Cinco países se ponen en marcha para salvar lo que queda del Mar de Aral
Es en Turkmenistán, en la ciudad costera de Awaza, donde acaba de celebrarse una cumbre crucial para el futuro del Mar de Aral. El tema preocupa al mundo tanto como la deforestación en el Amazonas. Un desafío ecológico y económico que los países miembros del Fondo Internacional para la Salvaguardia del Mar de Aral (IFAS, en sus siglas en inglés) están tratando de resolver.
La creación de este fondo data de 1993, pero habían pasado diez años desde que se celebró la última reunión. Mientras tanto, los diferentes estados miembros, por supuesto, han trabajado por su lado, pero el objetivo de esta cumbre fue revivir y revitalizar la acción conjunta. Y desde este punto de vista es todo un éxito.
En esta ocasión, el presidente de Turkmenistán, Gurbanguly Berdimuhamedov, invitó a los otros miembros fundadores de la organización: los presidentes de Uzbekistán, Kazajstán, Kirguistán y Tayikistán.
«El objetivo era que los jefes de estado se unieran, pusieran sus ideas sobre la mesa, debatieran sobre ellas, analizaran por qué las cosas empeoraban y qué teníamos que hacer para solucionar el problema», explica Bayjanov Guyzgeldi, presidente ejecutivo de IFAS.
Un problema que se remonta a la década de 1960. En ese momento, el Mar de Aral era el cuarto lago salado más grande del mundo. Pero se secó considerablemente debido a la agricultura intensiva. En unos pocos años, el mar ha perdido el 90% de su superficie. Su salinidad ha explotado. Millones de peces han desaparecido.
«Cuando el mar de Aral se fue, las ciudades portuarias también desaparecieron y las personas históricamente vinculadas a la actividad pesquera perdieron sus empleos», destaca Bolat Bekniyaz, representante kazajo en IFAS.
En 2005, la construcción de una presa, financiada por el Banco Mundial, ayudó a que el agua volviera al norte. Un verdadero renacimiento para esta región de Kazajistán.
«Hoy, cosechamos 8,000 toneladas de pescado en esta región y tenemos 8 plantas procesadoras de pescado. Parte de este pescado se exporta a Rusia y Europa Occidental», desgrana Bolat Bekniyaz, representante kazajo en IFAS.
Sigue quedando una gran área completamente seca más al sur. Con los fuertes vientos de esta región, la sal y los pesticidas que se depositan allí se están propagando de una manera muy preocupante.
Por primera vez, el fenómeno incluso ha tocado, Taskent, la capital de Uzbekistán, a pesar de que se encuentra a 500 kilómetros.
«Recientemente, durante 4 días, la atmósfera se llenó de polvo salado. Esto tuvo un impacto en la salud de las poblaciones, pero también en las cosechas», añade explica Bayjanov Guyzgeldi, presidente ejecutivo de IFAS.
En la cumbre, los países miembros tomaron una decisión muy importante, sentando las bases para un nuevo plan de acción estratégico, y sobre todo común. Su objetivo: controlar aún más el uso del agua, por ejemplo, a través de tecnologías verdes para reducir los volúmenes de riego. Se han mencionado otras líneas a seguir, como la introducción de especies de plantas resistentes a la sal.
«Desde un punto de vista ecológico, tratamos de hacer que la región sea más verde, por ejemplo, creando un cinturón verde en el fondo del Mar de Aral, y alrededor de las áreas habitadas”, concluye Bolat Bekniyaz, representante kazajo en IFAS.
En abril pasado, las Naciones Unidas, por iniciativa de Turkmenistán, adoptaron una resolución de cooperación con IFAS. Firma que va mucho más allá de Asia Central: la comunidad internacional ha tomado posición ante el desafío.
Con información de: http://es.euronews.com/