Etnias de BC mantienen veneración de la Madre Tierra
Quizá por esa razón, a pesar de cocinar con leña no acostumbran a cortar los árboles para utilizarlos como combustible, sino que sólo utilizan la madera ya caída, porque conocen que un árbol nunca debe de ser cortado, por respeto a la Madre Tierra.
La antropóloga Iraís Piñón, directora del programa de Culturas Indígenas del Centro Cultural Tijuana (Cecut), recordó que cada vez que necesitan cortar algún arbusto para aprovechar su savia, piden permiso a la Tierra y después la retribuyen con agua.
Recordó que los grupos yumanos, a los que pertenecen las etnias kiliwa, paipai, kumiai y cucapá, entre otros 15 grupos distribuidos en otras entidades del sur de Estados Unidos y norte de México, tienen una veneración especial por la tierra.
“Es una relación muy bella que han mantenido durante todo el tiempo de su existencia, en cada espacio de su hábitat, pues en la actualidad aún comen de ella y cazan todo cuanto existe en su entorno”, manifestó.
Iraís Piñón anotó que parte de ese respeto ancestral a la Madre Tierra incluye también el respeto a sus criaturas, pues aunque son cazadores, saben qué animal y en qué época hacerlo para no convertirse en depredadores.
“En el caso del venado, siempre cazan un macho de cierta edad, nunca una hembra, pues ahí se encuentra la reproducción de la naturaleza; muchos de sus ritos, incluso, se encuentran ligados a las aves, ríos y montañas, en una armonía total con la tierra”, refirió.
Estas etnias, comentó, comparten entre sí sus tradiciones, su bagaje cultural, y recordó que en el caso de sus danzas, algunas de ellas son brincadas a imitación de los pájaros cuando están en la tierra, además de que sus mitos se relacionan con este elemento.
Existen también varios mitos relacionados con la Tierra, “los mitos primero se cuentan y después se cantan entre los integrantes de la etnia, a través de sus celebraciones tradicionales, que tienen que ver con la vida, con el ecosistema y con la tierra”.
Es la armonía del hombre con el cosmos, sostuvo, “los kumiai, por ejemplo, comparten sus cantos en los que se habla de la naturaleza; hasta hace algún tiempo en el Kuri-kuri, que es una fiesta de alegría, se reunían todos los pueblos para celebrar”.
Invitan a los kiliwas, paipai, cucapá del desierto y sus hermanos de California como los quechán, mohave, halapai, havasupai, grupos relacionados o parientes étnicos de Barona, Santa Isabel, de San Pascual o de San Luis Rey, y comparten cantos y danzas.
Para las fiestas Kuri-kuri juntaban alimentos porque duraban hasta dos meses y están relacionadas con las estaciones, “ahí está la tierra envolviendo todo el rito, la naturaleza meyibó, que es el sol y a la vez el nombre de la primera estación”.
Entonces, de la Tierra se recoge la gama de flores, se abren las bondades de la Tierra y es por esa razón por la que se llama la época de la abundancia; se abre el periodo de la abundancia y guardan gran parte de los alimentos para los periodos de escasez.
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