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Muhammad Alí, el ícono que trascendió el deporte

Nueva York, Estados Unidos, 05 de junio de 2016.- Fue rápido de pies y manos, y también con la boca, un campeón del peso completo que prometió sorprender al mundo, y así lo hizo. Más que todo emocionó, incluso después, cuando pagó cara la acumulación de golpes y su voz era apenas un susurro.

Fue Muhammad Alí. Fue El Más Grande.

Alí falleció el viernes a los 74 años, informó su familia. Fue hospitalizado en Phoenix con problemas respiratorios al inicio de la semana y sus hijos viajaron desde varios puntos de Estados Unidos para estar con él.

“Es un día triste para la vida, hombre. Amaba a Muhammad Alí, era mi amigo. Alí nunca morirá”, declaró ayer por la madrugada Don King, quien promocionó algunas de las más grandes peleas de Alí. “Como Martin Luther King, su espíritu vivirá por siempre”.

El funeral será el viernes en su ciudad natal de Louisville, Kentucky, y será abierto al público con homenajes de Bill Clinton, Billy Crystal y periodista deportivo Bryan Gumbel.

“Conmocionó al mundo, y el mundo es mejor por eso. Descansa en paz, campeón”, escribió el presidente estadounidense Barack Obama.

Con un ingenio tan agudo como sus puñetazos, Alí dominó el boxeo durante dos decenios antes que el mal de Parkinson, causado por miles de golpes a la cabeza, destruyese su cuerpo, enmudeciese su voz y pusiese fin a su carrera en 1981.

Ganó y defendió su título pesado en combates épicos y escenarios exóticos, habló enérgicamente en favor de los negros y se negó a ser conscripto en el Ejército durante la Guerra de Vietnam por sus convicciones musulmanas.

Pese a su debilitante enfermedad, viajó por todo el mundo y encontró calurosas recepciones, incluso cuando su una vez poderosa voz fue reducida a un susurro y se vio limitado a comunicarse con un guiño o una sonrisa débil.

“Fue el boxeador más grande de todos los tiempos, pero su carrera boxística es secundaria respecto a su contribución para el mundo”, dijo el promotor Bob Arum. “Es la figura más transformadora de mi era, desde luego”.

Fue reverenciado por millones en todo el mundo y vilipendiado por muchos más. Nunca se cansó de acuñar frases ingeniosas, como cuando se describió a sí mismo, con 1.90 metros y 95 kilogramos, diciendo “floto como una mariposa y pico como una abeja”. Y justamente fue lo que hizo, una manera de pelear nunca antes vista en la división de los pesos completos.

Peleó a lo largo de tres décadas diferentes y finalizó su trayectoria con un récord de 56-5 y 37 nocáuts —26 de esas peleas con la promoción de Arum— y fue el primer púgil en ganar tres veces el título de la máxima división del boxeo por el CMB.

Venció abrumadoramente al temible Sonny Liston, desafió los pronósticos para imponerse a George Foreman en Zaire y casi peleó hasta la muerte con Joe Frazier en las Filipinas. Todo ello con una pintoresca comitiva que agigantó su leyenda.

“Retumba, muchacho, retumba”, le decía su asistente Bundini Brown desde su esquina.

Y eso fue lo que hizo Alí. Peleó contra todos los mejores en su división, y se ganó millones de dólares con su centelleante jab. Sus combates fueron tan memorables que tuvieron nombres, como “Rumble in the Jungle” y “Thrilla in Manila”.

Pero fueron sus payasadas —y sus declaraciones— fuera del ring las que transformaron al hombre bautizado Cassius Clay en el astro Muhammad Alí.

“Soy el Más Grande”, dijo una y otra vez. Muy pocos se atreverían a contradecirle. Alí le dio la espalda a la sociedad blanca al adoptar la religión musulmana y cambiarse su nombre. Desafió el llamado a filas durante la Guerra de Vietnam — “Yo no tengo problemas con el Viet Cong”— y perdió tres años y medio del momento cumbre de su carrera.

