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La recesión en Brasil se profundiza a unos días de los Juegos Olímpicos

En medio de una crisis política, Brasil se ha hundido más en la recesión. La economía de Brasil, la mayor de América Latina, se contrajo 5.4% en el primer trimestre de este año, según datos del gobierno divulgados el miércoles.

La noticia se produce cuando Brasil está a solo 64 días de celebrar los Juegos Olímpicos de Verano en Río de Janeiro, y el país se encuentra en medio de una inmensa agitación política.

Apenas el mes pasado, la presidenta Dilma Rousseff fue suspendida temporalmente por un voto de juicio político en el Congreso. Su vicepresidente, Michel Temer, ha tomado posesión como presidente interino.

Los expertos habían pronosticado que la economía de Brasil iba a contraerse más de lo anunciado. La cifra mejor a la esperada refleja un último esfuerzo de Rousseff por ganar más apoyo de la población al aumentar el gasto público en abril antes de las votaciones.

“El desglose de las contribuciones [a la actividad económica] todavía revela una debilidad extrema en partes clave de la economía”, dice Neil Shearing, economista en jefe de mercados emergentes de Capital Economics, una firma de investigación.

Brasil está en su recesión más larga desde la década de 1930. La inflación se ha disparado, la confianza del consumidor se ha desplomado y un masivo escándalo de corrupción continúa envolviendo a funcionarios públicos a dos años desde que comenzó. Y las malas noticias no acaban ahí.

El martes, los funcionarios del gobierno anunciaron que el desempleo en Brasil se disparó al 11.2% en el periodo comprendido entre abril y febrero. Hay 11.4 millones de brasileños desempleados, un alza de casi 20% respecto a hace un año.

La recesión en Brasil comenzó a principios de 2015, a medida que los precios de las materias primas —su principal motor de crecimiento— colapsaron, y el escándalo de corrupción en la empresa petrolera estatal, Petrobras, envolvió a políticos de todas las ramas y a muchos propietarios de negocios.

En conjunto, la crisis política, la recesión y el virus del Zika han generado preocupaciones sobre la preparación de Río como sede de los juegos. Hasta el momento, los funcionarios olímpicos dicen que las instalaciones están casi completamente terminadas y han expresado su confianza en que los Juegos Olímpicos serán un éxito.

Aún así, la crisis política contrastará con cualquier aclamación olímpica que se escuche en Río. Temer, el presidente interino, ya se ha topado con obstáculos. Tres semanas después de tomar el cargo, dos de los ministros de Temer han renunciado debido a acusaciones de corrupción.

El domingo, las grabaciones de llamadas telefónicas filtradas mostraron que el nuevo ministro de Transparencia de Temer —que fue designado para combatir la corrupción— asesoró a un senador sobre cómo esquivar una investigación por ese tema. El ministro, Fabiano Silveira, renunció el lunes. El ministro de Planificación Romer Juca renunció la semana pasada, cuando las grabaciones mostraron que estaba tratando de obstruir una investigación federal.

La agitación política no ayudará a Brasil a combatir una difícil economía global. Los precios de los productos básicos siguen siendo bajos debido a que China, un gran importador de materias primas, aún sigue en medio de una desaceleración. Brasil ha aumentado considerablemente su dependencia hacia China como socio comercial.

El banco central de Brasil estimó en marzo que la economía se contraería 3.5% durante todo este año. En 2015, se contrajo 3.8%.

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