Lenguas maternas fundamentan el origen de los pueblos en México.
México, 19 de febrero del 2019.- Cuando la palabra surge, se da el principio de todo. Entre las líneas del Popol Vuh se describe que todo el fundamento de la existencia está en el aire, y que este aliento de vida, “no esperó el sonido, ni a la palabra, ni siquiera esperó a que los dioses tuvieran conciencia de su propia existencia”.
“Vino, se posó en los labios de los dioses, produjo el sonido e hizo que naciera la palabra que, a final de cuentas, es la concreción abstracta de la conciencia de existir”, narra el poeta yucateco, Feliciano Sánchez Chan.
De esta manera, relata que los dioses tuvieron la capacidad de nombrarse a sí mismos y a través de la palabra, designar toda la creación.
Esta idea se encuentra presente en la tradición maya, donde al igual que otras culturas indígenas, el idioma, la oralidad y la escritura son parte esencial de los pueblos para explicar su origen.
En el marco del Día Internacional de la Lengua Materna (21 de febrero), cinco escritores y poetas de las lenguas maya, tsotsil, zapoteco, náhuatl y mazahua compartieron en entrevista con Notimex su forma de ver y entender el mundo a través de su idioma.
Haciendo referencia al sentido que cobran las palabras en cada una de sus lenguas, contaron una narración que evoca el origen de sus pueblos.
Feliciano Sánchez descubrió la importancia que tiene el maya participando a lo largo de su vida en los distintos espacios cotidianos y rituales donde su lengua materna era protagonista.
Sin embargo, cuando era niño, el asistir a la escuela y tener que aprender español mecánicamente para estudiar le representó un conflicto.
“Hay muchas palabras que desde la lengua maya yo las adquirí con una cosmovisión totalmente distinta y aprenderme mecánicamente sus nuevos nombres en español, eran palabras frías, eran palabras que no tenían gran significado”, comenta.
A los nueve años, inconforme con la manera como los maestros le daban clases, empezó a dirigir un grupo de teatro y hacer pequeñas adaptaciones en su comunidad ubicada en Mérida, Yucatán, con el objetivo de expresar en su propia lengua pensamientos y conceptos que tuvieran sentido, tal como había aprendido de su pueblo.
“El dios occidental crea todo en un sólo acto y una vez terminado, lo deja tal cual, así permanece hasta la actualidad”, precisa. “Para nosotros los mayas hemos tenido tres creaciones distintas”.
Señaló que “nuestros dioses, en el primer ejercicio nos crean de barro, nos dan vida, inteligencia, nos dan capacidad, y de pronto, por nuestras actitudes reconocen que no somos los mejores, no somos los que debíamos de ser, entonces ocurre una primera destrucción”.
Agregó que “luego, nuevamente analizan, discuten y unen su palabra. Así crean a un hombre con madera”.
El especialista consideró que “el problema con este hombre, señala, es que se puso tan altivo y altanero que quiso compararse con los dioses. Por ello llega el momento en el que le reducen su visión y su capacidad de ver el Universo”.
Manifestó que “aún así el hombre de madera permanecía cada vez peor, entonces con un gran eclipse los dioses le quitan la capacidad de ser humano y se la otorgan a nuestros utensilios y herramientas, a todo lo que nos rodea, de modo que adquieren conciencia y palabra, pero ellos nos reclaman por el trato que les damos”.
Por ejemplo, la olla dijo “por mucho que ves que estoy al rojo vivo, sigues atizando leña al fuego y nunca reparaste de mi sufrimiento”.
“En ese trance ocurre la segunda destrucción de los mayas y cuenta el poeta, que los pocos hombres de madera que quedaron son los monos que vemos andar en los árboles hoy en día”, añadió.
Expuso que “los dioses se reúnen nuevamente y plantean la tercera creación que ocurre con la masa de maíz blanco y amarillo. Asimismo, determinan que de esa materia tenemos que alimentarnos y a nuestros hijos”.
Resaltó que “aunque fue una promesa de los dioses, el maíz no se nos entregó en ese instante, sino fue guardado en un lugar secreto hasta que con nuestras actitudes pudiéramos demostrar que lo merecíamos”.
Sánchez refirió que “varios siglos nos alimentamos de otras cosas, hasta que un día las hormigas empiezan a sacar debajo de una gran roca, la montaña wits como se le conoce en maya, un grano que no se conocía. Cuando el hombre se entera de esto, intenta sacar el maíz, pero ninguna de sus herramientas bastaron para extraerlo”.
Expresó que “le piden ayuda a los dioses y estos les dicen que efectivamente es la gran promesa que tenían para ellos, pero para entregarlo, los hombres de maíz tenían que descubrir cuál es su vocación en la tierra y en el Universo”.
Así fue como nuestros abuelos respondieron “cultivar y cuidar del maíz y su entorno porque sabemos que el día que se extinga será también nuestro fin”.
“Entonces, los dioses se dieron cuenta que nuestros abuelos tenían claridad acerca de su vocación en el universo y les entregaron el maíz con ayuda de los dioses del rayo quienes rompieron la gran roca y lo sacaron”, expresó.
Dicha condición para la entrega del maíz fue lo que marcó la forma de pensamiento en los mayas, de modo que siempre buscaron una convivencia armónica con el universo entero y es una filosofía que permanece todavía.
Con esta cosmovisión, el poeta yucateco Feliciano Sánchez relata que la suplantación de los conceptos de una nueva lengua en su vida para denominar de otra forma lo que ya había aprendido en su infancia fue un proceso complejo.
“Para mí desde mi contexto cultural, lingüístico, geoespacial, las cosas nacen con su propio nombre en maya. Para mí la estrella es eck y cuando me cambian el nombre y me dicen que así lo tengo que aprender y así lo tengo que decir, algo choca en mi pensamiento”, señala.
Sánchez Chan explica que la lengua maya es altamente metafórica y está conformada por cinco aspectos fundamentales. El primero es el aliento de vida que todo ser existente tiene, ya sea animado o inanimado; el segundo aspecto es el significado; el tercero, la fuerza de la palabra; el cuarto es la carga del enunciado y los discursos.
“Finalmente tiene un aspecto que me cuesta trabajo explicar en español, pero en maya se llama Kinam que es la fuerza cósmica y este último aspecto es la parte más delicada, porque, así como la palabra, en boca de los dioses decretó la creación, igual puede decretar el exterminio”, afirma.
Feliciano Sánchez Chan considera que quienes usan la palabra de manera pública tienen más responsabilidad y la obligación de conocer estos cinco aspectos de la lengua para no provocar daño.
Y esta misma visión de responsabilidad, la comparte su colega el poeta y escritor tsotsil, Alberto Gómez Pérez quien aborda una lucha de enseñanza de la lengua, en la que los idiomas se puedan impulsar mediante actividades didácticas y sobre todo, contribuyan a arraigar valores milenarios como entender a la vida como si fuera un ser pensante.
Foto: Notimex
Texto: Ashlei Espinoza Rodríguez y Gerardo Avendaño | Notimex