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Charlas de taberna | Por: Marcos H. Valerio | Siembra en chinampa, se niega a desaparecer

En el pintoresco Barrio de San Diego, Xochimilco, al sur de la Ciudad de México, la familia Velasco Arguijo ha mantenido viva una tradición que se remonta a hace 30 años: En su chinampa, que es una pequeña parcela de tierra flotante, esta familia produce la mayoría de los alimentos que llevan a su mesa, demostrando que la autosuficiencia y la agricultura sostenible son posibles en pleno siglo XXI.

Guadalupe Velasco, una de las integrantes de la familia, explica con orgullo: “Nuestra alimentación se basa en un 80 por ciento de lo que sembramos y el resto lo adquirimos mediante trueque con otros productores de la zona y del Estado de México. Trocamos hortalizas, quesitos, frutas y, a veces, carne”.

Los hermanos Darío, Guadalupe y Guillermina Velasco Arguijo, egresados de la UNAM, han sabido combinar sus profesiones con el legado familiar. Darío y Lupita, veterinarios, y Guille, odontóloga, no solo ejercen sus respectivas carreras, sino que también dedican tiempo a la chinampería, una actividad que han perfeccionado a lo largo de los años.

En 2019, junto a sus padres, consolidaron la cooperativa Granja Apampilco, que hoy en día se dedica a la producción, transformación y venta de hortalizas, productos lácteos y plantas aromáticas libres de agroquímicos.

“Toda la vida lo habíamos hecho así, pero no sabíamos que con ello conservábamos el suelo y el agua. Para que nuestra granja sea sostenible combinamos prácticas agroecológicas tradicionales con innovaciones biotecnológicas”, menciona Guadalupe.

La familia Velasco Arguijo no solo cultiva una variedad de vegetales como lechugas, apio, cilantro, perejil, betabel, col, rábano y verdolagas, sino que también cría vacas y cabras. La leche de estos animales se utiliza para elaborar quesos, yogures y otros productos, y sus heces se emplean como composta para enriquecer la tierra de la chinampa. Además, cultivan jitomate y cempasúchil en temporada.

Estos productos se venden en mercados alternativos como el de las Cosas Verdes, en Cuemanco, y el Huerto Roma Verde, en la colonia Roma, así como por WhatsApp. Esta estrategia les permite calcular la cantidad exacta de productos a cosechar, evitando así el desperdicio.

“Así ya no vamos a vender lo que se nos ocurra. Con base en pedidos previos calculamos nuestra producción. Al entregar lo que nos solicitan reducimos estas mermas”, expone Guadalupe.

La labor en la chinampa es una verdadera empresa familiar. Además de los tres universitarios y sus padres, dos de los nietos también participan. El más pequeño, de apenas dos años, ya ha comenzado a cosechar pequeños racimos de zanahorias, inculcando en él el amor y el respeto por la siembra desde una edad temprana.

Darío Velasco guarda bellos recuerdos de su infancia trabajando en la chinampa junto a sus padres y desea que las nuevas generaciones de la familia puedan crear los suyos propios. “Esta chinampa es de quienes vienen detrás de nosotros: mi hijo y mi sobrino. Queremos que cuando ellos tomen la batuta como socios de la Granja Apampilco, dispongan de un suelo más rico, fértil y productivo que el que nosotros encontramos”.

Para Darío, hacer de la chinampa un sistema altamente productivo y sostenible no es una idea nueva, sino una tradición que nació con Xochimilco mismo. “Es un trabajo de 24 horas los 365 días del año. Me siento afortunado de que mi esfuerzo ayude tanto a la conservación del lugar donde vivo como a la alimentación y salud de mi familia, clientes y amigos. Me dedico a algo que me gusta y que, además, aporta a nuestra sociedad”, concluye Darío.

La historia de la familia Velasco Arguijo es un testimonio de cómo las prácticas agrícolas ancestrales pueden coexistir con las innovaciones modernas, creando un modelo de sostenibilidad y autosuficiencia que no solo nutre a quienes lo practican, sino que también preserva el medio ambiente y fortalece las comunidades locales.

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