El rey de la jungla

Quizás su pelea más famosa es el “Rumble in the Jungle”, cuando sorprendió al intimidante George Foreman para convertirse en campeón mundial otra vez a los 32 años.

Muchos estaban preocupados de que Muhammed Alí fuese lastimado de gravedad por el poderoso Foreman, quien había derribado a Frazier seis veces para noquearlo en dos asaltos.

Pero aunque sus mejores días en el ring ya habían pasado, Alí tenía la lengua más afilada que nunca, y promocionó la pelea como sólo él sabía hacerlo.

“Ustedes creen que el mundo se sorprendió cuando Nixon renunció”, dijo. “Esperen a que patee el trasero de George Foreman”.

Alí se ganó el cariño de un país antes de ganar la pelea, juntándose con el pueblo mientras se entrenaba y exhibiendo el encanto por el que ya era famoso. En el vuelo antes de llegar a Zaire, preguntó qué era lo que los ciudadanos de ese país más detestaban. Le dijeron que los belgas, porque habían colonizado el país.

“George Foreman es belga”, gritó Alí a la multitud que fue a recibirlo al aeropuerto. Cuando la pelea finalmente se realizó en la madrugada del 30 de octubre de 1974, tenía a Zaire en el bolsillo.

“Alí booma-ya (Alí, mátalo)”, coreaba la muchedumbre cuando empezó la pelea en Kinshasa.

Alí empleó una estrategia que sería conocida como “rope-a-dope” (enlazar a un tonto) para vencer a Foreman: se recostó en las sogas y dejó que Foreman lo golpeara con todo, aunque alcanzando a evadir o tapar la mayoría de los puños. Finalmente, noqueó a un agotado Foreman en el octavo round.

“Les dije que soy el más grande”, exclamó Alí.

Ali perdió el título ante Leon Spinks, y regresó para recuperarlo el 15 de septiembre de 1978, cuando se llevó una decisión sobre Spinks en el Superdome en Nueva Orleáns.

El mundo es mejor por Alí: Obama

El presidente Barack Obama, quien posee un par de guantes utilizados por Muhammad Alí y los conserva en su estudio privado de la Oficina Oval, dijo que Alí “estremeció al mundo, y el mundo es mejor por eso”.

Obama comparó a Alí, quien murió el viernes, con otros líderes de los derechos civiles de su época, y afirmó que el boxeador emuló a Martin Luther King Jr. y Nelson Mandela en la lucha por lo que era correcto. Alí desafió al servicio militar en el apogeo de la Guerra de Vietnam y perdió tres años y medio del mejor momento de su carrera.

“No era perfecto, por supuesto. Pese a toda su magia en el ring, pudo ser más cuidadoso con sus palabras y todas las contradicciones cuando su fe evolucionó”, dijo el mandatario en una declaración con la primera dama Michelle Obama. “Pero su maravilloso, contagioso e incluso inocente espíritu le ganó en última instancia más seguidores que enemigos, tal vez porque en él, esperábamos ver algo de nosotros mismos”.

Sus inicios y primeras luchas

Nacido Cassius Marcellus Clay el 17 de enero de 1942 en Louisville, Kentucky, Alí comenzó a boxear a los 12 años después que le robasen su bicicleta nueva y le prometió al policía Joe Martin que él le daría una paliza a la persona que se la hurtó. Clay pesaba apenas 40 kilos en aquel entonces, pero Martin comenzó a entrenarle en su gimnasio de boxeo, en el inicio de una carrera amateur de seis años que concluyó con la medalla de oro en los pesos ligeros en las Olimpiadas de 1960.

Alí ya había tenido que lidiar con el racismo. En viajes deportivos, él y sus compañeros de equipo tenían que quedarse en el coche mientras Martin les compraba hamburguesas. Cuando regresó a Louisville con su medalla dorada, la Cámara de Comercio le otorgó un homenaje, pero dijo que no tenía tiempo para patrocinar una cena en su honor.

En su autobiografía, “The Greatest”, Alí escribió que lanzó su medalla de oro al Río Ohio tras una pelea con una pandilla de motociclistas blancos, que comenzó cuando a él y a un amigo les negaron servicio en un restaurante en Louisville.

