Con danza de moléculas analizan patrimonio cultural
- Murales, jadeítas, códices y tintes prehispánicos son piezas que estudian en las cinco sedes de un laboratorio que usa sofisticadas herramientas para conocer su material y optimizar su conservación
Se trata de un juego de energías. Un haz de luz atraviesa el material, que puede ser el fragmento de una pintura de caballete o una máscara de jade prehispánica. La radiación produce una respuesta: los electrones se excitan y sus vibraciones acaban por desenmascarar el tipo de moléculas del que está constituida la muestra. Entonces, lo invisible se vuelve visible. Los materiales cobran vida y salen de su anonimato histórico.
Se pueden descubrir moléculas de oro en el orificio que atravesó una aguja para unir las páginas de un antiguo códice o se puede percibir el tinte de la grana cochinilla en una pintura europea. Los secretos se ocultan en detalles que miden nanómetros, pero alimentan mullidas bases de datos y crecen listos para apoyar estudios sobre el tipo y la procedencia del material. Esta información también ayuda a predecir cómo seguirá envejeciendo una pieza y de qué manera se puede conservar mejor.
Trabajos del Laboratorio Nacional de Ciencias para la Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural | Foto: UNAMAl interior del Instituto de Física de la UNAM se encuentra una de las cinco sedes del Laboratorio Nacional de Ciencias para la Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural (LANCIC), integrado por otros tres laboratorios en diversos institutos de la UNAM (Química, Investigaciones Estéticas e Investigaciones Nucleares). La quinta sede se encuentra en el Centro de investigaciones en Corrosión de la Universidad Autónoma de Campeche. La función de este último lugar ha sido fundamental, pues logró incorporar un enclave estratégico en una región muy rica en patrimonio arqueológico con un agresivo clima tropical, pero que muestra directamente los retos para la protección del patrimonio.
Entre paredes blancas, gavetas azules y amplios ventanales, en el LANCIC-IF aparecen una serie de equipos cuyas emisiones de luz ayudan a realizar estudios que contribuyen a proteger el patrimonio cultural de México, pero que además han sido desarrollados como prácticas herramientas portátiles para facilitar el análisis de las obras in situ contécnicas no invasivas. Esto quiere decir que sin necesidad de tocar la superficie de los objetos, estas máquinas son capaces de llegar hasta el corazón de la obra y viajar al pasado con ellas.
Trabajos en piezas prehispánicas del Laboratorio Nacional de Ciencias para la Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural | Foto: UNAMEl doctor José Luis Ruvalcaba, Coordinador del Laboratorio, señala que se cumplen cinco años de la integración formal de este proyecto nacional, aunque en los grupos hay experiencia acumulada de décadas. Los especialistas del Instituto de Física ya habían mostrado la factibilidad y el potencial de los espectrómetros para estudiar el vasto patrimonio cultural con que cuenta nuestro país. Poco a poco, se ha ido integrando y desarrollando nuevo instrumental para hacer más certero este trabajo. La labor se complementa con las técnicas de imagen, además del análisis químico y microscópico que se realizan en las otras sedes del LANCIC.
Han sido desarrolladas herramientas portátiles para facilitar el análisis de las obras in situ con técnicas no invasivas. Esto quiere decir que sin necesidad de tocar la superficie de los objetos, estas máquinas son capaces de llegar hasta el corazón de la obra y viajar al pasado con ellas.
En el área de arte moderno, uno de los proyectos relevantes es el depintura mural de Diego Rivera. “Este personaje ha sido poco estudiado desde el punto de vista de uso de materiales y técnicas pictóricas”, señala el especialista.
El proyecto que inició que inició con el estudio del mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central los llevo paulatinamente a ser invitados el año pasado por el Museo de Arte Moderno de San Francisco (SFMOMA) para hacer un estudio del mural Unidad Panamericana, el más grande efectuado por el artista y el último realizado en EU. Los especialistas del LANCIC participaron en un estudio preliminar de la obra que se planea transportar del City College de San Francisco al hall principal del SFMOMA el año entrante.
