Columna: Charlas de Taberna | Por: Marcos H. Valerio | Clava…pero no te claves; filosofía de “El Bonais”
Apenas abordé el taxi, ordené al chofer me llevara a la colonia Ampliación Miguel Hidalgo, en la delegación Tlalpan. Él arrancó el vehículo y echó una mirada por el retrovisor. Noté que deseaba conversar.
Algunos metros adelante inició su plática. Fue muy directo.
– Estoy que me lleva… me acaban de informar que, por disposición de un juez, tengo que pagar pensión alimenticia a una ex amante por tres niños que según son míos. La neta, sólo uno. De hecho, se llama como yo, Arturo. Ni dudarlo, tiene toda mi cara. Los demás no son, cuando la conocí ya los tenía y ahora quiere que se los mantenga.
Desconcertado pregunté: ¿Por qué?
– La conocí hace cuatro años, tuve un problema con mi esposa y nos separamos y, en unas mañanitas a la Guadalupana, ella asistió. Ahí nos miramos, nos gustamos y al tercer día empezamos a vivir juntos.
Los cuates de la base de inmediato me aconsejaron: “Arturo no la riegues, ya tiene dos chavitos, le gusta pegarle al peligro, con cualquiera se acuesta, te quiere sacar la lana y más ahora que sabe que trabajas como chofer en una línea de autobuses foráneos y que tienes tus dos taxis. Déjala antes de que te arrepientas”.
Pero ya sabe, la carne es carne y el alma es débil, y más aún, uno es caliente, y dije: “va que tanto es tantito, sirve que se me quita la depre”.
Teníamos dos semanas de vivir juntos y empezó a pedirme dinero, supuestamente prestado, para comprar ropa o zapatos para sus dos hijos, yo se lo daba. Y del pedimento amoroso pasó a las exigencias, al dame dinero agüevo, por lo que me dije: “Pinche Arturo, la estás regando, el dinero ya no te alcanza”.
Y ya que estaba dispuesto a dejarla, llegaba la noche y qué noches mi señor, pura lujuria, hasta pensé que era el diablo hecha mujer, era puro calor. Se me olvidaban las ganas de dejarla. A la mañana siguiente otra vez, a darle más varo.
Así pasaron dos meses hasta que me dijo mi mamacita, que en paz descanse, “mira mijo, a partir de ahora deja a un lado la lujuria, mira cómo te traen. Ya no te bañas, no te peinas, seguro estás embrujao”.
Y pues le hice caso a mi madre y la dejé. Claro, me armó un escándalo, pero al final me dejó en paz. Semanas después iba a la base a buscarme, me escondía, por radio me avisaban que por ahí andaba y me desaparecía.
Un día me encontró por sorpresa y cuando la vi, pues iba diferente, ya estaba embarazada. De entrada, me dijo que era mío, en principio no le creí, pues otro carnal de la base también andaba con ella, pero como otra vez vivía con mi esposa, decidí darle una lana y pagarle el parto, mi intención era mandarla a la fregada más tarde, pero cuando nació el niño, ¿qué cree?
– ¿Qué?
– Pues tenía toda mi cara, hasta mi panza, es igualito a mí, no hay duda que es mi hijo.
Ahí me dije: “Arturo, tú siempre andas de presumido que eres bien machito, pues si en verdad lo eres, le cumples, por lo que acordamos que mensualmente le iba a dar una lana. Y créame, era la amante perfecta, todos los viernes por las noches le llevaba su billete y bueno, de paso me daba mi taco; ya el sábado llegaba temprano a mi casa, nadie se las olía, pues siempre decía que los viernes eran buenos y por eso me desvelaba trabajando.
Pero hace como ocho meses me pidió más dinero porque no le alcanzaba, además tenía qué comprar cuadernos, libros, uniformes y zapatos a los demás chavos. Eso me encabronó y le grité, le dejé en claro que, por Arturito, así se llama mi hijo, si me parto la madre; pero, por los otros cabrones, que se los mantenga quien se los hizo. ¿A poco no estoy bien?
El chofer hizo una pausa, quizá esperaba algún comentario y, tras mentarle la madre con el claxón a un microbusero, continuó.
– La verdad quiero mucho a mi Arturito, con mi esposa tengo dos hembritas, y mire, aquí salió machito. Tiene toda mi cara y también me quiere mucho. En mi casa no saben de Arturo, imagínese me parte la madre mi esposa.
