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Paso a desnivel | Por: David Cárdenas Rosas | Joaquín Capilla, la gloria, la oscuridad y la redención

“Es un clavadista con estética” decían los seguidores de las hazañas realizadas por Joaquín Capilla, el singular clavadista mexicano que logró cuatro medallas en Juegos Olímpicos; bronce en Londres 1948; plata en Helsinki 1952 y oro y bronce en Melbourne 1956

En la década de los años 50 Capilla compartía la gloria y aplausos con Humberto Mariles, Beto Ávila y Raúl Ratón Macías.

Fueron los cuatro gigantes del deporte nacional.

Joaquín Capilla Pérez nació el 23 de diciembre de 1928 en la Ciudad de México.

Desde su infancia demostró inquietud por los más variados deportes,

su padre, Alberto Capilla lo llevaba al balneario Olímpico de la Ciudad de México y frente a la alberca Joaquín decidió ser clavadista, para ello superó su temor a las alturas y se destacó en la disciplina de la destreza, la belleza y el coraje que se requieren para ser el mejor en ese rubro.

En su adolescencia asombró a quienes lo miraban lanzarse desde el trampolín, y gracias a sus cualidades su nombre se comenzó a mencionar como una de las máximas promesas.

 

Su empeño y mentalidad lo ayudaron para triunfar y día a día, se fue consolidando como una garantía para participar en los juegos de Londres 1948.

Con 19 años años de edad Capilla, en su debut, subió al podio al obtener el bronce en la plataforma de 10 metros.

Las lesiones pusieron en duda su carrera y participación en Helsinki; 1952. Con tenacidad  superó la ruta adversa y su capacidad lo llevó a ser el ganador de la medalla de plata desde la plataforma.

En Melbourne 1956 ganó la medalla de bronce en el trampolín de tres metros y en esos mismos juegos, durante la prueba de plataforma de 10 metros, el mexicano realizó el mejor clavado de su vida y ante la aclamación general obtuvo el oro para México.

Después de su triunfo Olímpico, el presidente, Adolfo Ruiz Cortines, lo recibió con honores. Su carrera se encontraba en el punto más alto y la fama, por momentos, pareció difícil de manejar.

Mientras duraban los recuerdos, Joaquín Capilla fue el ejemplo a seguir, su tenacidad, su carácter y disciplina eran reconocidos por todos.

Pero humano al fin, su carrera y su vida en general decayó, luchó con problemas de adiciones y mala administración económica.

“Todos sabían que era alcohólico, menos yo, declaraba Joaquín Capilla.

El clavadista dejó la bebida en 1987 nunca más reincidió.

Capilla falleció debido a un infarto el 8 de mayo de 2010

Joaquín Capilla, el clavadista que cambió la historia de la disciplina en México y en los J. O.

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