Amor e infierno en los tiempos de coronavirus.
Marcos H. Valerio
Fermín tenía esposa y novia a la vez, así pasaron tres años.
Su esposa Aurora intuía que algo pasaba en su matrimonio, así que decidió espiar a Fermín. Efectivamente lo sorprendió con otra mujer. La cónyuge increpó a la otra fémina y de las palabras altisonantes siguieron los golpes.
Fermín intentó separarlas. Como se encontraban en un parque, de inmediato llegó la policía. La esposa argumentó que la estaba golpeando su marido, quien fue trasladado al Ministerio Público por violencia familiar.
La cónyuge, aún ofendida, ratificó ante las autoridades que fue agredida por Fermín al ser descubierto con otra mujer. Los golpes, que en realidad se los había ocasionado por la pelea, eran prueba fehaciente de su dicho.
El Ministerio Público, quien ya tenía sueño y quería terminar rápido su trabajo, determinó enviar al hombre al Reclusorio Preventivo Norte (Reno). Sin embargo, permaneció varias horas en las galeras de la agencia del Ministerio Público en la Gustavo A. Madero. Ahí convivió con otras personas, donde un detenido tenía fiebre y gripe.
Al ser trasladado al dicho penal con otros detenidos descubrieron que el sujeto enfermo, tenía todos los síntomas de Covid-19. En el Reclusorio comentaron a los médicos, quienes lo revisaron y lo aislaron junto con toda la remesa (grupo de primer ingreso), que llegaron en ese momento.
Días más tarde, los reclusos que habían estado con el contagiado empezaron a presentar síntomas. En el caso de Fermín, fue de los más afectados. Alrededor de 20 días fue su infierno, pues además de presentar su proceso, sufría por Coronavirus.
Ya casi moribundo fue trasladado a un hospital de Iztacalco, donde falleció horas después. Para desgracia de Fermín ingresó al Reclusorio Preventivo Norte por un delito no grave, sin embargo, su condena fue el contagio y la muerte.