Acervo | Por: Pedro Luis Noble Monterrubio | Democracia consolidada
Se verificó la jornada electoral 2021 en México y en estos días posteriores al domingo 6 de junio se ha podido constatar la consolidación de una democracia plena y participativa que eligió a más de 20,000 puestos de elección popular a lo largo del territorio nacional.
Una máxima en política se ha vuelto a confirmar: “Ninguna victoria o derrota es para siempre” y es así como todos los partidos políticos y sus candidatos ganaron espacios y cedieron otros tantos en el desarrollo de estos comicios que sin duda alguna fueron sorteados con una destacada civilidad ciudadana, legitimando justamente a la sociedad organizada quién fue la encargada de constituirse como el máximo garante de estos resultados a través de su participación como funcionarios de casilla, previa la capacitación que les proveyó el Instituto Nacional Electoral durante los meses previos al “Día D».
El centro de cualquier análisis político que se ventile sobre la reciente elección debe llevar por principio de cuentas un reconocimiento tácito y puntual a las mexicanas ya los mexicanos quienes a la convocatoria del INE, decididamente instalaron las más de 160,000 casillas en el país, posibilitando el voto continuo durante la temporalidad de la jornada comicial, contabilizando los votos, suscribiendo las actas con cada resultado por urna, resguardando y trasladando los paquetes electorales a las sedes distritales de las autoridades de la materia y finalmente respaldando el día de ayer a la actuación de las y los consejeros electorales en la entrega de las constancias de mayoría a las candidatas ya los candidatos recién electos.
La participación ciudadana de 47 millones, 227 mil ciudadanos equivalentes al 50.49% del listado nominal de electores deja sentada la confirmación de que en esta elección intermedia se votó mucho y seguramente se votó mejor. Este amplio índice de sufragios supone también un reto para todas las ofertas políticas que se colocarán en la preferencia ciudadana y que lo mismo en el legislativo que en el ejecutivo, tendrán que rendir cuentas en apego a la transparencia que exigirán sus mandatos constitucionales. Contar con una democracia consolidada es la circunstancia idónea para reafirmar que en la actual coyuntura política que experimenta México, los contrapesos legislativos y de gobierno son también altamente buscados por los votantes.
Mucho hemos leído y escuchado en las últimas horas en torno a diversos conceptos mayormente de corte parlamentario como lo son las «mayorías calificadas» o las «mayorías simples». Bajo estos últimos conceptos jurídicos debe advertirse que la propia Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos cuenta con mecanismos de protección a la sobrerrepresentación electoral en el poder legislativo federal, impidiendo que una sola fuerza política por sí sola se haga del control mayoritario de las cámaras en más de dos terceras partes de la representación de los escaños.
Así, lo que sí ha surgido en épocas recientes dentro de los procesos electivos al Congreso de la Unión han sido la conformación de alianzas tendientes a maximizar los triunfos en las urnas para trasladarlos al fortalecimiento en la integración de los grupos parlamentarios que controlan lo mismo la Cámara de Diputados que el Senado de la República.
Lo importante hacia el presente es dar la vuelta a los ánimos propios de este proceso electoral y sobre el futuro inmediato pasar la página esperando los resultados legislativos y gubernamentales que cada región del territorio nacional invariablemente merecen, teniendo como agenda común de todas y todos los actores políticos el llamado al entendimiento ya la unidad nacional y no al divisionismo entre ciudadanos. Eso a nada bueno conduce.