El currículo de universidades no está preparado para el cambio tecnológico
Las instituciones de educación superior no reconocen las incertidumbres sobre lo que se requerirá de los egresados en las próximas décadas, señala Ángel Díaz Barriga, experto y emérito de la UNAM.
Las instituciones de educación superior no saben que hay incertidumbre en el futuro de la enseñanza debido a los cambios tecnológicos y digitales de la nueva era. Como desde hace 20 años, están preocupadas por cubrir indicadores e intentar innovar en su currículo, señaló Ángel Díaz Barriga, investigador emérito del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE) de la UNAM.
El especialista dijo lo anterior durante su participación en el Seminario Internacional Opciones y desafíos en México para las instituciones de educación superior ante la sociedad digital, que se llevó a cabo esta semana en la rectoría de la Universidad Autónoma Metropolitana y que concluyó ayer.
En su exposición, dentro de la mesa “Pertinencia y reconceptulización del currículum en la educación superior ante la incertidumbre sobre los efectos de la sociedad digital”, dijo que las universidades no reconocen ni tienen conciencia de esta incertidumbre, generada por la era y evolución del conocimiento debido a los cambios tecnológicos, los cuales ya están en las aulas, a través de los smartphones de los profesores y alumnos, pero no en los currículos.
“Desconocen las transformaciones que la tecnología y la economía generarán en el mundo profesional y laboral, como para garantizar los conocimientos que requerirán los egresados en las próximas décadas”.
Añadió que mientras la relación pedagógica entre alumnos y profesores no ha cambiado drásticamente en los últimos 100 años, existen tecnologías inestables, que cambian constantemente de acuerdo con el mercado. Las incertidumbres que generan la formación de profesionales con las aptitudes necesarias para el día de mañana, pero no para las dos o tres décadas próximas. “Generamos a los profesionales sin estudios de impacto que la ciencia, tecnología y temas de fronteras tendrán en el desempeño profesional en los próximos diez años”.
En ese sentido, agregó, los currículos de las universidades se están desmoronando “y no sabemos qué hacer”. La tecnología modificará la relación del sujeto del aprendizaje, no obstante, se siguen utilizando el mismo tipo de exámenes que no permiten apuntalar el pensamiento creativo, “es una contradicción”.
Es probable que la función docente y la organización escolar como la conocemos no subsistan, añadió, es decir, donde las instituciones de educación y los alumnos se sigan organizando en horarios y créditos u otras alternativas. “Adicionalmente, las tecnologías han renovado el pensamiento didáctico y pedagógico, cambiando la forma de construir el pensamiento de los nativos digitales. Es una diferencia que no hemos estudiado, seguimos con los mismos modelos”.
EVALUACIÓN. Díaz Barriga lamentó que el proyecto educativo que la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) presentó la semana pasada a los candidatos a la Presidencia no contemple este tipo de cambios e incertidumbres. “Es más de lo mismo”.
En el tema de currículo hay poca innovación y poco cambio real, dijo, además de que sigue con la inercia de la compulsión por la innovación, “pero todas las materias se siguen segmentando”.
Por otra parte, en el país se mantiene una saturación de la política de evaluación, dijo, por lo que se debe de transitar de la era de políticas de evaluación a la de la integración curricular y didáctica, lo cual no se está haciendo. “Esto no significa que no debemos evaluar, sino que los procesos de aprendizaje repercutan en mejores espacios de evaluación”.
Además, criticó que sistemas como el del Ceneval sólo se han convertido en una máquina económica. “Esos resultados no nos sirven de nada ni nos permiten comprar programas entre universidades, son instituciones de evaluación que no nos sirven para retroalimentar”.
Finalmente, puntualizó que para contrarrestar la incertidumbre se requiere abrir espacios de reflexión, experimentación y evaluación de resultados de los modelos educativos, donde la tecnología no es una salida, sino una herramienta. “Debemos complementarla con otras acciones, experimentar y hallar los aciertos y encontrar lo que se deba corregir, y con ello apostar por cambios a mediano plazo”.
Hay inercias en la educación, reconoció, y sólo se pueden modificar creando sistemas de aprendizaje, buscando respuestas diferentes y estudiando cómo reaccionan los estudiantes ante un problema.
Isaac Torres Cruz | La Crónica Diaria