Esa anécdota pudo ser inventada, y Alí más tarde dijo a amigos que simplemente había perdido la medalla. No obstante, lo que quiso decir estaba claro.

HITOS EN SU VIDA
La conversión, la suspensión y el regreso

Tras vencer a Sonny Liston para ganar la corona pesada en 1964, Cassius Clay sorprendió al mundo del boxeo al anunciar que era miembro de la Nación del Islam y que rechazaba su “nombre de esclavo”. De ahí en adelante sería conocido como Muhammad Alí y su libro sería el Corán.

La afiliación de Alí con la Nación del Islam indignó y perturbó a muchos estadounidenses blancos, pero fue su negativa a registrarse en el Ejército lo que les enfureció más. Eso sucedió el 28 de abril de 1967, un mes después de que noqueó a Zora Folley en el séptimo asalto en el Madison Square Garden de Nueva York en la octava defensa de su cetro. Se le condenó por evadir la conscripción al ejército. Fue despojado de su título y expulsado del boxeo.

Alí apeló el fallo sobre la base de que era un clérigo musulmán. Se casó con Belinda Boyd, segunda de sus cuatro esposas, un mes después de ser convicto, y tuvo cuatro hijos con ella. Procreó dos más con su tercera esposa, Veronica Porsche, y adoptó un niño con su cuarta esposa, Lonnie Williams.

Durante su destierro boxístico, Alí habló en universidades y se presentó brevemente en un musical de Broadway llamado “Big Time Buck White”. Aun enfrentando la posibilidad de ir a prisión, se le permitió regresar al boxeo tres años más tarde.

Alí noqueó a Jerry Quarry en tres asaltos el 26 de octubre de 1970 en Atlanta, pese a esfuerzos del gobernador del Estado de Georgia para impedir la pelea. Y seguía enfrentando la posibilidad de cárcel cuando peleó con Joe Frazier por primera vez el 8 de marzo de 1971, en la llamada “Pelea del Siglo”, pero unos meses más tarde la Corte Suprema anuló la condena por votación de 8-0.

“Ya yo he celebrado todo lo que tengo que celebrar”, dijo Alí al conocer la decisión. “Voy a rezarle a Alá”.

Muchos en el mundo del boxeo opinan que Alí no volvió a ser el mismo después de su larga ausencia, pese a que ganó la corona otras dos veces y la defendió varias más, incluyendo la legendaria pelea con George Foreman y las tres batallas con Frazier.

TROTAMUNDOS
El misionero del Islam llegó hasta donde el Parkinson se lo permitió

“El boxeo fue mi trabajo, la primera parte de mi vida”, dijo en 1990, y añadió su típica fanfarronería: “Voy a ser el mejor evangelista de la historia”.

Muhammed Alí no pudo cumplir ese objetivo porque el Parkinson le robó el habla. La enfermedad se cobró un saldo tal en su cuerpo que verlo en sus últimos años — tembloroso, con su rostro congelado, el hombre que inventó el paso de Alí ahora apenas pudiendo caminar— sorprendió y entristeció a quienes que le recordaban en su época de gloria.

El silencio de los últimos años de Alí fue un marcado contraste con el rugido de una carrera que tuvo picos impresionantes y caídas estrepitosas. Irrumpió en la escena pública con una serie de peleas televisadas que mostraron a un carismático campeón que entretuvo a millones al entablar duelos verbales con gente como el comentarista Howard Cosell en entrevistas.

Alí calculó una vez que había recibido 29 mil golpes a la cabeza y ganado 75 millones de dólares en su carrera, pero el efecto de los puñetazos permaneció mucho después de que gran parte del dinero se había esfumado. Eso no le impidió viajar incansablemente para promover el Islam, reunirse con líderes mundiales y hasta abogar por una ley con su nombre que buscaba reformar el boxeo. Aunque tuvo que aflojar el paso en años recientes, se las arregló para hacer numerosas presentaciones, incluyendo un viaje a Irlanda en 2009 y otro a los Juegos Olímpicos de Londres 2012.

