Charlas de taberna | Por: Marcos H. Valerio | Enkoll: 66% de mexicanos apoya la Reforma electoral
Dos de cada tres mexicanos están de acuerdo o muy de acuerdo con la reforma electoral propuesta por el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), según una encuesta de Enkoll.
Dicha casa encuestadora informa que el 66 por ciento de la ciudadanía está “de acuerdo” o “muy de acuerdo” con esta iniciativa del presidente Andrés Manuel López Obrador.
A la pregunta “en general, por lo que usted sabe o ha escuchado, ¿qué tan acuerdo o desacuerdo está con que se lleve una reforma electoral en México?”, el 25 por ciento, dijo estar en “desacuerdo” o “muy en desacuerdo”, y el nueve por ciento no sabe o no respondió.
Es importante destacar que las entrevistas fueron “cara a cara”, levantadas con dispositivos electrónicos, y aplicando un instrumento de recolección (cuestionario) adecuado para los propósitos del estudio. La muestra fue representativa para la República Mexicana.
Asimismo, se informa que es una encuesta nacional, realizada del 5 al 8 de noviembre de este año, además, la muestra tiene un error muestral asociado de +/-2.8 por ciento, con un nivel de confianza del 95 por ciento en los principales indicadores del estudio.
El estudio destaca la propuesta de “reducir el número de diputados federales y senadores”, la que alcanzó un saldo de opinión positivo de 69 por ciento.
En este sentido, la propuesta de “elegir a todos los diputados federales y senadores por medio de listas estatales”, tuvo un saldo de opinión también positivo de 41 por ciento, mientras que la idea de “sustituir al INE y los organismos electorales locales por el Instituto Nacional de Elecciones y Consultas (INEC)”, registró 50 por ciento de quienes están “de acuerdo” y “muy de acuerdo”; y 44 por ciento de quienes están en “desacuerdo” y “muy en desacuerdo”, con un saldo de opinión de seis puntos.
Sobre el gasto en el INE, 67 por ciento de los entrevistados, indicó que este organismo gasta en su operación y en las elecciones “más de lo que debería”; 19 por ciento “justo lo que debería”; 10 por ciento “menos de lo que debería” y cuatro por ciento no sabe o no respondió.
Asimismo, se encontró que 68 por ciento de los mexicanos están a favor de “mejorar la calidad de la democracia”, y 29 por ciento por “reducir el costo de las elecciones”.
También se conoció que 66 por ciento de los diputados y senadores apoyarían la Reforma Electoral por “presiones de las autoridades o del gobierno”; mientras que el 23 por ciento la respaldaría por convicción.
Sobre la confianza en las instituciones, Enkoll encuentra que el 50 por ciento de la gente confía “mucho o algo” en el INE; 46 por ciento confía “Mucho o algo” en el TEPJF; 44 por ciento de la población confía en las elecciones; 30 por ciento confía en los diputados y senadores; y el 70 por ciento no confía en los partidos políticos.
Finalmente, es importante mencionar que en el estudio se encontró que el 69 por ciento de los mexicanos, no estaban enterados que el pasado 28 de abril del presente año, el presidente Andrés Manuel López Obrador envió al Congreso de la Unión su propuesta de Reforma Electoral. El 31 por ciento respondió que sí estaba enterado.
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Dos de cada tres ciudadanos dicen estar de acuerdo o muy de acuerdo con la reforma electoral propuesta por el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), según una encuesta de Enkoll para el diario El País.
De acuerdo a dicho estudio, la reducción del número de diputados y senadores es de los temas más atractivo para la ciudadanía, es decir, 83 por ciento de los encuestados respalda la medida. Al mismo tiempo, un 69 por ciento de las personas consultadas, admitió que “no estaba enterada” de que el mandatario había hecho llegar la iniciativa al Congreso desde finales de abril pasado.
Asimismo, los jóvenes son el grupo menos enterado de qué es la reforma electoral: el 86 por ciento de los encuestados entre 18 y 24 años no la conocen, tampoco el 82 por ciento de quienes están en la franja de los 25 a los 34 años.
La primera pregunta de la encuesta, realizada cara a cara a 1.217 mayores de edad, es la confianza en las instituciones electorales. La confianza en el Instituto Nacional Electoral (INE) arroja cifras divididas: un 50 por ciento de los entrevistados dice que confía mucho o algo en el árbitro electoral, mientras que un 49% tiene poca o nula confianza. En cambio, una encuesta reciente del periódico Reforma proyecta un nivel de confianza mucho más alto en el INE, un 70%.