Bueno, le sigo contando. Después de que discutimos, la Lupe me dijo que me iba acordar de ella. Le respondí que, como acordamos, le llevaría el varo para “mi chato” todos los viernes y le reiteré que, por los demás ni madres, que se los mantenga “El Bonais”, es el otro compa de la base y creo que tampoco son de él.
El otro día me emborraché con “El Bonais” y me comentó que tiene como cinco años de conocerla, que ya no anda con ella, que cuando la conoció ya tenía a los chavitos. Además, me dijo algo que sí me dolió.
– ¿Qué le dijo?
– Primero me preguntó si todavía andaba con ella, le respondí que no. Suspiró y se sinceró: dijo que apenas hace dos semanas la había visto, que sigue igual de buenota y cogelona.
Toda la banda nos observaba, pensaban que nos íbamos a madrear, pero al notar que ni nos inmutamos, “El Bonais” siguió con la charla. Eufórico comentó: “La Lupe me enloquece, me quita la depre, aunque al final me dice que soy muy pendejo para coger”.
Todos los cuates se carcajearon; mientras, yo sentía que me echaban un balde de agua fría, pues a mí me dice lo mismo. Las risas provocaron que la banda bromeara y desviamos la plática.
Cuando nos despedimos, “El Bonais” me aconsejó: “Clava… pero no te claves. Deja a La Lupe, es bien traicionera y, la neta, sólo te está bajando tu lana. Yo por eso me dejo que me pendejee, así no que saca un varo.
La verdad no supe cómo tomarlo…
Y bueno, eso pasó hace como ocho meses y todos los viernes paso a la casa de La Lupe, le llevo su billete, me deja ver a Arturito y a veces vamos a las hamburguesas de Santo Domingo.
La semana pasada me llegó un citatorio, hoy me presenté en el juzgado de lo familiar y me encuentro con que tengo que dar pensión por tres niños. Ahorita vengo de ver a un abogado, me dijo que vamos a apelar y vamos a ganar.
– Ya no entendí, ¿Quieres a La Lupe y estás dispuesto a pagar pensión sólo por Arturito?
– Así es, como le dije a La Lupe: “te doy tu lana, pero por mi hijo; y de los demás, pues que te dé quien te los hizo, y creo que “El Bonais” no va dar un peso. Y de La Lupe sólo me gusta en la cama.
– Oiga, entonces ¿“El Bonais no salió tan pendejo?
– ¡Sólo en la cama!, bueno eso dice La Lupe.
El único que sabe de todos mis problemas es mi carnal, el mayor. De hecho, me acompañó al juzgado y está muy enojado, hasta me dijo que me consigue a dos morros de por su barrio para que la maten.
– ¡Eso sí está cabrón, yo sé que en Tepito cobran 10 mil pesos por ejecutado!
– Aquí es más bara, son seis varos, tres por cabeza. De perder en la apelación, no sé qué voy hacer. Le repito, yo no voy a dar un peso por dos chavitos que no son míos.
– ¿Y le va a decir a su esposa?
– ¿Usted le diría?
– Pues no.
– Pues yo tampoco, mejor me pongo a chambear más duro, paras sacar las tres pensiones mientras me resuelven.
– ¿Y si pierde?
– Ya me dio miedo, me está haciendo muchas preguntas.
– Pues usted me empezó a platicar, yo no sabía nada, venía a toda madre escuchando música.
– Eso sí… la neta tenía que sacar esto, me estaba ahogando, lo tenía atorado y, para colmo, los últimos tres pasajes que tuve eran señoras, ni modo que a ellas les contara. Por eso, cuando se subió, le platiqué.
– ¿Y qué vas hacer?
– Dice el abogado que tengo muchas posibilidades de ganar y creo que con eso me quedo por ahora.
– Es bueno que piense positivamente.
– Ya ve, y usted a güevo quiere que piense mal. Bueno, ¿Usted qué haría?
– Yo creo que, como “El Bonais”, fingiría pendejez y así me zafo de La Lupe. Además, utilizaría la filosofía “Bonais”, “clava… pero no te claves”.
– Lo de La Lupe nadie de mi familia lo sabe, no lo ando contando; bueno a usted, pero la neta porque no lo conozco.
– ¿Y qué tal si resulto familiar de La Lupe?
– Pues ya qué. Usted me dice por dónde lo dejo.
– En la entrada de esos condominios y mucha suerte.
– Oiga, ¿Usted cómo sabe de los matones de Tepito?
– Porque lo leí en los periódicos. Buenas noches…
ooOoo