Pitón birmana
21 de octubre de 2016.- La pitón birmana, con su piel de bellos patrones, crecimiento rápido y talante generalmente dócil, es muy conocida por ser la serpiente grande predilecta de los dueños de reptiles. Por desgracia, estas constrictoras, que pueden alcanzar gran tamaño, suelen recibir un cuidado deficiente y a menudo acaban siendo soltadas. No es infrecuente que ataquen a sus cuidadores, en ocasiones letalmente.
La pitón birmana, oriunda de las junglas y pantanos herbóreos del sudeste asiático, se encuentra entre las serpientes más grandes del planeta. Pueden superar los 7 metros de longitud y los 90 kilogramos de peso, con un grosor semejante al de un poste telefónico. Pasan la mayor parte de su juventud en los árboles. Sin embargo, conforme maduran y su talla y peso dificultan la trepa de árboles, se convierten en animales de suelo. También son excelentes nadadoras, capaces de sumergirse hasta 30 minutos antes de emerger para respirar.
La pitón birmana es carnívora y se alimenta principalmente de aves y pequeños mamíferos. Su sentido de la vista es mediocre y acecha a sus presas con los receptores químicos de la lengua y los sensores de calor que recorren su mandíbula. Matan por constricción, atrapando a la víctima con sus afilados dientes y enrollándose alrededor de su cuerpo, al que aprietan hasta la asfixia. Los ligamentos de la mandíbula se pueden estirar para tragar a la presa entera.
La pitón birmana es un animal solitario al que solo se suele ver acompañado en primavera, su época de apareamiento. Las hembras ponen hasta 100 huevos y los incuban durante dos o tres meses. Para mantener calientes los huevos, contraen continuamente sus músculos.
La reducción de su hábitat, la incesante demanda de pitones birmanas como mascotas y la caza por su piel y carne han llevado a estos gráciles gigantes a la lista de especies amenazadas.
Con información de: NATIONAL GEOGRAPHIC