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Charlas de taberna | La vida de Mary es una mezcla de dolor y esperanza | Por: Marcos H. Valerio

A través de las redes sociales de @soymnuel, que tiene como finalidad ofrecer reflexiones, historias o novedades, circula el testimonio de Mary, quien con solo 12 años, ya carga sobre sus pequeños hombros una responsabilidad que pocos podrían imaginar. A pesar de su corta edad, su vientre redondeado es el testimonio de una vida que crece en su interior, una niña que llegará en tres meses para cambiar su mundo para siempre.

En la plataforma, explica que, aunque aún está en sexto de primaria, continúa asistiendo a clases, alentada por su maestro, que la convenció de no abandonar sus estudios, incluso en medio de la adversidad que enfrenta.

El padre de su bebé, un niño apenas mayor que ella, decidió no asumir su parte en esta historia. Mary, con la determinación propia de quienes han vivido más de lo que deberían a su edad, ha decidido que ella sola sacará adelante a su hija.

Vive con su abuelita y su hermana en una pequeña casa que apenas logra contener sus sueños y sus miedos. La abuela, una mujer ya entrada en años, con el peso de la diabetes sobre su cuerpo frágil, se desmayó al enterarse del embarazo de Mary. La noticia le cayó como un balde de agua fría, bajándole la presión, dejándola sin fuerzas, pero jamás sin amor.

Ahora, esa misma abuela es el pilar que sostiene a Mary en esta nueva etapa. A pesar de su enfermedad, ha tomado la responsabilidad de ayudar con los gastos de los estudios médicos, sabiendo que la vida de su nieta y la de su bisnieta dependen de ello.

Mary, consciente de los riesgos que implica su joven edad, ahorra lo poco que puede, pues sabe que el nacimiento de su hija será a través de una cesárea. Los médicos se lo explicaron con cuidado: su cuerpo aún no está listo, sus huesos no han madurado lo suficiente, y cualquier otra opción sería demasiado peligrosa.

Los recuerdos de su madre son como un eco distante, una sombra que se desliza por su memoria. Se fue cuando Mary tenía solo ocho años, y desde entonces, ni una carta, ni una llamada, ni un rastro.

Desapareció dejando tras de sí un vacío que Mary ha intentado llenar con el amor de su abuela y su hermana. Hace poco, algunos vecinos le contaron que su madre ha tenido otro bebé, una noticia que cayó como una piedra en su corazón, dejándola con una mezcla de tristeza y resignación.

Sin embargo, la vida no ha sido fácil para Mary y su familia. Hay días en que la comida escasea, y el hambre se convierte en un invitado no deseado en su mesa. Pero incluso en esos momentos de necesidad, Mary sigue adelante, con una fuerza que parece no tener fin. La esperanza que tiene en el futuro de su hija la mantiene en pie, como una luz en medio de la oscuridad.

Hace poco, Mary se sometió a un estudio estructural para revisar el desarrollo de su bebé. Afortunadamente, todo salió bien. El corazón de su hija late con fuerza, y cada patadita que siente en su vientre es un recordatorio de que la vida sigue, a pesar de todo.

El recuerdo de su propio padre es difuso, casi inexistente. Su madre le contó una vez que su padre la cargó al nacer, pero después se fue, desapareciendo de su vida tan rápido como había entrado. Fue la única vez que su padre estuvo con ella, una memoria que Mary guarda con tristeza, pero también con una especie de resignación.

La vida de Mary es una mezcla de dolor y esperanza, de ausencias que duelen y presencias que sostienen. A pesar de su juventud, ha aprendido a enfrentar la adversidad con valentía, a luchar por su hija y a seguir adelante, aún cuando todo parece estar en su contra. Mary sabe que el camino no será fácil, pero también sabe que no está sola. Y eso, a pesar de todo, le da la fuerza para seguir adelante, un día a la vez.

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