de materiales empleados en la construcción y a su orientación física, son calurosas en verano y frías en invierno, por lo que de ninguna manera pueden considerarse adecuadas para las condiciones climáticas y culturales del grupo. Por ello, la mayor parte del tiempo las familias seris continúan viviendo y trabajando en las enramadas construidas en los patios o directamente en la playa.
Artesanías
El trabajo artesanal consiste actualmente en el tallado en madera de palo fierro, el tejido de coritas (canastos) y la elaboración de collares. El tallado de palo fierro fue iniciado, según se cuenta, en 1964 por don José Astorga Encinas, en un momento crítico para la tribu, la cual necesitaba ingresos monetarios para sobrevivir.
La elaboración de las coritas es una actividad que se practica desde la época prehispánica. Sus formas tradicionales son globulares o extendidas; su producción es muy laboriosa, ya que exige una gran inversión de tiempo, que varía entre un mes, si es pequeña (20 ´ 20 cm), hasta uno o dos años si es muy grande (1.5 ´ 1.5 m). Cuando se termina una de estas piezas se hace una ceremonia especial. Debido al elevado costo de las coritas, en especial las grandes, son compradas principalmente por extranjeros.
Los collares, de variados e innovadores diseños, se elaboran con caracoles, conchas, vértebras de víbora de cascabel y de pescado, semillas y, últimamente, también con chaquira. Es un trabajo artesanal que, al igual que los otros, ocupa un tiempo más o menos constante entre las mujeres, si bien se obtiene de él menos ingresos que con las coritas o las figuras de palo fierro. No obstante precisamente por su bajo precio, tiene un mayor mercado en el resto del país.
Territorio, ecología y reproducción social
El territorio actual de los konkaak tiene una superficie total de 211 000 ha, de las cuales 91 000 fueron dotadas por la vía ejidal y 120 000 por vía de dotación comunal. Por la extensión territorial con la que han sido dotados y por el poco número de miembros de la tribu, los seris, junto con los lacandones, pueden ser considerados como los indígenas con mayor posesión de tierras en el país. Sin embargo, en el caso de los seris, las difíciles condiciones ecológicas de su hábitat hacen muy difícil su aprovechamiento. En general, la superficie de su territorio es plana, salvo algunas elevaciones, como la sierra Seri en la costa y la sierra Konkaak en la isla Tiburón, con 1 218 m sobre el nivel del mar.
Los suelos son por lo general delgados, en algunas partes hasta con un 80% de pedregosidad, y, aun cuando hay áreas con dunas, éstas son pobres en nitrógeno y materia orgánica. Por su textura, los suelos son de tipo francoarenoso y arenoso en los valles. Por sus características permeables no cuentan con ríos, lagos o corrientes importantes, salvo el río de San Ignacio, que nace en la sierra cercana y desemboca cerca de Desemboque, pero que es temporal y de poco caudal. La isla Tiburón está provista de cinco aguajes que no son suficientes para sostener a la población seri. Los flujos hidráulicos subterráneos que pudieran llegar a la altura de Punta Chueca son previamente explotados por los colonos de la costa de Hermosillo mediante pozos profundos y captaciones de la presa Adalberto Rodríguez.
En esta región, el clima es caluroso con precipitaciones pluviales de 75 a 200 mm por año; el principal tipo de clima es sumamente seco o desértico. Es posible registrar temperaturas mínimas de 8.5°C bajo cero en los meses de diciembre a febrero y de 49.5°C entre los meses de junio y agosto. Con tales características, el desarrollo de la agricultura ha sido hasta ahora imposible y aun la ganadería se ha topado con dificultades, pues el índice de agostadero es de 50 a 60 ha por cabeza de ganado y sin manantiales o pozos de agua. Por tanto, la principal fuente de aprovechamiento de sus recursos sigue siendo los casi 100 km de litoral que poseen para su uso exclusivo. Pese a la aridez del desierto que habitan, los seris aprovechan la flora y la fauna de la zona. Así, la pesca, junto con el tallado de palo fierro y la elaboración de coritas y collares, son las principales fuentes de ingresos para la familia seri. La pesca comercial es redituable sólo de los meses de septiembre a mayo, lo cual se complementa con la venta de artesanías. La pesca de autoconsumo que se realiza durante todo el año se complementa con la caza y la recolección de otras especies alimenticias, con el fin de mejorar eventualmente la dieta. Sin embargo, el territorio seri, actualmente muy rico en recursos pesqueros y con gran potencial turístico, ha sido invadido en algunas partes por población no indígena.
