Madrid, 13 de mayo del 2024.- El día después de las elecciones autonómicas catalanas provocó una serie de reacciones en los partidos políticos. El más llamativo fue el anuncio del ex presidente catalán y líder de Junts per Catalunya (JxCat), Carles Puigdemont, de intentar conformar una mayoría para sacar adelante la investidura, a pesar de que los resultados la hacen muy difícil, ya que necesitaría la abstención del partido vencedor de la contienda, el Partido Socialista de Cataluña (PSC).
Además, Pere Aragonés, todavía presidente en funciones de región, anunció su retiro de la política y que no recogerá su acta de diputado, con lo que abre una nueva etapa en su partido, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), con un nuevo liderazgo.
El partido de Puigdemont logró 35 diputados, situándolo en el segundo lugar de la contienda. Además, el llamada bloque de los partidos independentistas sufrieron en severo varapalo, al bajar al 43 por ciento del electoral y obtener un total de 61 diputados de los 135 que integran el Parlamento catalán.
La mayoría absoluta para sacar adelante una investidura está, por tanto, en los 68 escaños, si bien también se podría obtener con una mayoría simple, es decir, que el candidato obtenga más votos a favor que en contra, sin tomar en cuenta las abstenciones.
Esa idea tiene en la cabeza el ex presidente Puigdemont, quien durante la campaña anunció su abandono de la primera línea de la política si no lograba recuperar la presidencia del gobierno autonómico. En una comparecencia de prensa para analizar los resultados electorales, el líder independentista afirmó que “hay opciones ciertas de obtener suficientes votos”, al sostener que “un gobierno coherente de Illa descansaría sobre una suma de 48 escaños.
Un gobierno nuestro descansaría en una suma mínima de 55 escaños, y de hasta 59 como máximo”. La suma de Puigdemont es la de los 35 diputados de su partido, los 20 de ERC y los cuatro de la CUP, sin tomar en cuenta por tanto los dos de la ultraderechista Alianza Catalana, que anunció que sólo apoyaría una candidatura presidida por Puigdemont. De ahí que el ex presidente catalán sostenga que “creemos que hay opciones de poder ir a la investidura con un gobierno de coherencia soberanista y de obediencia catalana”.
La otra gran reacción a la jornada electoral fue el anuncio del todavía presidente en funciones de la Generalitat, Pere Aragonés, que sufrió un severo varapalo electoral, al pasar en tan sólo cuatro años de 33 diputados a 20 y provocar una crisis de hondas proporciones en su formación política, que volvió a perder frente a su máximo adversario en el frente independentista, JxCat.
Aragonés ni siquiera recogerá su acta de diputado, además dejará sus cargos en el partido y abrirá así una nueva etapa en esta formación política, que con sus 20 escaños puede decidir el futuro gobierno: ya sea apoyando un pacto tripartido de las fuerzas de izquierda, junto con el ganador PSC y Comuns Sumar, o intentar la formula que propone Puigdemont y someterse a su liderazgo.
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