Cultura

Bruno Newman: 60 años de coleccionismo aportan nuevas miradas sobre los objetos

Ciudad de México, 18 de octubre del 2024.- ¿Qué tienen de particular atractivo una caja con botones viejos o restos de bisutería, cuatro costales de casquillos de bala o cartuchos de escopeta, un puñado de plumines antiguos o un conjunto de cientos de lápices idénticos? En las manos de Bruno Newman, uno de los coleccionistas de objetos más renombrados de México, las cosas reunidas y dispuestas con ingenio se transforman en obras de arte, o en arte objeto.

Comenzó a coleccionar cuando tenía ocho años, gracias a un tío que le regaló sus primeras estampillas postales, y luego vino la numismática, y después los objetos más inverosímiles incluso cosas que tienen que ver con la muerte, ya que se declara un “necrófilo por naturaleza”, tan es así que en el jardín de su casa –confiesa– tiene expuestas algunas lápidas de “angelitos” y un cráneo intervenido con corazones y “milagritos” de latón –“La sacra muerte”– da cuenta de esta afición. Por más de 60 años, este comunicador y publirrelacionista, filántropo y promotor de la lectura, ha reunido más de 190,000 objetos que ahora constituyen el acervo del Museo del Objeto (MODO) del cual es fundador, que está por cumplir 15 años en su sede de la Colonia Roma y que comenzó a raíz de piezas que el coleccionista fue reuniendo y que tenían relación con la publicidad y la mercadotecnia.

Sin embargo, la pasión de Newman fue más allá de reunir objetos y contar historias a partir de ellos; su imaginación veía ideas ingeniosas, donde otros sólo veían basura. Y entonces comenzó a reunir montones de cosas sin una utilidad aparente y a crear piezas con valor estético que, en algunos casos, revelan una crítica social fina y mordaz. Resignificar los objetos Fue así como comenzó a pedirle a sus “marchantes” que le llevaran cosas con las que él pudiera hacer algo: llaveros, ojos de muñecas, botones, frascos, “milagritos”, canicas, corazones de latón, llaves, candados, fotos antiguas, teclas de sumadora, cajas de pastillas, y así nacieron piezas que reutilizan y resignifican los objetos.

“Yo no soy muy hábil con las manos, yo tengo ingenio y creatividad, pero he tenido la fortuna de contar con personas que han sido claves y que me ha ayudado a lograr estas piezas que son producto de objetos de desecho, pero que unidos y puesto de una forma diferente generan una cosa nueva, y así los objetos adquieren un nuevo significado y una nueva vida”, comparte. Más de 120 de estas piezas que incorporan objetos cotidianos integran la exposición 1+1=3 inaugurada la noche del miércoles en Casa Hotbook en Lomas de Chapultepec que, como su nombre sugiere, muestra creaciones que resultan mucho más que la suma de sus partes. Unas horas antes de la apertura, Bruno Newman charla con medios de comunicación, dirige el primer recorrido por la muestra, obsequia un ejemplar de su libro «Las de endenantes» que, como buen coleccionista, compendia en estricto orden alfabético un listado de frases, refranes y adagios mexicanos, y accede a estampar su firma en él.

Durante la entrevista, habla de una de sus obras consentidas, “Flor de asfalto”, compuesta por “un pedazo de soga que estaba tirada en la calle; la recogí y luego con una maceta creé esa pieza; eso a mí me da mucha alegría y una satisfacción muy personal, la de resignificar los objetos”, dice. “Divertimentos creativos” Algunas piezas expuestas en el salón son especialmente llamativas: una silueta de Donald Trump que emerge de un retrete e invita a jugar tiro al blanco; una bandera de Estados Unidos compuesta por cartuchos de escopeta –“porque es uno de los países donde más se practica la cacería de animales”– que denuncia el doble sentido del patriotismo y la violencia; unos cuadros confeccionados con casquillos de bala que evocan el rostro de personajes históricos asesinados con arma de fuego: Mahatma Gandhi, Emiliano Zapata, John F. Kennedy, Francisco Villa y John Lennon. Algunas de estas creaciones remiten a renombrados exponentes del arte contemporáneo como Duchamp, Friedeberg, Ai Weiwei; sin embargo, Newman no tiene esas pretensiones y prefiere referirse a sus obras como “divertimentos creativos”.

En cambio, confiesa que una de sus motivaciones, además del gozo que le produce rescatar objetos, es parecida a la del mago que saca un elemento de su chistera para sorprender a su público. De igual manera, Newman busca dibujar en el rostro esa expresión de sorpresa, esa sonrisa cómplice y divertida. Para ilustrarlo, se levanta de su silla y se inclina junto a un baúl viejo, y como un niño que juega a hacer magia abre el cajón y enchufa un cable que al encender una luz hace posible leer unas letras caladas sobre un fondo falso: ‘Soy una lámpara’ “Esto es muy divertido”, dice a su minúscula audiencia. La exposición “1+1=3” presenta los objetos más allá de su apariencia y en una etapa de supervivencia, jubilados de una vida en solitario e integrados ahora a una nueva vida en colectivo en cada pieza.

De esta manera, la exposición explora el impacto que estos elementos pueden tener al ser sacados de su contexto original y reordenados en narrativas nuevas. La exposición “1+1=3” puede visitarse hasta el 20 de noviembre en Casa Hotbook. Todas las piezas estarán a la venta y lo recaudado será destinado íntegramente a apoyar las actividades y programas educativos del Museo del Objeto (MODO)

con información de https://www.eleconomista.com.mx/

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