Los seris no acostumbran salir de su territorio en busca de trabajo, y aun dentro de él, difícilmente aceptan contratarse como asalariados; nunca han aceptado la existencia de un patrón, un contrato por horario y la asignación de tareas preestablecidas y definidas por otros.
Organización social
A través de las relaciones de parentesco, los seris llegaron a establecer sistemas de ayuda recíproca y de distribución de recursos que aseguraban la supervivencia total del grupo. Destaca el mecanismo denominado kimusi («buscar comida»), el cual da derecho a todo miembro de la tribu a procurarse parte de la comida que se consuma en cualquier parte de la comunidad sin necesidad de una invitación previa; o bien, el kanoaa ana koit, derecho a pedir pescado para comer a cualquier panga que llega del mar. Otro de los mecanismos es el amaj, que se pone en marcha en la fiesta de pubertad de las doncellas y en los casos de muerte, cuya función económica es el intercambio de bienes materiales entre las diferentes familias del grupo.
Con la integración formal de los konkaak a la vida nacional, se han visto obligados a nombrar una serie de autoridades tales como el consejo supremo, el comisariado ejidal, el consejo de bienes comunales, una sociedad cooperativa pesquera y una sociedad cooperativa de consumo artesanal. No obstante, la variedad de autoridades y el gran número de leyes y normas derivadas de los reglamentos de cada forma de organización han resultado en el incumplimiento de las leyes, además de traer conflictos en la interacción de las autoridades y en su relación con la población.
Cosmogonía y religión
Los seris no desarrollaron un sistema de gobierno religioso-festivo muy complejo. Su interpretación del mundo, sus ritos, sus fiestas y demás manifestaciones culturales tienen un carácter estrechamente relacionado con la naturaleza y con los aspectos biológicos y sociales de la reproducción del grupo.
Así, sus principales ritos están vinculados con el nacimiento, con el inicio de la pubertad y con la muerte; sus canciones y relatos giran en torno al mar, los tiburones, las zorras y las antiguas hazañas de héroes y guerreros. Al no haber sido evangelizados formalmente, carecen de los elementos católicos que se encuentran en otros grupos indígenas.
En la zona seri no hay ninguna iglesia católica ni sacerdotes de este culto. Existen dos templos protestantes. A pesar de todo, mantienen en su lengua y sus prácticas esa matriz cultural que los asocia directamente con la naturaleza.
Fiestas
Sus principales fiestas siguen siendo las de la pubertad, la llegada de la caguama de los siete filos, los ritos de muerte y los asociados con el inicio del año nuevo seri y el término de la elaboración de las coritas. Para la organización de sus fiestas continúa presente la cooperación de los miembros de la tribu (amaj).
Para sus ceremonias emplean zumbadores de madera, sonajas de hojalata, percutores hechos con jícaras invertidas sostenidas sobre agua y el omichihuatli, que es un raspador o palo estriado que se raspa con otro para que suene sobre la vasija invertida.
Relaciones con otros pueblos
Los principales contactos de los seris son con la población no indígena de Bahía Kino y Hermosillo, y se dan en el ámbito del comercio y los servicios. Las relaciones con otros indígenas de Sonora han sido propiciadas por instituciones gubernamentales que han promovido consejos de índole política. Tienen además un intenso contacto con extranjeros, principalmente estadounidenses, en el ámbito comercial y religioso; su trato con ellos es cordial, en cambio existe resentimiento contra los mexicanos debido al recuerdo de las matanzas y luchas por apoderarse de su territorio.