Despreciado por algunos por sus opiniones y su negativa a inscribirse en el Ejército en los sesenta, el Alí envejecido se convirtió en una figura conmovedora cuya mera presencia en un acontecimiento deportivo causaba largas ovaciones.

Con el rostro casi paralizado por el Parkinson y las manos temblorosas, Alí encendió la llama olímpica en Atlanta 1996, en un espectáculo casi tan emocionante como algunas de sus peleas más memorables.

Unos pocos años después, Alí se sentó calladamente en la sala de un comité del Congreso en Washington. Su mera presencia fue suficiente para convencer a los legisladores de aprobar la ley de reforma del boxeo que llevaba su nombre, y que protege a los pugilistas ante organismos y promotores.

REACCIONES

“En un tiempo en el que los negros que alzaban la voz sobre las injusticias eran etiquetados y muchas veces arrestados bajo cualquier pretexto, Muhammad sacrificó con entrega los mejores años de su carrera para luchar y permanecer de pie por lo que él creía correcto. Y haciéndolo, consiguió que todos los americanos, negros o blancos, permanecieran de pie también. Puede que yo mida casi 2.20, pero nunca me he sentido tan alto como junto a su sombra”.

Kareem Abdul Jabbar, ex jugador de la NBA

“A partir de ahora hay que aprender y entender la vida sin Muhammad Alí, cambió el rumbo del boxeo, de cómo se promueve el boxeo y el deporte, fue una persona humanitaria que influyó a millones de personas en su vida”.

Mauricio Sulaimán, presidente del CMB

“El señor Alí fue mucho más que un boxeador legendario; fue un campeón mundial de la igualdad y la paz. Con una combinación incomparable de principios, encanto, ingenio y gracia, luchó por un mundo mejor y utilizó su podio para elevar a la humanidad”.

Ban Ki Moon, secretario general de la ONU

“Muhammad Alí fue mi amigo, mi ídolo, mi héroe. Siento una tristeza abrumadora, le deseo que descanse en paz con Dios. Mando mi amor y fuerza a su familia”.

Pelé, legendario futbolista brasileño

“Se fue el mejor de todos los tiempos, con mucha diferencia. Fue el único hombre que me hizo ver llorar a mi papá cuando lo vio de frente en vivo en la pelea entre Ray Sugar Leonard y Tommy Hearns, en Las Vegas, en el año ‘81. ¿Así que cómo no voy a sentir esta pérdida, si es lo que más admiraba mi viejo?”

Diego Maradona, ex astro argentino

FRASES CÉLEBRES DE ALÍ

• La más definitoria del tipo de boxeador que era cuando dijo la de “vuela como mariposa, y pica como abeja. ¡Ruge, joven, ruge!”, antes de su primera pelea ante Sonny Liston en 1964.

• Al negarse el 17 de febrero de 1966 a cumplir con la llamada a filas para ir a la Guerra de Vietnam se limitó a decir: “No tengo ningún problema con el Vietcong”.

• También sobre el mismo asunto y los intentos del gobierno de enviarle a presión. “Ellos hicieron lo que les pareció correcto, y yo hice lo que me pareció correcto”.

• La justificación que dio cuando el 30 de junio de 1967 decidió cambiarse de nombre y explicó que “Cassius Clay era el nombre del negrero”.

• Su triunfo sorpresa ante George Foreman, en Kinshasa, el 1 de octubre de 1974, que recuperó el título mundial. “Le dije a todos mis críticos que soy el mejor de la historia. Nunca esperen que pierda hasta que tenga unos 50 años”.

• En cuanto a su compromiso social como negro que se sintió discriminado, Alí dijo: “No puedo hablar el inglés perfecto de los blancos, pero tengo sabiduría”.

• También dijo: “Soy América. La parte que no van a reconocer. Pero acostumbrados a mí. Negro, confiado, chulo, a mi nombre, no el suyo; mi religión, no la suya; mis metas, la mía propia; acostumbrarse a mí”.

• Su compromiso con la religión del Islam, al que se convirtió le hizo decir: “Alá es el más grande. Yo sólo soy el boxeador más grande”.

Con información de: http://www.informador.com.mx/

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