Trabajos del Laboratorio Nacional de Ciencias para la Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural | Foto: UNAM
Ruvalcaba explica que un estudio preliminar para una obra de esta magnitud implica explorar con detalladas técnicas de imagen y diferentes tipos de luz (infrarroja, ultravioleta) los rasgos de los materiales y la composición química de los pigmentos. “La información sobre la técnica del artista sirve para conocer más sobre el pintor, pero también para predecir si podría suceder alguna alteración con la obra. La idea es tener un mejor control del estado del mural al saber que elementos químicos lo componen y cómo cambiará, por ejemplo, su sensibilidad a la luz”. También dadas las características del terreno, se identifican otras cuestiones como las fracturas para su correcto monitoreo y poder evitar un daño mayor.
La radiación produce una respuesta: los electrones se excitan y sus vibraciones acaban por desenmascarar el tipo de moléculas del que está constituida la muestra. Entonces, lo invisible se vuelve visible. Los materiales cobran vida y salen de su anonimato histórico.
Jade, códices y tintes naturales
Entre otro de los proyectos a largo plazo del LANCIC, se encuentra elestudio de las piezas arqueológicas hechas de jade, un material muy valioso en la época prehispánica. Los estudios del grupo en esta área han servido para conocer las fuentes y rutas de intercambio de los diferentes grupos. “La jadeíta sólo se encontraba en una cuenca del río Motagua en Guatemala y desde ahí se extraían y se distribuían a gran parte de Mesoamerica”, especifica. Mediante la fluorescencia de rayos x han podido conocer elementos quimicos para establecer grupos de materiales por procedencia o composición. Aunque han enfocado su estudio en lasofrendas reales de Palenque, también han podido estudiar otras piezas, procedentes del sitio Zoque en Chiapa de Corzo. Ahí hallaron una gran variedad de piezas que muestra el gran acceso al material que había en la zona; a diferencia de otros sitios como Teotihuacan, donde incluso en sitios de élite es difícil encontrarlo.
Algunos de los aspectos más sorprendentes con los que se han topado es el uso del cobre dorado en ofrendas prehispánicas de Chichen Itzá, pues la metalurgía se desarrolló de manera muy tardía en Mesoamerica. Otro tema que también han trabajado con regularidad son los tintes naturales de tradición prehispánica.
Trabajos en jade del Laboratorio Nacional de Ciencias para la Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural | Foto: UNAM
En el proyecto de la exposición Rojo Mexicano, el laboratorio estableció una metodología no invasiva para identificar el uso del tinte extraído de la cochinilla grana en prácticamente cualquier cosa: manuscritos, textiles, pinturas y mobiliario, entre otras piezas. Sólo bastaba un segundo para hacer el escrutinio en cada una de las 300 piezas provenientes de todo el mundo que se analizaron y que fueron certificadas con la tecnología del LANCIC-IF.
En el área de arte moderno, uno de los proyectos relevantes es el de pintura mural de Diego Rivera. “Este personaje ha sido poco estudiado desde el punto de vista de uso de materiales y técnicas pictóricas”, señala el especialista.
Por otra parte, los tintes amarillos utilizados en la época prehispánica son muy difíciles de diferenciar por métodos no invasivos debido a su compleja composición química. “Antes se requería tomar una muestra y hacer análisis cromatográficos con técnicas destructivas, por lo que hemos desarrollado una técnica agregando nanopartículas para producir una emisión amplificada que hace vibrar mejor a las moléculas para obtener su característica señal luminosa”.
Trabajos en pinturas del Laboratorio Nacional de Ciencias para la Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural | Foto: UNAM
Así se ha creado una base de datos de tintes. Para producir las plantas y colores que se estudian para generar los espectros de referencia (las huellas digitales de los componentes), el laboratorio cuenta con un pequeño invernadero. Este tipo de información recientemente le fue útil a científicos europeos para determinar que en el Códice Borbónico se utilizó el muicle, una planta que puede dar tonos azules o cafés dependiendo del PH. “Los hallazgos revelan que aunque el códice se haya hecho en la época de contacto, tiene toda la tradición y manufactura prehispánica”.
Los códices son otro de sus focos de estudio. En colaboración con científicos alemanes estudian el Códice Humboldt, del que se poseen fragmentos en México. La idea es hacer un estudio comparativo con las partes que resguardan instituciones como el Archivo General de la Nación para analizar si integran un mismo documento o si se trata de copias de otras épocas. El trabajo del LANCIC, reconocido por instituciones internacionales, continúa cazando las huellas históricas de nuestro vasto patrimonio cultural.
Con información de: https://www.eluniversal.com.mx/