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París 2024: logros y deudas en torno al deporte femenil

Ciudad de México, 17 de agosto del 2024.- Los Juegos Olímpicos de este verano tuvieron una alta cuota de medallas de mujeres en diferentes disciplinas, pero aún hay aprendizajes por sanar en cuanto a espacios directivos y cobertura mediática.

Campeonas con resiliencia. Así se podría nombrar a la mayoría de las medallistas femeninas de los Juegos Olímpicos París 2024, si no es que a todas, debido a las dificultades que han soportado para elevar su carrera hasta la élite del deporte. Uno de los casos más sonados en este verano fue la gimnasta Simone Biles, que se convirtió en la máxima medallista olímpica de este deporte de su país, Estados Unidos, apenas unos meses después de cerrar el juicio contra un abusador sexual que dejó una historia de horror entre cientos de atletas norteamericanas. También está el caso de Rebeca Andrade, también gimnasta pero de Brasil, quien ganó la medalla de oro en la prueba de suelo y proviene de una familia de escasos recursos con siete hermanos, una madre que se sacrificó como empleada doméstica para sacarlos adelante y, como es común en Latinoamérica, un padre que los abandonó. Ellas y otras atletas cautivaron al mundo en la plataforma de los Juegos Olímpicos de París con una enorme cuota de preseas doradas. Destacan los casos de Estados Unidos con 67, China con 50, Australia con 30, Gran Bretaña con 28 y Francia con 23. Los primeros tres países, incluso, superaron las medallas de oro obtenidas por los hombres de su delegación.

“El deporte femenil ha tenido un impulso en los últimos años debido a que las mujeres hemos estado conscientes de hacer nuestros un mayor número de espacios públicos y esto incluye al deporte”, analiza para El Economista, Ceciila Vales Villazón, fundadora y directora de She Wins México, una ONG con más de 10 años trabajando en deporte para el desarrollo y educación con niñas y mujeres de México, Latinoamérica y el Caribe.

“Este aumento refleja una mayor inversión en programas de desarrollo deportivo femenino, así como políticas de equidad de género implementadas por varios países, sin embargo, las niñas y mujeres siguen teniendo muchos obstáculos para poder acceder a condiciones deportivas en espacios seguros de alta calidad”. Una de las banderas de París 2024 fue el ser la primera edición de los Juegos Olímpicos con total paridad de género entre los deportistas. Naciones como México llevaron a más mujeres que hombres (63 y 46 para el equipo mexicano). Eso permitió ver historias de éxito que luego tienen impacto en las comunidades, como el caso de la gimnasta Rebeca Andrade. De acuerdo con varios reportes, su actuación incentivó a que cientos de niñas brasileñas buscaran escuelas de este deporte, a pesar de que no todas cuentan con condiciones socioeconómicas de calidad. “El éxito de las mujeres en Juegos Olímpicos tiene un impacto positivo y duradero en las nuevas generaciones de atletas y en la población en general. Ver a mujeres triunfar inspira a niñas y niños a perseguir sus sueños en el deporte sin importar su género.

Existen estudios que muestran como la visibilidad de las atletas femeninas está directamente relacionada con un aumento en la participación deportiva de las niñas. En el caso de los niños, el éxito de las mujeres también desafía los estereotipos de género tradicionales, promoviendo un entendimiento más equitativo del deporte y de la sociedad en general”. También resaltaron los casos de Adriana Ruano, Julien Alfred y Thea LaFond, quienes consiguieron la primera medalla de la historia para sus respectivos países, Guatemala, Santa Lucía y Dominica, causando un efecto de emoción y heroísmo para sus connacionales. Varias de las atletas que destacaron también tienen una segunda profesión.

La propia Adriana Ruano es nutrióloga, pero está el caso de la velocista estadounidense Gabrielle Thomas, triple medallista de oro en París y egresada de neurobiología en la prestigiosa Universidad de Harvard. “El balance general que hago es que las mujeres son atletas admirables, porque a pesar de las dificultades que enfrentan en cuestiones de falta de acceso y oportunidades siguen siendo las grandes ganadoras de los Juegos Olímpicos. “El ejemplo del los Estados Unidos no deja nunca de sorprender. Las mujeres obtuvieron un total 67 medallas en comparación con 52 de los hombres, lo interesante es que si las mujeres de los Estados Unidos representaran por ellas misma a un país, hubieran obtenido el tercer lugar en el medallero olímpico con 26 medallas de oro, 23 de plata y 18 de bronce (…)

Aquí es donde podemos ver con claridad cuando un país invierte en sus atletas mujeres desde el desarrollo y el impacto que tiene no solo en el medallero sino en su sociedad en general”, refiere la especialista. México tiene su propio mérito ya que 19 de las 36 medallas que se han obtenido en lo que va de este siglo (de Sídney 2000 a París 2024) han sido obtenidas por mujeres, 16 por hombres y 1 en equipo mixto. Las mujeres representan el 52% a pesar de ser un país donde proliferan los feminicidios y machismo en un alto margen de impunidad. Es ahí

donde entran las áreas de oportunidad en materia de género para el siguiente evento, que se llevará a cabo en Los Ángeles en 2028. “Aún queda mucho por hacer. Uno de los principales desafíos es asegurar una representación equilibrada de mujeres en posiciones de liderazgo dentro de las federaciones deportivas. Actualmente, según el COI (Comité Olímpico Internacional), sólo un 30% de las posiciones directivas en las federaciones son ocupadas por mujeres. A pesar de ser un tema controversial, muchas investigaciones sugieren la implementación de cuotas de género en los órganos directivos, así como programas de mentorías y desarrollo de liderazgo”.

La especialista enfatiza que los trabajos en cuanto a equidad de género no deben referirse exclusivamente a lo que ocurre en los Juegos Olímpicos, sino que deben ser proyectos a largo plazo y del día a día de las diferentes sociedades. “Por años, se ha enfatizado la necesidad de que las autoridades deportivas promuevan un entorno más inclusivo y de apoyo para las atletas, especialmente en países donde aún existen grandes brechas de género en el deporte. El compromiso con la equidad de género debe ir más allá de la participación en competencias y abarcar también la distribución equitativa de recursos, infraestructura, desarrollo profesional y apoyo técnico.

“Además, se debe asegurar que las políticas no se limiten a la participación, sino que también se reflejen en la cobertura mediática y distribución de recursos. Deben existir cambios en políticas públicas nacionales e internacionales que permitan el acceso a más oportunidades para las mujeres”.

con información de https://www.eleconomista.com.mx/

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