Alberto Fernández, virtual presidente electo de Argentina, reabre las puertas al kirchnerismo
- El peronista de centro-izquierda, acompañado en la fórmula por la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, obtuvo 48.10 por ciento de los votos, según el conteo oficial.
Buenos Aires, 28 de octubre del 2019. El kirchnerismo se apresta a volver al poder en Argentina.
La ventaja al parecer irreversible del opositor Alberto Fernández sobre el actual presidente conservador Mauricio Macri en las elecciones del domingo confirma el desencanto hacia un gobierno que no logró sacar al país de la crisis económica, y abre un desafiante escenario de transición por el impacto del resultado en los mercados que -algunos temen- podría empeorar la situación.
Fernández, acompañado en la fórmula por la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015), obtuvo 48.10 por ciento, según el conteo oficial. Macri, quien aspiraba a la reelección, alcanzaba 40.37 por ciento de los votos a la 01:00 horas (hora México) lo cual le daría el triunfo al opositor en primera vuelta.
Para ser elegido presidente es necesario alcanzar al menos 45 por ciento de los votos o por lo menos 40 por ciento y una diferencia de diez o más puntos porcentuales respecto del segundo candidato más votado.
El ministro del Interior, Rogelio Frigerio, dijo a periodistas que la jornada electoral “transcurrió mayormente en tranquilidad y paz” al margen de “alguna irregularidad” en localidades de las afueras de Buenos Aires y otros puntos del interior del país “que la justicia electoral deberá analizar”.
Según el funcionario, más del 80 por ciento del padrón concurrió a votar, un porcentaje considerado alto.
“Vamos a empezar a escribir otra historia cando lleguemos con Cristina al gobierno”, dijo Fernández ante sus partidarios en la noche del domingo, luego de que Macri aceptó su derrota. “No va a ser fácil la tarea pero lo vamos a hacer entre todos y todas”.
El Banco Central anunció en la madrugada del lunes un endurecimiento de los controles cambiarios que había dispuesto a principios de septiembre ante el temor de bruscas variaciones de la divisa en el mercado de cambios cuando empiece a operar a partir de las 10:00 hora local.
La entidad redujo de 10 mil a 200 dólares la autorización a personas físicas para comprar dólares al mes. La medida pretende “mantener la estabilidad cambiaria y proteger las reservas ante el grado de incertidumbre”, explicó la entidad en un comunicado.
Pero mientras la incertidumbre parecía apoderarse de los mercados por la vuelta del populismo, el virtual triunfo de Fernández trajo algarabía a los partidarios del kirchnerismo.
“Nos estamos muriendo de hambre, Alberto es nuestra última esperanza”, dijo Natalia Rodes, una empleada doméstica de 23 años entre la multitud de militantes que se acercaron a festejar al comando de campaña de los Fernández.
La joven, oriunda de un suburbio pobre al norte de la capital, expresó su esperanza de un regreso de las políticas de bienestar social que había aplicado el kichnerismo en el pasado. Aunque admitió que “la situación es muy compleja, habrá que tener paciencia”.
Fernández, peronista de centro-izquierda, tendrá que dar señales más concretas que las que ha mostrado durante la campaña sobre su eventual plan económico para tranquilizar a los inversores que temen por el regreso de las políticas intervencionistas que marcaron los 12 años de kirchnerismo en el poder.
Benjamin Gedan, experto del Woodrow Wilson International Center for Scholars, dijo a la AP que las soluciones que propone Fernández a los desafíos de Argentina “siguen siendo un misterio. Él hereda una economía en ruinas y condiciones internacionales que no son favorables”.
Las expectativas a una reacción negativa de los mercados tienen como antecedente al día después a las primarias del 11 de agosto cuando Fernández logró el primer lugar con una diferencia de 15 puntos sobre Macri. El resultado profundizó una fuga de capitales y derrumbó el peso argentino, lo que recalentó la inflación y agudizó la crisis social.
Patricio Giusto, director de la consultora Diagnóstico Político, aventuró en lo inmediato un escenario “con mucha incertidumbre, fuga de capitales con riesgo de alguna inestabilidad social” y advirtió que “no se puede esperar hasta el 10 de diciembre”, cuando se dará el cambio de gobierno, para enfrentar los desafíos que plantea la economía.
El mandatario, quien era bien visto por los mercados y las principales potencias, adelantó que invitó a Fernández a desayunar el lunes en la Casa Rosada “porque hay que iniciar el proceso de transición ordenada que lleve tranquilidad a todos los argentinos. Acá lo que importa es el bienestar de todos”.
La disputa electoral se dio en un marco de recesión económica, aceleración de la inflación, aumento de la pobreza alcanzando al 35.4 por ciento de la población y dudas sobre la capacidad del país sudamericano de cumplir con sus compromisos de deuda.
Mariano Pablo Machado, analista de Argentina para la consultora Verisk Maplacrof, consideró que debido a que el periodo de transición es largo, se “aumenta considerablemente las preocupaciones sobre la estabilidad del gobierno”.
Macri sería el primer presidente no peronista en concluir su mandato. Hasta ahora ningún otro lo ha logrado por golpes de Estado o crisis económicas. Analistas coinciden que para ello será vital el diálogo que mantenga con Fernández y las medias que adopte para contener el precio del dólar en el mercado de cambios y frenar la caída de las reservas en el Banco Central.
En las últimas semanas el gobierno buscó frenar la depreciación de la moneda con fuertes intervenciones del Banco Central en el mercado de cambios, lo cual supuso una pérdida de más de 20.000 millones de dólares en reservas. . Al mismo tiempo estableció restricciones a la compra de dólares similares a las que había heredado de Fernández de Kirchner en 2015.
Esta especie de co-gobierno entre Macri y Fernández también debe lidiar con la ansiedad de los tenedores de bonos de deuda argentina y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que desembolsó 56 mil millones de dólares en 2018 y ya avisó que aguardaba por la elección de un nuevo gobierno para discutir cómo se devolverá ese préstamo y bajo qué condiciones.
Tanto Alberto como Cristina Fernández son férreos críticos de las políticas del FMI.
Durante la campaña, el candidato presidencial kirchnerista dijo que en caso de ganar renegociaría las condiciones del acuerdo del fondo, pero hasta ahora no ha sugerido que no pagaría.
En medio de la algarabía por el triunfo, Fernández no dio señales concretas a los mercados pero días atrás adelantó que la prioridad de su gobierno será mejorar la delicada situación social que afecta a millones de argentinos.
El candidato fue jefe de gabinete de ministros de la presidencia de Néstor Kirchner (2003-2007) cuando el país sudamericano canceló la deuda con el FMI y renegoció con acreedores privados de bonos argentinos una fuerte quita de capital.
“A pesar de algunos temores del mercado sobre el posible retorno de las políticas populistas bajo Cristina Kirchner, ese escenario es altamente improbable”, afirmó Michael Shifter, presidente del centro de estudios Diálogo Interamericano, con sede en Washington.
“Hoy Argentina simplemente no tiene las condiciones económicas para un gasto no controlado, como lo hizo bajo los gobiernos de Cristina Kirchner. Esto no será una repetición de su presidencia. Es un momento particular y un entorno regional y global muy diferente que hace ocho, o incluso cuatro, años atrás”, dijo.
Texto y Foto: AP