Paso a desnivel | Por: David Cárdenas Rosas | La Trágica Caída de Atahualpa Capac
Atahualpa Capac, nació en 1497, y fue el último emperador del Imperio Inca.
Su figura se erige en la historia como un líder atrapado entre la guerra interna y la amenaza externa.
Hijo del gran Huayna Cápac, su ascenso al poder estuvo marcado por una feroz guerra civil contra su hermano Huáscar, lo que llevó a la división al vasto Tahuantinsuyo y consolidó su dominio en gran parte del norte.
Atahualpa Capac caminaba con señorío, nada ni nadie podía hacer sombra a su poder. Sin embargo la vida de Atahualpa sufrió un cambio repentino y dramático con la llegada de los conquistadores españoles, liderados por Francisco Pizarro, en 1532.
En un escenario de aparente paz, el Inca Atahualpa fue capturado en Cajamarca, en una emboscada que marcaría el principio del fin de su reinado.
Aunque inicialmente fue mantenido como prisionero, Atahualpa ofreció a los españoles un enorme rescate en oro y plata para su liberación, conocido como el «cuarto de Atahualpa», que fue recogido por los españoles y entregado en forma de tributo.
Sin embargo, a pesar de haber cumplido con este acuerdo, Pizarro y los demás conquistadores decidieron ejecutarlo.
El motivo de su ejecución fue múltiple: los españoles temían que Atahualpa pudiera organizar una resistencia exitosa y retomar el poder, además de que la expansión de su dominio se veía como una amenaza para los intereses coloniales de los españoles.
La forma exacta de su muerte ha sido tema de debate, pero la versión más aceptada es que fue ahorcado, aunque algunos relatos sugieren que fue estrangulado, como Cuauhtémoc, o ejecutado por garrote (estrangulamiento con una cuerda o varilla).
Atahualpa, el último emperador inca, murió el 29 de agosto de 1533, tras ser ejecutado por los conquistadores españoles liderados por Francisco Pizarro, sellando así la caída de un imperio que había dominado el corazón de Sudamérica durante siglos.
Antes de su ejecución, Atahualpa fue obligado a convertirse al cristianismo, bautizándose y aceptando la religión católica.
La muerte de Atahualpa significó no solo el colapso de la última gran civilización indígena de los Andes, sino también el inicio de la colonización europea en América del Sur, hecho que cambio para siempre el curso de la historia de este continente.
La figura del Inca se mantiene en la memoria colectiva como un símbolo de resistencia y tragedia ante la avaricia y las armas. Por la cruz y el puñal.