El papa Francisco condena la «codicia» humana en la homilía de la Misa del Gallo.
El papa Francisco condenó la «codicia» humana durante la tradicional Misa del Gallo, en la que ha subrayado «la paradoja de nuestros días», cuando «unos pocos celebran banquetes espléndidamente y muchos no tienen pan para vivir».
Durante la homilía, celebrada en la noche del lunes en la basílica de San Pedro, el papa ha explicado que «Belén significa ‘casa del pan’, y en esta casa el Señor convoca hoy a la humanidad, pues Él sabe que necesitamos alimentarnos para vivir. Pero sabe también que los alimentos del mundo no sacian el corazón».
Sin embargo, «el hombre se convierte en ávido y voraz. Parece que el tener, el acumular cosas es para muchos el sentido de la vida».
«Una insaciable codicia atraviesa la historia humana», ha lamentado Francisco durante esta misa en la que los católicos conmemoran el nacimiento de Dios.
«El cuerpecito del Niño de Belén propone un modelo de vida nuevo: no devorar y acaparar, sino compartir y dar. Dios se hace pequeño para ser nuestro alimento. Nutriéndonos de él, Pan de Vida, podemos renacer en el amor y romper la espiral de la avidez y la codicia», ha argumentado.
Ante el pesebre, según Francisco, «comprendemos que lo que alimenta la vida no son los bienes, sino el amor; no es la voracidad, sino la caridad; no es la abundancia ostentosa, sino la sencillez que se ha de preservar». «En Belén descubrimos que la vida de Dios corre por las venas de la humanidad. Si la acogemos, la historia cambia a partir de cada uno de nosotros», ha añadido.
«¿Necesito verdaderamente tantas cosas, tantas recetas complicadas para vivir? ¿Soy capaz de prescindir de tantos complementos superfluos, para elegir una vida más sencilla?», ha preguntado Francisco en esta noche de la vigilia de Navidad.
La solemne ceremonia, que desde hace varios años se celebra a las 21:30 hora italiana y no a medianoche, comenzó con el anuncio del nacimiento del Señor con la lectura del antiguo texto de las «Kalendas» y con el papa que retiraba un velo y descubría la imagen del niño Jesús ante un trono situado en frente del altar.
Los actos en el Vaticano con motivo de la Navidad han continuado este martes con la bendición Urbi et orbi (a la ciudad y al mundo) desde el balcón de la logia de la Basílica en la Plaza de San Pedro.
Ante los fieles allí reunidos, Francisco ha deseado que Venezuela pueda encontrar la «concordia» y que llegue la «reconciliación» a Nicaragua.
El papa ha repasado los conflictos armados en el mundo y ha pedido la paz entre palestinos e israelíes, para Siria, Yemen, Ucrania y en el continente africano.
Las «diferencias no son un daño o un peligro, son una riqueza. Como para un artista que quiere hacer un mosaico: es mejor tener a disposición teselas de muchos colores», ha destacado en su tradicional mensaje de Navidad.