¿Consumir vitamina D disminuye la posibilidad de llegar al hospital por COVID-19?
- Se ha mencionado que esta vitamina, que está presente en alimentos como pescados, puede ayudarnos ante esta enfermedad. Te decimos lo que sabemos.
“¿Le hemos dado la vitamina D al bebé?”. Si has sido madre o padre recientemente, puede que esta pregunta resuene en tu mente. En medio de esa nebulosa somnolienta que pueden ser los primeros meses de vida de menor, es un aspecto más a tener en cuenta y que, al menos en mi caso, se olvida con cierta frecuencia.
La recomendación de suplementar la dieta del bebé con vitamina D (o colecalciferol) se sustenta en el papel que desempeña en el desarrollo óseo.
Su función principal es la absorción intestinal de calcio y fósforo y el balance entre deposición y movilización de calcio en los huesos. Su deficiencia, por tanto, provoca graves enfermedades como el raquitismo, en la que los huesos no se forman correctamente y muestran debilidad.
Por otro lado, la noción de que la luz del Sol es beneficiosa para la salud del bebé tiene una justificación bioquímica relacionada con la vitamina D.
De hecho, se considera que la fuente principal de colecalciferol se encuentra en las células de la piel en las que la luz ultravioleta del sol provoca la conversión del 7-Dehidrocolesterol en colecalciferol.
Este también puede ser aportado por la ingesta, pero sus fuentes naturales no son muy frecuentes en nuestra dieta (aceites de hígado de pescado, pescados grasos como el salmón, la caballa o el atún).
Vitamina D y sistema inmune
En los últimos años se ha observado que la vitamina D interviene en numerosos procesos además del desarrollo óseo. Así, se ha demostrado que el déficit en vitamina D está ligado a enfermedades crónicas como la diabetes mellitus de tipo I, la artritis reumatoide, la esclerosis múltiple, la enfermedad de Crohn y diversos tipos de cáncer, entre otras.
Si estás familiarizada o familiarizado con las consecuencias de un sistema inmune desregulado habrá identificado en la enumeración anterior varias enfermedades autoinmunes. De hecho, se ha visto que la vitamina D desempeña un papel fundamental para el correcto funcionamiento del sistema inmune.
Lo hace no solo para prevenir que actúe contra los tejidos del cuerpo que ha de defender (lo que viene a ser una enfermedad autoinmune), sino también para que sea capaz de combatir una infección vírica de forma eficaz. Este último aspecto cobra especial relevancia en tiempos de pandemia.
En los últimos meses hemos asistido a un creciente interés general por descubrimientos científicos que ayuden, por un lado, a comprender lo que está ocurriendo y, por otro, a albergar la esperanza de someter al SARS-CoV-2 tal y como la humanidad ha sido capaz de hacer con otros patógenos.
Recientemente se ha ido conociendo la eficacia de las nuevas vacunas frente al COVID-19 desarrolladas por Pfizer o Moderna. Es una buena noticia, sin duda, pero aún queda mucho por hacer antes de que podamos tener una buena porción de la población inmunizada.
Debemos seguir prestando atención a posibles tratamientos que mejoren los síntomas en pacientes con esta enfermedad.
Vitamina D y COVID-19: qué sabemos hasta ahora
La relación entre la vitamina D y la acción del sistema inmune en el contexto de COVID-19 se ha estudiado intensamente en el último año.
Uno de los estudios es el realizado por un grupo del Hospital Marqués de Valdecilla en Santander y publicado en octubre del año pasado.
En él se realiza un análisis de algo más de 200 pacientes con COVID-19, con especial énfasis en parámetros bioquímicos, en la severidad de los síntomas y la duración del ingreso hospitalario.
La principal conclusión de este estudio es que los pacientes hospitalizados con SARS-COV-2 presentan niveles en sangre de vitamina D inferiores al grupo control (cerca de 200 individuos sanos).
No obstante, no encuentran relación entre la cantidad de vitamina D y la severidad de los síntomas. A pesar de no encontrar esta última correlación, hay datos en el estudio que resultan muy llamativos.
Por ejemplo, en el grupo control, un porcentaje no desdeñable (dos quintas partes) presenta niveles de vitamina D por debajo de los niveles recomendados.
Este porcentaje se duplica en pacientes con este tipo de coronavirus (cuatro quintas partes), mostrando estos pacientes deficientes una mayor incidencia de enfermedades cardiovasculares e hipertensión, entre otras complicaciones que, muy probablemente, prolonguen su ingreso hospitalario.
Si una o uno se encargara de decidir qué tratamiento van a recibir pacientes de COVID-19 en un hospital y pretende reducir la severidad de los síntomas, quizá no se decidiría a tratar con vitamina D a la vista de los resultados del estudio anterior.
¿Prevenir o tratar?
Afortunadamente, este no fue el caso de los doctores Quesada, Entrenas y López Miranda, directores de un estudio pionero realizado en Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba.
En este estudio partieron de un total de 76 pacientes de COVID-19 ingresados en el hospital. De entre ellos, a 50 se les complementó el tratamiento con calcifediol, un análogo de la vitamina D más potente que el colecalciferol.
Los resultados fueron contundentes. De los 50 pacientes tratados con calcifediol, solo uno de ellos tuvo que ser sometido a cuidados intensivos, mientras que de los 26 pacientes no tratados, 13 de ellos acabaron en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). A pesar de ser un estudio preliminar, los resultados son muy notables.
Este resultado debería ser tan esperanzador como el desarrollo de vacunas. De confirmarse, supone que disponemos de una herramienta para reducir la ocupación de las UCI. Debemos tener presente que seguiremos contabilizando positivos para COVID-19 en los próximos meses.
Esperamos que el número se reduzca una vez comiencen a distribuirse y administrarse las vacunas, pero debemos seguir buscando más y mejores tratamientos para los enfermos.
Pero es crucial recordar que el suplemento de vitamina D no funciona como una medida preventiva. La administración de calcifediol o colecalciferol en la población no deficiente en vitamina D puede provocar complicaciones.
Así, niveles excesivos de esta vitamina pueden causar niveles anormalmente altos de calcio, lo cual puede causar daños importantes en el riñón y los huesos. Por tanto, sigamos las recomendaciones de los médicos, incluyamos pescado graso en nuestra dieta y no nos olvidemos de darle la vitamina D al bebé.
La nota original la puedes encontrar aquí.
Por José Carlos Paz Gutiérrez, profesor del Departamento de Biología Molecular Y Bioquímica de la Facultad de Ciencias, Universidad de Málaga.
*The Conversation es una fuente independiente y sin fines de lucro de noticias, análisis y comentarios de expertos académicos.
POR THE CONVERSATION