Con todo, el INE es el organismo con mayor confianza. El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación tiene un saldo de 46% de opiniones positivas, pero un 52% de negativas. El 44% de la gente se fía de las elecciones, pero el 55% no lo hace. Los diputados y senadores salen reprobados por igual: solo tres de cada diez personas confían en ellos. En cambio, un 69% se inclina por la desconfianza. Los partidos políticos están en el fondo de la tabla: un 70% confía poco o nada en ellos.
El apoyo del 66% a la reforma electoral contrasta con el 25% de encuestados que está en desacuerdo o muy en desacuerdo. Además, un 9% no respondió o no tenía una opinión ni a favor ni en contra. El respaldo a la iniciativa del presidente es mayor entre los hombres (un 69%) que entre las mujeres (un 63%) y más patente entre los votantes más jóvenes, prácticamente tres de cada cuatro personas entre los 18 y los 35 años dicen sí a la reforma, pese a ser el grupo que menos ha oído hablar de ella. En cuanto a afiliación partidista, el apoyo es mayor entre los seguidores de Morena (un 80%), aunque el 51% de los votantes del Partido Acción Nacional están de acuerdo con que cambie el sistema electoral.
Además de la reducción de diputados y senadores, hay un apoyo abrumador a que se elijan a los representantes del INE y del Tribunal Electoral por voto popular (un 81%), a reducir el número de consejeros del INE y magistrados del Tribunal (un 74%) y a elegir a diputados y senadores por medio de listas estatales (un 68%). Las voces en contra son claramente minoritarias: en todos estos casos hay al menos un 40% de diferencia entre las opiniones positivas y las negativas sobre las propuestas. La medida que convence menos a los encuestados es la de sustituir al INE y a los organismos locales por un nuevo Instituto Nacional de Elecciones y Consultas (INEC): un 50% está de acuerdo, un 44% se opone y un 6% no sabe.
Es un resultado muy similar al del estudio oficial que ordenó el propio INE: un 52% de los encuestados señaló en esa ocasión que era más conveniente que desapareciera el órgano actual y fuera sustituido por el INEC. Morena también presentó esta semana en el Legislativo una encuesta realizada por Parametría que daba un 60% de respaldo general a la reforma electoral. “Los resultados son contundentes, el pueblo de México está a favor de la reforma”, aseveró Mario Delgado, el líder nacional del partido.
De acuerdo con Enkoll, la mayoría de los encuestados, un 67%, también considera que el INE gasta más de lo que debería, prácticamente el mismo porcentaje que apoya la propuesta de López Obrador, que ha insistido en que el árbitro electoral despilfarra recursos y “gasta muchísimo”. En contraparte, el 19% de las personas cree que se gasta lo justo para la operación y organización de elecciones. Incluso, un 10% considera que el gasto es menor de lo que debería. “Existe esta idea de que el INE es oneroso”, comenta Osuna.
A pesar de esto y del discurso de austeridad del presidente, un 68% de las personas consultadas afirma que es más importante para el país mejorar la calidad de la democracia que reducir el costo de las elecciones. Esta es una opinión mayoritaria entre los encuestados, sin importar su sexo, edad y afiliación partidista. “Al parecer, el mexicano está dispuesto a tener una democracia costosa, pero de calidad”, señala la directora de Enkoll.
La última pregunta del estudio demoscópico, levantado del 5 al 8 de noviembre, explora las motivaciones del apoyo de los partidos de oposición a la propuesta del bloque gobernante. Morena y sus aliados necesitan de una mayoría calificada para que se apruebe la reforma constitucional. El 66% cree que los opositores apoyarían la iniciativa por presiones de las autoridades o del Gobierno y el 23%, por sus convicciones.
“Es un resultado negativo para ambos bandos”, interpreta Osuna. “Del lado de la oposición, parece que la mayoría considera que sus legisladores no tienen convicciones y del lado del Gobierno, la gente cree que va a presionar para se apruebe la reforma”, agrega la especialista. Es una polémica similar a la de la propuesta de extender la presencia de las Fuerzas Armadas en las calles para tareas de seguridad pública y la repentina alianza del PRI de Alejandro Alito Moreno con el partido del presidente en la Cámara de Diputados. Los priistas encuestados son el grupo que más cree que la oposición apoyaría por presión y no por convicción la iniciativa presidencial, un 77% de ellos. Sobre la reforma electoral y un potencial apoyo de la formación tricolor, López Obrador ha vuelto a la carga y dijo que es “un deber”.
