Charlas de taberna | Crematorio clandestino, infierno que apestaba a muerte | Por: Marcos H. Valerio
El aire se torna pesado en el Rancho Izaguirre, un predio olvidado en las afueras de Teuchitlán, Jalisco, donde el silencio de la sierra es roto por el eco de un horror que apenas comienza a salir a la luz.
Lo que parecía un terreno más en la vasta geografía rural del estado se ha convertido en el epicentro de una pesadilla: un crematorio clandestino operado por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), descubierto gracias al estremecedor testimonio de un joven que logró escapar con vida de lo que él mismo llamó «la escuelita del terror».
“Nos tenían como animales, nos hacían pelear entre nosotros como si fuéramos perros de pelea. Si no ganabas, no servías. Y si no servías, te mataban. Luego te quemaban con gasolina en unas fosas que apestaban a muerte”, relató el sobreviviente, cuya identidad se mantiene en reserva por su seguridad.
Sus palabras, crudas y cargadas de un dolor que trasciende el lenguaje, fueron recopiladas por Indira Navarro, integrante del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, un grupo que no solo busca a los desaparecidos, sino también respuestas en un país donde la justicia parece un lujo inalcanzable, principalmente impartido por jueces y magistrados corruptos.
Según el joven, el rancho albergaba a más de 200 reclutas, muchos de ellos secuestrados o engañados con falsas promesas de trabajo. En ese lugar, el CJNG los sometía a entrenamientos extremos bajo un régimen de violencia despiadada.
“Era una prueba tras otra. Si no resistías los golpes, las jornadas sin comida o las órdenes de matar, eras desechable. Los cuerpos no se enterraban, se incineraban. El humo negro se veía desde lejos, pero nadie se atrevía a acercarse”, confesó, con la voz entrecortada por el recuerdo.
El Rancho Izaguirre no es un secreto reciente. Desde hace al menos tres años, rumores sobre sus actividades macabras circulaban entre los habitantes de la región.
En 2024, las autoridades realizaron una investigación tras reportes de desapariciones y hallazgos de restos óseos calcinados en la zona, pero el lugar volvió a caer en la penumbra operativa del cártel.
Fue el testimonio del sobreviviente lo que obligó a reabrir el caso, destapando una red de exterminio que va más allá de Jalisco.
El joven reveló que quienes lograban sobrevivir al infierno de «la escuelita» eran enviados como sicarios a Zacatecas y Michoacán, estados asfixiados por la guerra entre cárteles.
Allí, debían probar su valía en enfrentamientos armados antes de ser seleccionados para un entrenamiento más sofisticado, impartido por exmilitares colombianos y kaibiles guatemaltecos, conocidos por su brutalidad en técnicas de combate.
“Nos decían que éramos soldados desechables, que nuestra vida no valía nada si no matábamos primero”, afirmó.
El hallazgo ha puesto en jaque a las autoridades estatales y federales, que ahora enfrentan la presión de desmantelar este campo de muerte.
Peritos forenses ya trabajan en el rancho, donde han encontrado fosas improvisadas con restos humanos calcinados, tambos de gasolina y evidencia de lo que parece ser un sistema organizado para desaparecer cuerpos.
“Es un golpe directo al corazón del CJNG, pero también una muestra de lo lejos que han llegado en su impunidad”, señaló un agente de la Fiscalía estatal que pidió anonimato.
Para Indira Navarro y los Guerreros Buscadores, este descubrimiento es un paso más en su incansable lucha.
“Cada hueso que encontramos es un grito que no podemos ignorar. Aquí no solo matan, aquí borran a las personas como si nunca hubieran existido”, dijo, mientras sostenía una fotografía de su hermano, desaparecido desde 2021.
En Teuchitlán, el miedo sigue reinando. Los habitantes evitan hablar del rancho, y quienes lo hacen susurran, como si el CJNG pudiera escuchar a través de las paredes.
El testimonio del sobreviviente no solo ha destapado un crematorio clandestino, sino también la fragilidad de un sistema que, por años, ha permitido que la “escuelita del terror” opere a la vista de todos, pero en las sombras de la justicia.