Importante atender la salud mental de la niñez después de un sismo
México, 19 de septiembre del 2018.- A diferencia del sismo de 1985, en el del año pasado se ofreció más atención a la población infantil y juvenil; hubo una mayor velocidad de respuesta para atender sus necesidades y garantizar sus derechos; sin embargo, es necesaria una mayor coordinación e información homogénea y actualizada para identificar problemáticas ocurridas luego de un desastre natural.
En entrevista con Notimex, el representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en México, Christian Skoog, detalló que los mayores retos a enfrentar por el organismo durante el sismo del año pasado fueron los relacionados con la inmediatez y la velocidad de la llegada de la ayuda humanitaria.
Resaltó la necesidad de reconocer los avances logrados por el país y expuso que existen diferencias abismales entre el sismo de 1985 y el de 2017, en el que las respuestas fueron más rápidas que las observadas hace más de tres décadas.
En su opinión, es importante mejorar la coordinación e información entre las autoridades estatales y locales con datos actualizados y homogéneos, pues “armonizar esos sistemas sería muy útil para poder tomar las decisiones adecuadas y avanzar más rápido en las zonas en donde se necesita más ayuda”.
Lo anterior, dijo, sumado a acciones de monitoreo para determinar la ayuda que ha sido entregada y la coordinación entre dependencias federales y estatales, así como con organizaciones civiles para equilibrar la respuesta de ayuda y distribuirla a todas las personas afectadas.
Así, abundó, con una mayor preparación de los sistemas de información sería posible canalizar de mejor manera la ayuda, retos que deben ser afinados para una próxima vez que ocurra un desastre de esa naturaleza.
Explicó que México es un país en el que las brechas sociales son marcadas y existen niños y adolescentes en condiciones de vulnerabilidad que requieren más apoyo; sin embargo, son los que menos lo reciben debido a la poca accesibilidad a zonas lejanas y a aspectos relacionados con la penetración tecnológica.
La respuesta de atención luego del sismo del 19 de septiembre pasado en la Ciudad de México fue más contundente que en otras zonas, y una de las afectaciones sufridas por niños y adolescentes fue el acceso escolar, problema que fue solventado con la planeación de espacios educativos alternativos para que no perdieran clases.
Skoog enfatizó que en el sismo de septiembre del año pasado se atendió de manera puntual la salud física de la población infantil y juvenil; sin embargo, la prioridad a la salud mental ha sido un tema abordado de manera secundaria, por lo que es importante focalizar los esfuerzos en ese sentido, “esto deja más daño en el largo plazo para los niños”.
Destacó los trabajos realizados por Unicef para atender la salud mental de los infantes y adolescentes afectados, mediante enlaces con organizaciones civiles y universidades para movilizar ayuda psicológica o crear espacios amigables para los menores, con la finalidad de que pudieran jugar y expresarse, como una manera de superar el trauma causado por los sismos.
También se emprendieron acciones de detección de niños que requirieron atención psicológica más especializada, lo cual se debe hacer desde un inicio debido a que aun cuando los infantes son más resilientes, sin un buen manejo puede haber afecciones a su salud psicológica, por lo que este aspecto es uno de los que deben ser fortalecidos.
“No atender su situación emocional afecta sus capacidades intelectuales y su potencial de desarrollo, no sólo en el rendimiento académico, sino que son personas más introvertidas y negativas; es necesario ofrecer atención para su desarrollo total”, explicó.
La intención de la Unicef, precisó, no es estar de manera permanente en las comunidades afectadas, sino que se trata de ser un apoyo para las autoridades mexicanas y se continuará con ese apoyo hasta finales de este año para asegurar que existan materiales y espacios habilita