Muertes por sida, igual que hace 20 años
La falta de diagnóstico oportuno y la desigualdad en el acceso a los servicios de salud son los grandes retos en México para luchar contra la enfermedad.
Durante la primera mitad de 2017, el reporte de vigilancia epidemiológica de nuestro país registró 3 mil 260 nuevos casos diagnosticados de VIH y 2 mil 338 de sida, que se suman a la cifra total de personas con VIH/sida que viven en México: poco más de 144 mil, según el registro de la Dirección General de Epidemiología y Censida. Sin embargo, se calcula que entre 35% y 40% de las personas que tienen VIH/sida en México desconocen que viven con la enfermedad. Así lo señala el doctor Pablo Francisco Belaunzarán Zamudio, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ). El especialista destaca que este porcentaje significa alrededor de 100 mil personas, lo que convierte al diagnóstico oportuno en uno de los grandes retos de la lucha contra el VIH/sida en nuestro país.
Viviendo con la enfermedad
“Una proporción muy alta de las personas que viven con VIH no lo saben. No tienen diagnóstico por diferentes razones y una de las más importantes es la falta de acceso a los servicios de salud que al final provoca que no puedan recibir tratamiento”, señala el especialista en infectología y también académico en la Facultad de Medicina de la UNAM, quien agrega que aunque sin duda uno de los avances más significativos en nuestro país es que actualmente cualquier persona diagnosticada con VIH puede recibir tratamiento de manera gratuita, otra realidad también es que hay muchas brechas en el acceso a estos servicios.
Explica que un ejemplo de esta diversidad de escenarios en un mismo país es que en lugares como la Ciudad de México, la tasa de mortalidad ha tendido a bajar, pero en otros estados, como Tabasco, los números han subido; así que aunque los lugares cambien, al final los números se igualan con el tiempo y mantienen desde 1995 hasta la fecha de 4 a 5 mil defunciones al año. Según el reporte epidemiológico más reciente de la Secretaría de Salud, los estados con la mayor tasa de casos nuevos de VIH son encabezados precisamente por Tabasco, seguido de Campeche, Yucatán, Colima y Veracruz.
Según datos de la OMS, el año pasado alrededor de 1.8 millones de personas contrajeron la infección por el VIH en el mundo, lo que representa una disminución de 39 % con respecto a los 3 millones de personas que contrajeron la infección en el pico de la epidemia a finales de los años 90, sin embargo, la misma institución subraya que las nuevas infecciones por el VIH están aumentando a un ritmo acelerado en los países que tienen problemas ampliando sus servicios de salud al ritmo que también crece su población.
“Otro problema es que las pruebas para detectar el VIH son accesibles sólo a través de los servicios de salud y en otros países se están empezando a utilizar estrategias que tienen que ver con ‘desmedicalizar’ la prueba y entonces ofrecerlas en las farmacias o directamente en las comunidades vulnerables, tal como se puede acceder a una prueba de embarazo”.
Al respecto, recientemente expertos del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE) presentaron un proyecto de prueba rápida a bajo costo que podría convertirse en una opción al problema.
Este instrumento cuenta con detección simultánea de tuberculosis y puede ser empleado fuera de laboratorio, sin requerir personal especializado, y con la ventaja de mostrar el resultado en minutos.
Para el investigador, un mejor escenario sería tener de 90% a 100% de las personas diagnosticadas porque en la medida que esto se logre se podrá proveer tratamiento que además del beneficio individual evitará la transmisión a otras personas. Según datos de ONUSIDA, las investigaciones científicas a lo largo del desarrollo de esta enfermedad han demostrado que una persona que vive con el VIH y se adhiere a un régimen de tratamiento antirretrovírico eficaz tiene 97% menos probabilidades de transmitirlo.
Desde que se empezaron a detectar los primeros casos de VIH hace más de 30 años, los tratamientos han evolucionado vertiginosamente. Hace 30 años, la zidovudina o AZT fue el primer antirretroviral que recibió aprobación. Un par de años después se empezaron a administrar profilaxis para prevenir infecciones oportunistas en personas con recuentos bajos de CD4. Estas células son un tipo de linfocito (glóbulo blanco) y parte vital del sistema inmune infectado por el VIH.
