Cultura

Fonoteca recordará a Salvador Elizondo en sus Efemérides sonoras

México, 28 Marzo de 2016 (Notimex).- La Fonoteca Nacional se sumará a los homenajes al escritor mexicano Salvador Elizondo (1932-2006), en el décimo aniversario de su muerte, cuando mañana reproduzca desde su página de internet una selección audios con la voz del autor.Otros tributos han venido ocurriendo a lo largo del mes, bajo los auspicios de El Colegio de México, quien recuerda la vida y obra de este emblemática pluma, con una muestra y la edición conmemorativa de su obra más destacada, “Farabeuf”, así como sus “Diarios 1945-1985”, ésta a cargo del Fondo de Cultura Económica.

Salvador Elizondo nació en la Ciudad de México el 19 de diciembre de 1932; hijo de productor de cine Salvador Elizondo Pani.

Datos biográficos del autor lo describen como un joven que desde muy temprana edad tuvo contacto con el universo de las letras y las artes; que residió un tiempo en Europa y Estados Unidos y regresó a México fuertemente influenciado por las vanguardias.

Convertido en un “hombre de mundo”, hacia 1960 publicó su primera entrega “Poemas”, y cinco años después vendría “Farabeuf o la crónica de un instante”, por la que recibió el Premio Xavier Villaurrutia en 1965.

La Secretaría de Cultura federal apunta que en esta novela, Elizondo se aproxima al lector a través de la metáfora del juego de adivinación I-Ching, donde las nociones de bien y mal, espacio-tiempo, que se difuminan y complementan.

Dos años después dedicó a María Rodríguez, “El hipogeo secreto” (1967), segundo texto novelístico en el que el autor profundiza sus reflexiones sobre el lenguaje.

Daniel Sada afirma que Salvador Elizondo es el escritor más inclasificable de la narrativa mexicana, no obstante, o quizá precisamente por ello, su figura es fundamental en la literatura mexicana de la segunda mitad del siglo XX.

Al momento de su muerte, Salvador dejó además de una valiosa obra literaria, en la que figuran sus novelas, ensayos críticos y textos periodísticos, más de 83 cuadernos de diarios que abarcan del año 1945 al 26 de marzo de 2006, tres días antes de morir.

Paulina Lavista, fotógrafa y compañera inseparable de Elizondo, ha comentado que rumbo a la mitad de su existencia, estos diarios se convirtieron casi en una obligación para el escritor.

En aproximadamente 30 mil páginas escritas se puede echar un vistazo a una ordenada colección de pensamientos, poemas, dibujos, ideas, proyectos de un hombre sensible, vanguardista, complejo y profundamente comprometido con su vocación.

Paulina Lavista, quien fuera segunda esposa del autor, recordó en una entrevista a “Letras Libres” que su esposo lo era todo, pero “sobre todo era un escritor… siempre acudía a sus cuadernos, siempre escribía en sus diarios, en ellos vertía todas sus ideas y proyectos, aunque éstos fueran banales, y escribía y escribía que escribía, cuando no lo hacía se sentía frustrado…”.

A pesar de que el escritor consignó que los diarios se publicaran 20 años después de la fecha de su muerte, “Diarios” se sumó este año a una colección de “artefactos literarios”, textos inefables que son más experimentaciones estéticas literarias que obras de rigurosa estructura.

Rasgo con el que, precisamente Alejandro Cruz Atienza, editor del Colegio Mexicano, define a Salvador Elizondo, como “un escritor de ruptura”.

Salvador Elizondo falleció el 29 de marzo de 1996 y fue despedido de manera pública en el Palacio de Bellas Artes, como sólo había ocurrido entonces con Octavio Paz (1914-1998), el Premio Nobel de Literatura 1990.

NTX/AMA/MCV
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