Malos maestros generan sentimientos de incapacidad en sus alumnos: UNAM
- La afectividad en el aula es tan importante como los procesos cognitivos, afirmó Benilde García, de la Facultad de Psicología de la UNAM
• Un proceso considerado de alto nivel como la creatividad, no ocurre si no hay un componente emocional detrás, dijo
Los malos maestros generan en sus alumnos sentimientos de incapacidad que pueden acompañarlos durante mucho tiempo y marcar su estilo personal de enfrentar sus estudios. En vez de disfrutar, alegrarse y emocionarse positivamente, experimentan ansiedad, aburrimiento y falta de orgullo por los logros alcanzados, sostuvo Benilde García Cabrero, de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
Quienes han pasado por un aula tienen ejemplos de profesores difíciles, desde los que ejercían todo tipo de castigos físicos como golpes con el borrador o jalones de patillas, hasta los que descalifican a sus alumnos.
Un mal maestro que no gestiona sus emociones pone un mal ejemplo y hace que sus educandos tengan sentimientos de poco valor en sí mismos, y así difícilmente pueden enfrentar una tarea y desarrollarla con éxito, dijo la académica de la División de Estudios de Posgrado de la FP.
Muchos chicos sienten terror, no levantan la mano, no opinan, no participan, porque detrás tienen una historia de descalificación. Ese tipo de mentores deja una huella negativa y “produce daños terribles a largo plazo”, afirmó.
La doctora en psicología educativa por la UNAM y la Universidad de McGill, Canadá, explicó que el aula es un espacio emocional; los profesores muestran emociones positivas en diferentes momentos, como alegría y entusiasmo, cuando quieren enfatizar un punto importante, y negativas como enojo, frustración o descontento, cuando los alumnos rompen las reglas.
“Si queremos que las expresiones afectivas estén guiadas por la llamada ética del cuidado, debemos procurar que los estudiantes estén en un clima emocional propicio para el aprendizaje, y disminuir las expresiones negativas”, subrayó la especialista.
Las investigaciones en áreas como la educación y las neurociencias demuestran que dichos ámbitos son tan importantes como los cognitivos, y que en el campo académico determinan en gran medida qué tanto el alumno se involucra en la materia de estudio, remarcó Benilde García.
Las emociones conducidas correctamente hacen posible que cuando el profesor muestre entusiasmo, llame la atención del alumno; las expresiones faciales, posturas y tonos de voz provocan que se sienta atraído. Incluso, “se ha visto que si se usa el humor adecuadamente, los jóvenes se motivan, participan y perseveran”.
En esas condiciones, el cerebro se relaja y los niños son sumamente creativos, no tienen miedo; pero luego la dimensión afectiva cambia en los siguientes niveles educativos y comienza el miedo al fracaso y la ansiedad. Ya en la primaria muchos pequeños hacen un dibujo o trabajo, lo arrugan y lo tiran, porque ya se destruyó el orgullo personal por los logros alcanzados, remarcó García Cabrero.
“Si queremos evitar problemas sociales, la afectividad en el aula puede ser un antídoto contra la violencia y puede abonar, poco a poco, a la cultura de la paz”, finalizó.