Paso a desnivel | David Cárdenas Rosas | Tiranía, oligarquía y demagogia.
Existen cuando menos tres formas conocidas y estudiadas de gobiernos en el mundo.
A lo largo de la historia se decía que el gobierno de la tierra era una heredad de los dioses para determinadas familias. La monarquía.
Luego la potencia de los regímenes económicos, se colocó al frente de pueblos y el mercado llegó a ser el centro político. Se dio paso entonces a la aristocracia.
Y finalmente existe un sistema de elección para determinar a un ganador, la democracia. Este sistema se ha convertido en una forma de gobierno.
La palabra democracia tiene distintas acepciones y se ha considerado que una forma de gobierno justo es un gobierno demócrata que cuenta con la representatividad de los electores, la legitimidad de los elegidos que emanan del pueblo y se rigen por la Constitución.
Estas tres formas; la monarquía, la aristocracia y la democracia si no generan un buen gobierno se pervierten y dan vida a tres estílos antagónicos.
La monarquía es el gobierno de una persona. La oligarquía es el gobierno de unas personas, y la democracia es el gobierno de todas las personas.
Cuando estas degeneran se convierten;
La monarquía en tiranía.
La aristocracia en oligarquía
Y la democracia en demagogia.
¿Que es un demagogo?
El demagogo dice Aristóteles es “el adulador del pueblo”
El demagogo y su forma hechizante de dirigirse al auditorio, dan vida a la subordinación de la razón por la pasión.
El demagogismo es el poder entregado a una multitud ávida de venganza.
La demagogia no es una forma de gobierno, es un estilo engañoso e irresponsable de ejercer el poder o hacer política prometiendo a los ciudadanos el paraíso terrenal a la vuelta de la esquina. Solo que en estos parajes no hay esquina.
Y hay un riesgo, dar paso a la Oclocracia que es el gobierno abusivo de la gente.
El discurso demagógico alienta las esperanzas, halaga las pasiones, incentiva y juega con sus anhelos.
La demagogia tiene en su catálogo la solución mágica , inmediata y gratuita a todos los problemas.
El demagogo es obsequioso, endulzador de la masa y solo les dice a sus seguidores lo que ellos quieren escuchar.
Por regla general es experto en las artes menores de la oratoria, “hablo como el pueblo” dice para justificar sus limitaciones.
El demagogo es invariablemente un ser irresponsable, egoísta, guiado por una irreprimible ansia de mando, que no piensa en el interés general y que se parapeta detrás de la multitud para dar paso a sus afanes de poder.
Lo bueno que en México ese tipo de políticos no existen…
¿o si…?