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Charlas de taberna | Flor de concreto que desafía al tiempo en Xochimilco | Por: Marcos H. Valerio

Si se mira desde lo alto, entre los canales de Xochimilco, una gran flor blanca de ocho pétalos parece flotar sobre el agua. No es una planta exótica ni un capricho de la naturaleza, sino una de las joyas arquitectónicas de México: Los Manantiales, una estructura que lleva el sello del maestro de la arquitectura en concreto, Félix Candela.

Construido en 1958, este emblemático inmueble se erigió como un referente de la modernidad en el sur de la Ciudad de México. Con su elegante paraboloide hiperbólico, la obra de Candela no sólo desafió los cánones constructivos de su tiempo, sino que también se convirtió en un refugio de arte, música y encuentro social. Sin embargo, el paso de los años, el reblandecimiento del subsuelo y el devastador sismo de 2017 pusieron en jaque su existencia.

Félix Candela llegó a México en 1939, huyendo de la Guerra Civil Española. Su destreza con las estructuras laminares de concreto le abrió las puertas de una naciente modernización arquitectónica en el país. En 1950 fundó Cubiertas Ala, la empresa con la que revolucionó la arquitectura con sus cascarones delgados, ligeros y resistentes, perfectos para una nación en vía de industrialización.

Los Manantiales fue uno de sus mayores desafíos. Su estructura, formada por cuatro paraboloides intersecados, es un prodigio geométrico. Sus delgados cascarones de concreto, con apenas cinco centímetros de espesor en algunos puntos, crean la ilusión de ligereza, como si la edificación flotara sobre los canales. Más allá de su belleza visual, la obra de Candela es un ejemplo de sustentabilidad: con poco material, se cubren grandes espacios.

ESPLENDOR Y LA DECADENCIA

Desde su reinauguración en 1958, Los Manantiales se convirtió en un punto de referencia en Xochimilco. Políticos, artistas y amantes del danzón se congregaban cada fin de semana bajo la gran cúpula de concreto. Durante décadas, la estructura resistió el paso del tiempo, pero su suerte cambió con el sismo de 2017. El reblandecimiento del suelo y los deslaves en los canales comprometieron sus cimientos, dejando al edificio al borde del colapso.

La situación era crítica. Varios de sus apoyos colapsaron y una de sus bóvedas se deformó. A diferencia de otras estructuras, los cascarones de Candela dependen completamente de su forma para mantenerse en pie; cualquier deformación puede ser fatal.

BATALLA POR EL RESCATE

El destino de Los Manantiales parecía sellado, pero un equipo de especialistas de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, con apoyo de la Secretaría de Cultura y el Programa Nacional de Reconstrucción, decidió enfrentar el desafío. Durante tres años, arquitectos, ingenieros, obreros y estudiantes trabajaron para devolverle la estabilidad al edificio sin alterar su diseño original.

El proceso fue titánico. Primero, apuntalaron los cimientos y construyeron vigas de acero para sostener la estructura. Después, reforzaron la cimentación con pilotes y trabes radiales. Finalmente, la bóveda afectada fue reconstruida con una precisón quirúrgica: se conservaron las varillas originales y, con moldes, se reprodujeron las curvas exactas del diseño de Candela.

OBRA INMORTAL

Hoy, Los Manantiales ha renacido, conservando su esencia y recuperando su majestuosidad. Su restauración no solo salvó un edificio, sino también un capítulo de la historia arquitectónica de México. Es un testimonio del genio de Félix Candela y un recordatorio de que la arquitectura, cuando está bien diseñada, puede desafiar al tiempo.

Mientras las trajineras siguen su camino por los canales de Xochimilco, Los Manantiales permanece firme, como un testigo silencioso de la evolución de la ciudad, una flor de concreto que se niega a marchitarse.

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