Riesgo de quiebra financiera en la Ciudad de México
Ciudad de México, 17 de diciembre de 2017.- El secretario de Finanzas capitalino, Édgar Amador Zamora, advirtió del riesgo de que la Ciudad de México caiga en un quiebre financiero el próximo año ante las presiones que generan la reconstrucción y el calendario político electoral, por lo que es importante que los diputados tomen en cuenta el tema fiscal y no opten por adquirir deuda o crear pasivos; si ponemos déficit tarde que temprano la capital del país tendría que recortar plazas o subir los impuestos, resaltó.
En entrevista recordó que la discusión y aprobación del presupuesto se encuentra ahora en el terreno de la Asamblea Legislativa. Dado que los diputados ponen las reglas y definen las prioridades, desearía que éstas sean acordes con lo que la ciudadanía necesita en este momento, externó.
Enfatizó que no se puede entregar una administración en rojo, cuando ahora sus finanzas se encuentran en verde y la Ciudad de México ha sido un ejemplo de disciplina y fortaleza fiscal en los pasados cinco años frente al resto de entidades de la República.
La fortaleza de la ciudad es tan importante que podemos atender tanto el tema de la reconstrucción como la política electoral sin descuidar la parte fiscal, aseguró.
Amador Zamora agregó que tienen que escoger, por ejemplo, entre darle más dinero al sistema anticorrupción o priorizar las políticas de vivienda y atención al agua. ¿Qué queremos, gente que aplique el gasto o que lo vigile?, preguntó.
En su opinión, la ciudadanía apreciaría más que se destinen recursos a áreas sustanciales, como la reconstrucción, en lugar de crear burocracia que va a vigilar la aplicación del gasto.
El secretario admitió que en ningún año la negociación sobre materia presupuestal entre gobierno y asamblea es fácil; sin embargo, ahora se sumó lo electoral, la presión de la ciudadanía para atender los temas de reconstrucción que está muy viva y se siente en todos los ámbitos de la vida política, por lo que, recomendó, se requiere ir más allá del interés personal de cada actor y atender la demanda de la población.
Tras aclarar que en este momento se puede dar un porcentaje preciso de cuánto se destinará a la reconstrucción, Amador Zamora indica que cuando menos hay 2 mil 100 millones etiquetados expresamente a esto, que tienen que ser distribuidos por los diputados entre el Instituto de Vivienda, el Sistema de Aguas de la Ciudad de México, la Secretaría de Obras, la Agencia de Gestión Urbana y delegaciones. Pero también en los presupuestos de desarrollo social y protección civil se considera esto.
En suma, el presupuesto que entregó el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera Espinosa, está enfocado a la reconstrucción.
–¿Hay presiones para destinar más dinero a algunas áreas?
–Es el preámbulo de un año político electoral, entendemos las presiones, cada quien juega sus cartas como lo considera necesario. Nuestra obligación es mantener la calma, la serenidad y vigilar que el presupuesto de los ciudadanos salga lo más estable posible; seguramente vendrán más, no serán ni las primeras ni las últimas presiones. Nuestro trabajo es tratar de ver más allá del corto plazo de las pasiones políticas y construir unas finanzas públicas que atiendan tanto las necesidades de la reconstrucción como las de la ciudad.
Comentó que aquí, a diferencia de otras partes, los partidos no han dicho que aportan algo de sus prerrogativas para la reconstrucción. Me gustaría que las presiones vinieran en ese sentido y no en otro, reviró.
–¿Presiones de quién, algún nombre?
–Lo que se ve no se pregunta. En nuestro caso no ponemos atención en alguna persona en particular, tratamos de tener una visión de conjunto, las negociaciones y su intensidad son típicas de este momento. Este año en particular podrán haber sido intensas, pero a lo largo de los seis años hemos tenido capítulos similares”, argumentó.
Pese a todo, Amador Zamora confía en que el 20 de diciembre la Ciudad de México tendrá un presupuesto aceptable que sirva en un año tan complicado como el próximo.
Gabriela Romero Sánchez | La Jornada