Mientras tanto, las negociaciones están abiertas entre la oposición y la coalición gobernante, con prácticamente todos los partidos analizando sus opciones en las comisiones del Congreso. La otra batalla se libra fuera del Legislativo: con una marcha “en defensa del INE”, convocada para el próximo domingo.
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En ruinas
Jorge Volpi
A lo largo de siete décadas, sus dirigentes se empeñaron en construir en México una democracia imaginaria: un país provisto de un sinfín de reglas legales y constitucionales que amparaban la competencia y la posibilidad de la alternancia pero que, en los hechos, buscaban justo lo contrario: asegurarse de que ningún opositor los desplazara.
Ahora, el PRI se nos presenta, de pronto, como gran defensor de la democracia y muchas de sus figuras llaman a defender a ese INE que nació y se desarrolló a su pesar.
Tras una larguísima temporada en el desierto, en que cuestionaron al poder cuando en realidad era peligroso hacerlo y casi nadie los oía, al fin tuvieron la oportunidad histórica de obtener la Presidencia, derrotando por primera vez al partido oficial. Apenas tardaron en sepultar las esperanzas desatadas por su triunfo: en vez de reformar aquella democracia imaginaria y sobre todo de transformar un sistema diseñado para proteger solo a unos cuantos, lo mantuvieron a flote. Luego, todavía peor: acorralados por sus propias triquiñuelas -calcadas de las de sus predecesores-, lanzaron la iniciativa más irresponsable en décadas, los operativos conjuntos de la policía con el Ejército a los que llamaron guerra contra el narco, al frente de la cual colocaron, para colmo, a un criminal. Ahora, el PAN afirma rebelarse contra la militarización y se presenta como garante de la democracia y del INE.
Doce años después de su primer intento por llegar a la Presidencia, habiendo soportado ataques arteros y toda suerte de obstáculos, por fin llegaron al poder. Luego del desastre continuado de sus predecesores, prometieron ahora sí cambiar radicalmente el sistema, desmontar las cadenas de impunidad y desigualdad y perseguir a toda costa la igualdad y la justicia. En vez de ello, desarticularon las capacidades del Estado con una brutal austeridad, desdeñaron a los ciudadanos organizados y a los sectores que más los apoyaron durante sus años en la oposición, han militarizado el país a extremos nunca vistos e intentan retomar aspectos del sistema electoral que siempre los mantuvo contra las cuerdas. Y Morena -y sobre todo el Presidente- continúa haciéndonos creer que representan a la izquierda y que defienden la verdadera democracia con su impaciente reforma al INE.
Unos y otros, la clase política mexicana en su conjunto, ha demostrado con creces, una y otra vez, su hipocresía y su traición: tras semejante cadena de mentiras, imposible creer que alguno de ellos en realidad aspire a defender a la democracia: las tres fuerzas tuvieron la oportunidad de transformar radicalmente un modelo disfuncional, hueco, autoritario; en vez de ello, el PAN prefirió desatar la mayor violencia que haya sufrido México desde la Revolución, el PRI perseveró en su corrupción ancestral -y en su desdén por la verdad- y Morena ha conculcado los principios que le concedieron la victoria y, en vez de gastar las últimas energías del sexenio en la reforma que de veras necesitábamos -la de la justicia, por supuesto-, se desbarranca en una que solo intenta cobrar venganza sobre antiguos adversarios y retener el mayor poder que le sea posible, como en su momento hizo el PRI.
Mientras una nueva generación de jóvenes no tome las riendas de estos vetustos contenedores que son los partidos, los sacudan por completo, los limpien de esa caterva de políticos profesionales responsable de nuestro infortunio, reconozcan el daño que sus predecesores le hicieron al país y se comprometan a implementar una auténtica transmutación que permita que en México al fin haya un sistema de justicia independiente y eficaz, primer paso para una democracia de veras funcional, continuaremos en ruinas, obligados a decidir cada día, en medio de mentiras y amenaza, cuál de entre estos tres males es el menor.