Charlas de Taberna | Por Marcos H. Valerio | Sanación sin explicación.
Por muchos años, Francisco se ha dedicado a la construcción de carreteras en la zona noreste del país, hoy le toca trabajar en el tramo Tampico-Altamira.
Era un día soleado y la jornada resultaba más exhausta que de costumbre. Paco, como le llaman, se vio en la necesidad de subir una enorme escalera para supervisar parte de la obra, ésta era de madera y la habían construido los propios trabajadores.
Estando en lo más alto, uno de los escalones se venció y ocasionó que Francisco cayera entre escombros y materiales de construcción. Su pierna derecha fue la más dañada, “está completamente desecha”, gritaban sus compañeros de trabajo, mientras solicitaban apoyo médico.
Por encontrarse entre montañas no había señal de teléfono celular, ni cómo solicitar una ambulancia, así que entre todos decidieron subirlo a una camioneta y dirigirse a Tampico, lo más cercano.
Llegaron a la sala de urgencias del Seguro Social y los médicos, al ver la gravedad de las diversas fracturas, decidieron pasarlo a Rayos X, pues necesitaban conocer con exactitud los daños sufridos. Los especialistas comentaban en voz alta que difícilmente el hombre podría volver a utilizar su pierna derecha como hasta ahora.
Mientras, en medio del dolor, Paco esperaba ansioso las placas realizadas. De pronto, entró un doctor acompañado con una enfermera y le comunicaron que debía ser intervenido con urgencia.
La blancura de sus batas lo deslumbraban y hacía más visible el nombre del médico bordado sobre la tela: Dr. Cruz.
Efectivamente, lo pasaron a quirófano e iniciaron la cirugía, sólo ellos dos (el doctor y la enfermera).
Tras unas horas regresaron a Paco a la habitación donde permanecía hospitalizado. Cuando despertó, un grupo de médicos lo rodeaban, tan sólo esperaban que abriera los ojos para poder hablar con él.
Primero le preguntaron cómo se sentía y tras responder que mucho mejor, vino el cuestionamiento: ¿Quién te operó?
Sin titubear Paco respondió: “El doctor Cruz”.
¿Quién?, volvieron a preguntar los médicos.
“El doctor Cruz y sólo una enfermera”.
Los médicos se miraban entre sí con extrañeza, pues no existía ningún expediente que avalara la operación, sin embargo, opinaban, que había sido una intervención perfecta.
A partir de ese momento, se dedicaron a investigar en todo el hospital si había un doctor de apellido Cruz. Nunca lo encontraron.
Pasaron cuatro semanas y Paco, como si nada hubiese sucedido, se ha reintegrado a sus actividades de construcción.
Ésta, sin duda, es una vivencia más sin explicación que se dan con cierta frecuencia en los nosocomios del país. Algunos lo atribuyen a la leyenda de La Planchada, una de las más populares de México que narra al fantasmal personaje que vaga por los pasillos de los hospitales sanando a los enfermos; otros dicen que pudo haber sido el médico por excelencia, Jesús.