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Fito Páez da alegría a nuestros corazones; México se le entrega

  • El cantante argentino tocó por primera en el Zócalo de la capital del país, donde logró reunir a 80 mil personas

Ciudad de México, 19 de enero del 2025.- Con las pantallas encendidas en color rojo y la silueta de uno de los músicos a contraluz, Fito apareció en el escenario para tocar por primera vez en el corazón de la Ciudad de México, y no podía empezar de otra forma que no fuera que con El amor después del amor con la que el público lo recibió con una ovación y lo acompañó con las palabras que inmortalizaron la rola.

Fito siempre siendo Fito decidió que el atuendo de la velada sería un pantalón rojo acompañado por un blazer largo con capa del mismo tono y camisa de cuello alto amarilla para contrastar el outfit de la velada.

Y entonces llegó el momento en el que el argentino se puso en su elemento para darle vida a Dos días en la vida, rola con la que la Catedral Metropolitana y los edificios circundantes a la plancha del Zócalo brillaban con la música y aquellos conocedores cantaron la rola.

La pantalla del fondo del escenario se encendió con barras de colores para darle un toque único a Trafico por Katmandú, rola con la que Fito dejó claro que lo de él es el rock y que fue este género el que lo convirtió en una de las figuras más importantes del sonido que llegó desde el cono sur.

Si bien los sonidos en tendencia hoy en día son otros, Fito es uno de esos sobrevivientes a las modas y el tiempo; es atemporal y es capaz de seguir hechizando no sólo a sus fans, sino a las nuevas generaciones que hoy estuvieron presentes y lo escucharon en vivo por
primera vez

“¿Qué tal ahí, eh? ¡Qué hermosura! Vamos a cantar”, lanzó el originario de la provincia de Rosario, Argentina, para darle paso a una de las canciones más icónicas de su repertorio. 11 y 6 llegó al Zócalo en la voz de su autor sólo para que el público fuera quien verdaderamente la cantara… todo bajó la supervisión, y sonrisa, de Fito. “Se la saben cantar”, apuntó.

No hay manera que la música de Páez no refleje su entorno y sus experiencias de vida; un ejemplo de esto es Yo vengo a ofrecer mi corazón, canción que fue publicada en 1985 en el disco Giros y con la cual hace un manifiesto contra la injusticia y una muestra de solidaridad… después de que sus abuelas fueran asesinadas. Con este tema al argentino tocó no sólo su piano, sino el corazón y la consciencia social, aunque fuera por un momento, de los presentes.

Fito ya no es ese chamaquito que luchaba en los 80 para adueñarse de un espacio en la escena nacional e internacional del rock en español, ahora es un músico consagrado y reconocido que mantiene ese espíritu y sobre todo esa autenticidad que lo caracterizó desde su inicio y donde canciones como Cadáver exquisito lo dejan en claro, y más cuando el escenario se pinta en negro con pequeñas luces que parecen estrellas.

Y ése fue fondo el que dejó la figura de Páez en su piano, con una sonrisa que aparecía cada que volteaba al público, y que le hacía notar su felicidad de estar ahí y de darle vida a Un vestido y un amor. Entonces no dudó en levantarse del banquillo para que, como director de orquesta, hiciera que el público continuara el tema a todo pulmón.

“¡Fito, Fito, Fito, Fito, Fito!”, gritaba la gente mientras que el argentino pedía que pararan. “Hay muchísima gente viéndonos allá atrás de las cámaras, en todo el mundo, vamos a hacer contacto con todo ellos”, dijo para ser interrumpido por el público que lo vitoreó con el clásico “oe, oe, oe, Fito, Fito”, a lo que el argentino volvió a decir “no, no, no, ok”, cubriéndose la cara con las manos un poco abrumado, pero más que feliz.

“Una noche en una ciudad desconocida, perdida, muy lejos de la mía. Escribí esta canción que cuenta un poco de dónde venía y quién era, la música, la familia y el amor”, fue como el argentino presentó Tumbas de la gloria, con la cual algunos no dudaron no sólo en cantar, sino también en bailar, mientras que un par de banderas mexicanas y argentinas ondeaban entre los asistentes.

Naturaleza sangre fue el momento con el que el cantautor regresó al público a lo que es un concierto de rock en donde las percusiones, las guitarras ruidosas y su voz aguardientosa hicieron bailar a la gente.

“Que quieres que te diga, sobran las palabras”, le dijo el rosarino a su público como muestra de agradecimiento antes de hacer que se le enchinara la piel a muchos con Al lado del camino, que no sólo puso a casi todos a cantar, sino que algunos comentaron que específicamente esta rola era muy Bob Dylan… y sí.

No faltó una despistada que pasaba por el Zócalo que preguntó: “¿quién es la señora de vestido rojo que está cantando?, arrancando la carcajada de quienes la escucharon y la aclaración de uno de ellos: “es Fito Páez”, haciendo del momento algo para recordar en medio de su música, mientras continuaba su rumbo hacia la avenida 20 de Noviembre.

Circo Beat llegó para que la fiesta se pusiera aún más buena. El escenario encendido en amarillo y verde, el público bailando y la noche llenándose de color; no podía ser mejor para plan de sábado.

“Bueno, saquemos los telefonitos y alumbramos el cielo”, indicó el argentino, y el público no dudó en responder a la petición. “¡Qué hermosura!”, lanzó antes de sentarse en su piano para llevar al público a 1992 con Brillante sobre el mic, la cual, por supuesto, estuvo acompañada de la voz de miles. “Para siempre, por siempre”, dijo para que sus fans volvieran a vitorearlo, una vez más.

Dirigiendo a sus músicos para ajustar los sonidos a como él los quería, de pronto las primeras notas de Ciudad de pobres corazones se apoderó del Centro Histórico de la capital mexicana donde, por un momento, la solemnidad del tema tomó protagonismo para después estallar en ese rock ochentero del rosarino, y donde no pudo dejar de mostrar sus dotes con la guitarra.

Fito se siguió por esa ruta sólo para poner A rodar mi vida en los altavoces del Centro Histórico.

Fito agradeció a sus fans y se retiró sólo para minutos después regresar con el mismo outfit, pero con los colores invertidos, y dar un mensaje especial con Dar es dar.

“Gracias México. Esta canción se la quiero dedicar a esta ciudad que tanto me ha dado, para vos”, dijo en medio del tema al que le siguió el clásico Mariposa tecknicolor Y dale alegría a mi corazón, con las cuales se despidió.

Para saber

  • 80 mil asistentes.
  • 7 músicos.
  • 17 canciones.
  • 100 minutos de show.

Con información de: https://www.excelsior.com.mx/

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