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Charlas de taberna | Estudiante de ingeniería que rediseña la fortaleza | Por: Marcos H. Valerio

César Yerán es un joven que no solo desafía las expectativas, sino que las supera con cada paso que da, o en su caso, con cada vuelta de rueda en su silla motorizada. A sus 19 años, es estudiante de Ingeniería Eléctrica Electrónica en la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Lo que hace su historia particularmente inspiradora no es solo su inteligencia o su determinación, sino la forma en que ha abrazado la vida, enfrentando cada desafío con una sonrisa y un espíritu inquebrantable.

Nacido con focomelia, una condición que implica la ausencia de extremidades, César ha aprendido desde temprana edad a encontrar soluciones creativas a los obstáculos que la vida le ha presentado. Su silla de ruedas motorizada, adaptada ingeniosamente por su padre, es una prueba de esto. Equipado con un control que manipula con el pie y una mesita que le sirve como pupitre, con la que se desplaza por los pasillos de la UNAM con una independencia que asombra a quienes lo conocen.

Pero su adaptación no se detiene en lo físico. También utiliza una tableta que sostiene con su mesita y toma notas escribiendo con la boca. Esta habilidad, que podría parecer imposible para muchos, es solo un ejemplo de su capacidad para superar barreras. Para él, estas adaptaciones no son limitaciones, sino herramientas que le permiten seguir adelante, persiguiendo su sueño de convertirse en desarrollador de videojuegos.

«Mi sueño es diseñar un videojuego de mundo abierto basado en leyendas mexicanas», comparte César con una chispa en los ojos. Su pasión por el arte, los videojuegos y la programación lo ha llevado a imaginar mundos donde la historia y la tecnología se entrelazan, uniendo sus intereses de una manera única. Cuando termine la carrera, César sueña con mudarse al extranjero y trabajar para una empresa reconocida en el ámbito de los videojuegos, donde pueda dejar su huella en la industria.

Además de sus logros académicos, César es un talentoso artista. Pinta con la boca y ha encontrado en esta habilidad una forma de conectar con sus compañeros de clase. Organiza actividades en las que invita a sus amigos a intentar pintar sin usar las manos, permitiéndoles experimentar de primera mano lo que significa crear arte desde una perspectiva diferente. Esta actividad no solo es una lección de creatividad, sino también una poderosa demostración de resiliencia y empatía.

María de Jesús Díaz, su madre, recuerda con nostalgia los primeros días de César en el kínder. «Tenía mucho miedo de dejarlo ir», admite, pero su preocupación se desvaneció cuando el profesor de educación física le aseguró que César estaba listo para todo, incluyendo los juegos con sus compañeros. Desde ese momento, no ha dejado de avanzar, enfrentando cada etapa de su vida con la misma valentía que lo llevó hasta las aulas de la UNAM.

La presencia de César en la Facultad de Ingeniería ha tenido un impacto profundo en la comunidad. Yoshimar Mendibil, responsable de Protección Civil y Seguridad en la Facultad, comenta que su llegada ha impulsado cambios importantes en términos de accesibilidad.

«Hemos adaptado las rampas y modificado la infraestructura para que César y otros estudiantes con discapacidad puedan moverse con mayor facilidad», explica. Estos cambios no solo benefician a César, sino también a futuros estudiantes que encontrarán una universidad más inclusiva gracias a su influencia.

Por su parte, la titular de la Unidad de Atención para Personas con Discapacidad (UNAPDI), Claudia Peña, subraya que César ha transformado la Universidad en un espacio más accesible y considerado.

«Su presencia aquí ha hecho que la UNAM sea un lugar más inclusivo, donde todos los estudiantes pueden vencer los obstáculos que se les presenten», afirma. La inclusión, para César, no es solo un concepto abstracto; es una realidad que vive todos los días, construida con el amor y apoyo de su familia, amigos y la comunidad universitaria.

Natalia Patrón, su mejor amiga, destaca que su amistad con César ha cambiado su perspectiva sobre la vida. «Desde que soy amiga de César, los caminos no se ven igual», comenta con una sonrisa. Para ella, cada rampa, cada obstáculo superado junto a César, es una lección sobre la importancia de la accesibilidad y el poder de la amistad.

César Yerán es más que un estudiante de ingeniería. Es un ejemplo viviente de cómo la determinación, el ingenio y el apoyo de una comunidad pueden convertir los desafíos en oportunidades. Su historia es un recordatorio de que las limitaciones son solo el punto de partida para aquellos que tienen la valentía de soñar y la tenacidad para alcanzar sus metas.

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