En México hace falta agua en uno de cada siete hogares
Ciudad de México, 12 de marzo del 2025.- En México más de uno de cada siete hogares no logra satisfacer necesidades básicas de agua como cocinar, beber o lavarse las manos.
De acuerdo con los resultados recientes de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut), sabemos que 16.1% de hogares mexicanos experimenta inseguridad del agua en índices moderados o severos.
El trabajo fue desarrollado por el Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad (Equide), de la Universidad Iberoamericana, en conjunto con el Instituto Nacional de Salud Pública, la Northwestern University y la McGill University.
La novedad de este estudio es que, primera vez, se logró tener un porcentaje a nivel nacional y luego un desglosado por cada estado del país. “Esto es valioso justo cuando se está lanzando un Plan Nacional Hídrico, pues conocer el estatus nacional permite tomar decisiones más precisas y saber si estamos mejorando o no”, explica el doctor Pablo Gaitán, director del Equide.
Con esta amplia muestra sabemos que las entidades federativas con mayor inseguridad de agua son Guerrero (30.6%), Baja California Sur (29%), Estado de México (23.3%), Hidalgo (23.3%) y Aguascalientes (23.1%); y las mejor colocadas son Yucatán (3.9%), Chihuahua (7.3%), Guanajuato (8.1%), Colima (8.3%) y Coahuila (9.4%). Aun así, se requiere de investigación más detallada para conocer las diferencias de abasto por municipios.
¿De qué trata esta iniciativa?
“Lo que estamos midiendo es la disponibilidad de agua, si llega a los hogares, porque no es suficiente tener tuberías, sino que caiga el agua”, precisa el especialista y explica que se documentan factores como el acceso al agua para beber, lavarse las manos, bañarse, cocinar, lavar la ropa, y si estos servicios se tienen todo el tiempo o, en cambio, con qué constancia.
Asegura que el abasto de agua se vuelve cada vez un reto mayor y desde la academia hay una preocupación por entender cómo la carencia impacta en las personas y sus hogares.
Para ello, la inseguridad de agua se midió con las Escalas WISE: se trata de 12 preguntas estandarizadas para aplicarlas en cualquier país. Actualmente se aplica en 40 naciones de ingresos medios y bajos, así como en países de ingresos altos. En México se pudo incluir recién en la Ensanut, lo que generó una muestra mucho más detallada.
La Red de Investigación de Experiencias de Inseguridad del Agua en Latinoamérica y el Caribe (WISE-LAC) es un esfuerzo regional por generar datos comparables, herramientas de investigación, y opciones de política pública para afrontar este reto de forma colectiva, por lo que también se presentaron los manuales de las escalas WISE, así como una página web que concentrará los recursos en español sobre inseguridad de agua para académicos, tomadores de decisión, sociedad civil, prensa y público en general.
¿Para qué nos sirven estos datos?
El Dr. Gaitán explica que estos indicadores tienen que servir para revertir el 16.1% de población carente en México para el 2030, pero señala que para lograrlo es necesario implementar diferentes frentes de acción. Por ejemplo, la redistribución del agua, para que haya más del vital líquido para consumo.
“Esa es una meta muy importante, pues ahora principalmente se está yendo a agricultura y las industrias. Para lograrlo creemos que se tienen que eficientar los sistemas de riego agrícolas y un mejor aprovechamiento. Otras iniciativas tendrán que estar enfocadas en infraestructura, que por ahora es ineficiente y vieja, de ahí se derivan por ejemplo, las fugas. También tenemos que regularizar los costos, hacer ejercicios diferenciados y subsidios”.
También un dato importante, dice, será entender cuánto estamos gastando en agua. “Las pipas se están empezando a normalizar y las estamos pagando, igual el agua embotellada. Eso se va a traducir en barreras de acceso, pues mientras más cueste, será menos accesible para los hogares más pobres”.
Otra de las vertientes es identificar y analizar cómo los programas sociales se modernizan para incluir los retos del abasto de agua, por ejemplo, pensar en cómo equipar mejor los hogares, que se tengan tazas de baño eficientes y tinacos o formas de almacenar el agua de forma correcta para los días de escasez. Esto probablemente en las grandes ciudades está implícito, pero no para las periferias o en algunos estados, “no debemos asumir”.
Todos estos retos, explica, se tendrán que abordar en el Plan Nacional Hídrico, una de las políticas públicas más importantes y ambiciosas que se están dando, pero hay un aspecto preocupante, pues no se ve tan claro el impacto en los hogares. Se nos habla de infraestructura y del campo, todo eso es importante, pero al ciudadano le falta involucrarse, porque de esto depende que podamos satisfacer nuestras necesidades básicas de agua en el futuro cercano. Se trata de la cotidianidad y en este ámbito no estamos teniendo éxito por ahora, tampoco las autoridades han impactado en este sentido.
Con información de: https://www.eleconomista.com.mx/