Charlas de Taberna | Por Marcos H. Valerio | ¡Todo por coscolino!
– ¡No entiendo!
– ¿No entiendes qué?
– Mire, el otro día me asaltó una chava, ya sabe, me dejé llevar por su faldita, su blusa ajustada y hoy, antes de que usted subiera, otra mujer, igual con minifalda, me quitó todo lo que llevaba de la cuenta y lo más cañón, ésta no traía cuchillo ni pistola.
-¿Explícame cómo te quitó tu dinero?
– Fui a dejar un cliente al aeropuerto y, de regreso, una ancianita me hizo la parada; pero metros adelante, una chava de unos 22 años, con gabardina y minifalda con sonrisa coqueta también me hizo la parada. Obvio preferí a la joven que a la persona de la tercera edad y le abrí la puerta. Me pidió que la llevara a la colonia Romero Rubio.
En el transcurso me empezó a platicar que era mesera, que trabaja por la zona, que le gustaba el jale. Incluso me preguntó mi nombre, mi edad. En pocas palabras me dio confianza. Ya sabe, uno de tonto dice “ya ligué”. Dos veces que nos tocó el rojo del semáforo voltee a verla y la faldita hasta arriba.
Me preguntó: ¿Qué tal el día?, ¿Cómo vas?; le respondí que ya había cubierto la cuenta y la gasolina, además contaba con una lanita extra por lo que la invitaba unos tacos y unas chelas.
En ese instante se abrió la gabardina, traía una blusa desgarrada, con los pechos casi afuera, el brassier roto, y sonriente amable me ordenó: “Dame todo lo que traes o grito que me quieres violar y te vas directito al reclusorio, sin escalas”.
Creí que me estaba bromeando y se me estaba insinuando, pero con voz amenazante me gritó: “No estoy jugando dame toda la lana o grito que me quieres violar”. Y se desgarró más la blusa.
Primero le respondí: “Pues grita”, pero de inmediato pensé: si la dejo que grite me van atorar, mientras investigan hasta el reclu voy a dar y ahí, al que le van a dar violín es a mí. Por lo que inmediatamente le dije: “aguanta vara, deja me orillo y te doy todo, no hagas más panchos”.
Tomé el cambio que traigo en el cenicero y se lo entregué; a lo que respondió: “Me quieres ver la cara, dame todo, hace rato me dijiste que te fue bien, que traes cubierta la cuenta”.
Bueno, terminé dándole todo, hasta mi reloj, celular y la carátula de mi estéreo. ¿Cómo ve?, me asaltó sin amagarme con cuchillo o pistola.
– ¡Todo por coscolino!
ooOoo