A principios de los años 90, nuevos antirretrovirales de la misma familia que el AZT recibieron aprobación para su uso y en 1995, con la aprobación del primer inhibidor de la proteasa (IP) por parte de la FDA, se produjo un avance radical en el tratamiento del VIH. Así han aparecido nuevas familias de antrirretrovirales con tomas más cómodas que reducen el arsenal de pastillas que se empleaba con anterioridad y tienen menos efectos secundarios.
Diseñar un fármaco contra el VIH que termine con el virus no es una tarea sencilla ya que durante el ciclo de vida del virus, éste se convierte en parte del genoma humano y se integra al ADN. Tras la terapia prolongada persiste un reservorio residual de virus que se puede reactivar si se abandona el tratamiento, es por eso que varios estudios en marcha se centran en el empleo de moléculas que permitan revertir esto, así como en desarrollar terapias inmunitarias y génicas que impidan su multiplicación.
En vísperas del Día Mundial de la Lucha contra el Sida, que se celebra cada 1 de diciembre, ONUSIDA presentó un nuevo informe que muestra que a pesar de que aún no hay un escenario óptimo, el acceso al tratamiento ha aumentado significativamente en todo el mundo. A principios de este siglo, 685 mil personas en el mundo que vivían con el VIH tenían acceso al tratamiento antirretrovírico, mientras que para junio de 2017, alrededor de 20.9 millones tienen acceso a estos medicamentos.
El objetivo de la OMS es poner fin a la epidemia del sida en 2030 y en este sentido otro de los grandes retos es terminar con la transmisión materno-infantil. Sin un tratamiento profiláctico, alrededor de 15%-30% de los niños que nacen de mujeres VIH positivas se infectan durante el embarazo y el parto. Un porcentaje adicional, de 5% al 20%, se infecta por la leche materna. “Aunque cada vez con menos frecuencia, este tipo de transmisión sigue ocurriendo en México. Se logrará detener hasta que se hagan pruebas de escrutinio en todas y cada una de las embarazadas. Con las herramientas con las que se cuenta en la actualidad es totalmente inaceptable que suceda una sola infección así”.
De vacunas y otras cosas
Para Belaunzarán, uno de los grandes logros en cuanto a la investigación científica en México es que los diferentes grupos que trabajan en el tema se han sabido articular muy bien con otros grupos de trabajo de todo el mundo. “Se trata de una labor de equipo y de equipos grandes”, señala al respecto. Uno de los acentos en nuestro país se orienta a tratar temas de investigación relacionados con la realidad nacional, como la resistencia del virus a ciertos retrovirales. Otras líneas de investigación se concentran en indagar cuál es el mejor tratamiento para quienes, como en nuestro país, son diagnosticados ya en un estado muy avanzado de la enfermedad.
A nivel mundial, grupos de científicos de todo el mundo continúan trabajando con el objetivo de crear una vacuna para prevenir la infección por el VIH. Desde hace varios años se realizan pruebas de vacunas experimentales para prevenir y tratar la infección por el VIH/SIDA, pero aún no se han autorizado vacunas para uso fuera de ensayos clínicos. Los más recientes avances en este campo los tiene una vacuna que introdujo secuencias genéticas de diversas cepas de VIH en el cuerpo humano a través de un virus modificado que no puede replicarse. Para probar su eficacia se requiere reclutar a miles de voluntarios sin infección por el virus. Esta fase se extendería entre tres y cuatro años, por lo que se especula que probablemente en 2022 podría estar lista.
“Creo que es muy difícil predecir el momento en que una vacuna podría estar disponible. En los últimos años se han aumentado las expectativas de que esto podría suceder en los próximos cinco o 10 años pero eso depende de que sean suficientemente efectivas para poder desarrollarlas”. Para el especialista, se necesita una vacuna pero aún es aventurado decir cuando se tendrá, así que por lo pronto el diagnóstico oportuno y el tratamiento son una manera bastante efectiva de enfrentar la enfermedad.
Berenice González Durand | El Universal