Cuaresma, fusión étnica y católica. Miércoles de ceniza
11 de febrero de 2016 La tradición impuesta en la Colonia se refleja en un mosaico de colores, de etnias, donde se entremezclan creencias católicas con las de dioses prehispánicos que le dan fuerza a los indígenas.
El primer día de cuaresma es una de las fechas más importantes para los pueblos originarios; después de haber festejado sus carnavales, dan la bienvenida a la época consagrada al cristianismo, en espera de la Semana Santa, con la que culmina la adoración.
En la región del noroeste de México, tanto en Sonora, Sinaloa y Chihuahua, así como en Arizona, Estados Unidos, cada etnia ha adaptado sus ritos con el paso de los siglos.
Los 40 días que le siguen al miércoles de ceniza, la nación yoreme —donde habitan los mayo—, los miembros de los ocho pueblos de la tribu yaqui, incluidos habitantes de esta comunidad en Arizona, los rarámuris, los warihó y los o’ob/oichkama —conocidos también como pimas bajos— se comprometen y mantienen vivas sus creencias, forjadas desde su fe prehispánica, y que han sido transmitidas generación tras generación.
En penitencia por una manda, algunos portan máscaras de animales, otros cascabeles en sus piernas y tobillos, muchos danzan por las calles, tocando un tambor hasta el inicio de la Semana Mayor.
El Viernes Santo velan las máscaras que portaron durante el tiempo en que se autoimpusieron el castigo, y el Sábado de Gloria, en un ritual pasean a Judas Iscariote —quien según el catolismo, entregó a Cristo, lo que derivó en su crucifixión— y lo queman junto con las caretas que usaron para cumplir su penitencia, en representación de que han vencido al pecado, al mal.
En distintas comunidades se establecen ramadas tradicionales, que representan el poder y la autoridad de la iglesia, donde en un costado se hace un montículo de tierra, en la que colocan una cruz, lugar que representa la guardia y el poder militar de esta fe, de la naturaleza y donde las máscaras, espadas y cuchillos de este ejército demoniaco monta su guardia.
Además, cada día viernes de cuaresma se realiza el conti o procesión ritual, que representa la búsqueda y persecución de Cristo, por un lado con las alabanzas y oraciones derezanderos, cantoras y otros personajes que se integran al ceremonial, mientras que por otra parte el ejército de fariseos acecha los pasos del hijo de Dios en la tierra.
La fe los une. Así, durante la cuaresma y Semana Santa se llevan a cabo diferentes actividades y procesos rituales donde conviven y se conjugan personajes y costumbres distintas.
Entre quienes siguen la tradición se encuentran integrantes de la nación yoreme/mayo, en la región norte de Sinaloa y sur de Sonora.
También hacen lo propio los miembros de los ocho pueblos de la tribu yaqui y sus descendientes, tanto los de Sonora como los asentados en Pascua Nueva, Arizona, al sur de Estados Unidos, frontera con México.
En Chihuahua están los rarámuris/tarahumaras, mientras que los warihó y los o’ob/oichkama, habitantes de la región serrana entre Sonora y Chihuahua, realizan los rituales.
Para Alejandro Aguilar Zeleny, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia en Sonora, este periodo representa la muerte y la resurrección de Jesucristo, mediante ceremonias que integran la cosmovisión ancestral, así como la integración y asimilación de las prácticas y rituales traídos por misioneros jesuitas y franciscanos con la coloniazación española.
El antropólogo ha estudiando por más de 30 años a los grupos originarios del noroeste de México, especialmente los asentados en Sonora. En el proyecto “Inventario y salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial de los pueblos originarios de Sonora”, realiza estudios sobre identidad, simbolismo, música tradicionales, ritualidad y gastronomía, entre otros aspectos.
Comenta que “entre los yaquis y mayos, puede decirse que este ritual no es sólo uno de los más importantes, sino también el de mayor duración, ya que se extiende desde el miércoles de ceniza, toda la cuaresma y semana santa, siendo liberados los participantes hasta el 2 de mayo”.
En la tribu yaqui, los gobernadores de entregan la responsabilidad de su investidura a la iglesia, lo que da cuenta de la importancia y significado que tiene para estas sociedades.
“Como parte de este compleja celebración cada cual con actividades y funciones específicas dando forma a un ejército ritual, destacando la presencia de los chapayekas o fariseos, conocidos también en algunas regiones como judíos, un ejército maligno en búsqueda del hijo de Dios”.