Michelle Bachelet canta
Cd. de México, México, 17 de agosto 2015.- Pero no es canto socialista, aprendido en el exilio o en el campo de concentración Villa Grimaldi donde recibió golpes y tortura psicológica en 1975, durante la dictadura pinochetista.
Es algo más simple lo que la Presidenta chilena canta, una canción del grupo mitad chileno mitad mexicano Los Ángeles Negros: “Y volveré”.
“No sufras maaás, quizás mañana nuestro llanto quede atrás/ y si me dices que tu amor me esperará, tendré la luz que mi sendero alumbrará”.
No es común ver a un Jefe de Estado cantando, mucho menos que un vocalista llamado Johnny Antonio, moreno, medio gordo, con la cabellera risada a lo Rigo Tovar, le ponga una mano en la espalda, mientras le acerca el micrófono con la otra.
Bachelet al principio quería resistirse. En realidad desde que los seis ángeles negros -traje negro, por supuesto, corbata blanca, el aire de galanes de otra época- pasaron al frente y comenzaron con “Déjenme si estoy llorando”, ella hizo los coros desde su lugar en primera fila, se palmeaba la rodilla, cerraba los ojos, sacudía la cabeza.
En el vestíbulo del Teatro Julio Castillo, elementos del Estado Mayor, amenazantes, vigilaban la última actividad pública de la Presidenta chilena.Había sillas de plástico transparente para unos 200 chilenos residentes en México, la mayoría con el cabello blanco, otros 100 se quedaron de pie, y al frente colgaba una manta roja con seis estrellas y el nombre del país andino.
Mientras Bachelet entregaba reconocimientos a una decena de compatriotas destacados, el grupo que nació en 1967 en Chile, esperaba al fondo, en la oscuridad, detrás de las cámaras.
Luego, sin embargo, salieron a reclamar su papel de estelares y a la mitad de la sexta canción Johnny Antonio baja los cuatro escalones moviendo sus caireles: “Quiero aprovechar y esta tarde voy a cantar con ella”, dijo y le acercó el micrófono.
Es probable que desde ya Bachelet, a punto de cumplir 64 años, estuviera recordando su juventud.
En una fotografía color sepia publicada en 2013, se le ve en el Liceo 1 de Niñas sosteniendo una guitarra de madera frente a un micrófono al lado de otras tres jovencitas, todas un vestido a rayas.
El grupo se llamaba Clap Clap, que cambió luego a Las Hechizadas. Ayer por la tarde, antes de acudir con Los Ángeles Negros, ella lo había recordado.
“Era mejor cantante y guitarrista que voleibolista, para ser franca”, dijo, “pero ahora me encanta bailar”.