Evo Morales centra sus esfuerzos en evitar una segunda vuelta frente a Carlos Mesa
- Los sondeos sitúan al presidente boliviano como claro favorito, aunque sus posibilidades disminuyen en un desempate
En este escenario, la división de la oposición en varios frentes se presume un factor clave en las elecciones de octubre, sobre todo habida cuenta de que el tercero en liza, el senador Óscar Ortiz, candidato de las élites políticas de Santa Cruz, por mucho la región más próspera del país, tiene un nada despreciable 9% de intención de voto en las encuestas. Hace unas semanas, su candidato a vicepresidente, Edwin Rodríguez –un político que, por el contrario, proviene de la región más pobre, Potosí–, renunció a su candidatura argumentando que no quería facilitar un nuevo triunfo de Morales. En respuesta, Ortiz acusó a la candidatura de Mesa de haberle dado dinero a su compañero de fórmula, sin presentar, eso sí, ninguna prueba.
Todos los partidos de la oposición coinciden en caracterizar al Gobierno de Morales como “autoritario” y algunos, incluso, llegan a tacharlo de “dictatorial”. También creen, al unísono, que las elecciones no serán limpias porque el MAS usa los recursos del Estado en su campaña y el Tribunal Electoral le favorece. La ley prohíbe a los aspirantes, una vez inscritos, renunciar a sus candidaturas, una medida que la oposición considera destinada a impedir su reagrupamiento.
Elecciones parlamentarias
La campaña boliviana acaba de entrar a la recta final con la inscripción de las listas de candidatos al Parlamento, también en disputa. En la lista del MAS figuran varios dirigentes sociales, muchos de ellos de origen indígena, y políticos regionales que pertenecieron a los partidos predominantes en los años noventa y que este partido catalogaba como “exderechistas”. La Confederación de Empresarios Privados participó en la elaboración de su programa de Gobierno, enfocado en “mantener la estabilidad” del país y, muy especialmente, el crecimiento económico de los últimos 14 años.
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