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Charlas de taberna | Por: Marcos H. Valerio | “El Mayo” y su pánico a vivir encarcelado; su confesión a Julio Scherer

La reciente captura de Ismael «El Mayo» Zambada, cofundador y actual líder del Cártel de Sinaloa, a las autoridades de Estados Unidos, junto con Joaquín Guzmán López, el hijo de Joaquín «El Chapo» Guzmán, marca un capítulo significativo en la lucha contra el narcotráfico.

Diversas fuentes indican que “El Mayo”, quien mantenía un perfil bajo, era buscado en México, Ecuador y Estados Unidos, con este último ofreciendo una recompensa de 15 millones de dólares por información que permitiera su captura.

A pesar de su discreción, el capo buscó a Julio Scherer García, fundador de la Revista Proceso, por considerar que era un periodista que «no mentía». Esta entrevista, que se convirtió en un documento revelador, único de uno de los narcotraficantes más escurridizos y poderosos del mundo.

La entrevista de “El Mayo” Zambada con Julio Scherer se concertó de manera clandestina. Scherer recibió un mensaje solicitando la conversación, con la condición de mantener discreción sobre el lugar de encuentro. Transportado por personas de confianza del capo, Scherer llegó a un refugio aislado y desprovisto de comodidades básicas.

Durante el encuentro, “El Mayo”, rodeado de guardaespaldas, expresó su interés en conocer a Scherer. La conversación comenzó con un desayuno, en el cual, el capo habló de su familia: una esposa, cinco mujeres, quince nietos y un bisnieto, todos viviendo en sus ranchos.

A pesar de su vida familiar, el narcotraficante confesó que el miedo a ser capturado lo mantenía alejado de las reuniones familiares y los lugares públicos, siempre con el temor constante de ser arrestado.

El miedo al encierro era una constante en la vida de “El Mayo”. En 2010, confesó a Scherer su pánico a ser encarcelado, llegando a considerar el suicidio como una opción para evitar la prisión. Este temor a «descuidarse» lo llevó a vivir en un estado de perpetua vigilancia y aislamiento, perdiéndose de momentos familiares y evitando cualquier exposición pública.

Asimismo, “El Mayo” reveló a Scherer que había contemplado la posibilidad de entregarse al gobierno, imaginando que su caso podría servir como un escarmiento ejemplar. «Me fusilan y estalla la euforia», reflexionó. Sin embargo, también reconoció la resiliencia del narcotráfico: su entrega no cambiaría nada, pues todos tienen reemplazo en ese mundo.

La entrega o captura de “El Mayo” e hijo del “Chapo” es un avance en la lucha contra el narcotráfico, pero también un recordatorio de la complejidad de este fenómeno. La historia de “El Mayo”, llena de miedo, poder y una inquebrantable lógica de sustitución, nos muestra que la verdadera batalla no solo está en capturar a los líderes, sino en desmantelar las estructuras que permiten la perpetuación del narcotráfico.

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