Análisis | Por: Pedro Luis Noble Monterrubio | La paz, otro fin de la política
Sin lugar a dudas, la paz es un componente indispensable para cualquier sociedad.
En la actualidad nuestra aldea global enfrenta desafíos monumentales, desde conflictos políticos y tensiones internacionales hasta crisis económicas y desigualdades crecientes.
En medio de este panorama, la cultura de paz emerge como una necesidad apremiante.
La paz es un concepto que no significa armonía, cordialidad y respeto, no solo la ausencia de guerra.
La paz se construye un entorno de justicia y de cooperación como pilares fundamentales de la convivencia humana.
La cultura de paz se manifiesta en diferentes niveles: desde las relaciones personales y familiares hasta las interacciones a nivel internacional. La paz es igual al resultado de la resolución de conflictos, el respeto a los derechos humanos, la inclusión social y la promoción de la educación y la comprensión intercultural.
En México e Hidalgo nos encontramos inmersos en un proceso político-electoral. Algunos hablan de contienda o guerra electoral. Para muchos nos representa la oportunidad democrática de competencia para demostrar quien es mejor y quien logra convencer al elector singular y pluralmente entendido.
No es buscar la conquista. La conquista es un concepto que avasalla y atropella los ideales pacifistas. La oferta electoral es llamado al razonamiento de plataformas electorales y proyectos de gobierno.
Los ciudadanos deseamos procesos electorales enmarcados en prevención de conflictos y en pleno respeto a los derechos humanos, entre ellos al de la participación social y democrática. La política es tolerancia, inclusión, diplomacia y diálogo. La paz igualmente es otro fin de la política.