Amuzgos de Guerrero
LOS NN´ANNCUE O AMUZGOS: LAS “PERSONAS DE EN MEDIO” LA REGIÓN DE LA COSTA CHICA DE GUERRERO
En su mayoría, la población amuzga habita en el estado de guerrero, que limita al norte con el Estado de México y Morelos, al sur con el Océano Pacífico, al este con Puebla y Oaxaca, y al oeste con Michoacán. Cuenta con una extensión de 64 282 kilómetros cuadrados y un litoral de 500 kilómetros; esta superficie representa el 3.3 por ciento del territorio nacional y ocupa el decimocuarto lugar de las 32 entidades del país. Lo integran siete regiones: Zona Norte, Tierra Caliente, Centro, La Montaña, Acapulco, Costa Grande y Costa Chica. Los centros urbanos representativos de cada región son Taxco, de la Zona Norte; Ciudad Altamirano, de Tierra Caliente; Chilpancingo, del Centro; Tlapa, de la Montaña; Zihuatanejo, de la Costa Grande, y San Marcos, de la Costa Chica.
La región Costa Chica está integrada por los municipios de Acapulco de Juárez, San Marcos, Florencio Villarreal, Azoyú, Copala, San Luis Acatlán, Tecoanapa, Ayutla, Cuautepec, Igualapa, Cuajinicuilapa, Ometepec, Tlacoachistlahuaca, Xochistlahuaca y Marquelia, recientemente reconocido como municipio. Entre las principales actividades se cuentan la agricultura, la ganadería y la pesca. El maíz sigue siendo el cultivo más importante, aunque también se siembra jamaica (que se comercializa en el mercado local e incluso en el nacional) y ajonjolí, del cual se están impulsando iniciativas para mantenerlo como un cultivo comercial.
Por los municipios asentados a lo largo del litoral cruza la carretera federal Acapulco-Pinotepa Nacional en dirección Guerrero-Oaxaca. Aquí se desarrolla una creciente actividad comercial y ganadera. Esta última se practica por razones culturales y económicas, sobre todo por la población mestiza. Otra actividad que se ha incrementado es la del narcotráfico. Si bien cuenta con menor presencia que en otras regiones colindantes, la Costa Chica se supone funciona, más que como zona de cultivo, como corredor comercial o de traslado.
EL ÁREA CULTURAL DE LOS AMUZGOS
Los amuzgos habitan en las regiones fronterizas de Guerrero y Oaxaca, en los municipios de Xochistlahuaca, Tlacoachistlahuaca, Ometepec y San Pedro Amuzgo. También en esta región viven mixtecos, nahuas, afro descendientes y mestizos, pero los amuzgos conforman el mayor número de población indígena. Datos correspondientes al censo nacional de 2000, levantado por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), cuantifican a 34 601 amuzgos mayores de cinco años, aunque, para otros investigadores, los amuzgos son alrededor de 50 000
Los municipios de mayor concentración poblacional amuzga en el estado de Guerrero son, en orden de importancia, Xochistlahuaca, Tlacoachistlahuaca y Ometepec. En los dos primeros municipios la agricultura sigue siendo la actividad económica y cultural más importante; sin embargo, habría que tomar en cuenta tanto el crecimiento de comercios —principalmente de productos de abastecimiento— como la presencia de un pequeño grupo con ranchos de menor escala que venden productos lácteos para el consumo local y se dedican a la compraventa de ganado, empresa que los relaciona con otros grupos de ganaderos de los municipios colindantes.
También habría que agregar el surgimiento de una actividad redituable y en crecimiento: el transporte. Los transportistas se han consolidado a raíz de la construcción, en 1995, de la carretera que va de Ometepec a Xochistlahuaca y Tlacoachistlahuaca. No obstante, sólo un grupo reducido controla el transporte, pues se requiere contar con cierto capital (para comprarlo) y tener una relación clientelar para obtener el permiso de circular.
Los municipios tanto de Tlacoachistlahuaca como de Xochistlahuaca presentan un índice de migración en ascenso. En mayor escala migran los hombres a centros turísticos del mismo estado de Guerrero y, como jornaleros, a distintos estados de la república mexicana.
Por ejemplo, a Sinaloa, donde van a la pizca del tomate, de manera eventual, cíclica y permanente. También migran al sur de Estados Unidos: a California y Carolina del Norte, en la costa este. Las mujeres migran de manera permanente a Ometepec, Acapulco, Chilpancingo o al Distrito Federal, donde suelen desempeñarse como trabajadoras domésticas.
En ocasiones, algunas artesanas salen a comerciar sus textiles por temporadas, que van de 15 días a un mes, y aunque no es una migración como tal, sí establece una dinámica de constantes salidas, que al volver ingresan dinero corriente a la comunidad.
La población en Xochistlahuaca está conformada en su mayoría por adultos; la población total de entre 15 y 64 años es de 11 084, de la cual 5 300 son hombres y 5 784 son mujeres; estos números representan 52 por ciento del total. El segundo grupo de edad en grado de importancia es el que va de 0 a 14 años, con un total de 9 247, de los cuales 4 633 son hombres y 4 614 son mujeres, es decir, 44 por ciento de toda la población.
El grupo de edad minoritario es el que se cuenta de los 65 años en adelante, con un total de 832, de los cuales 386 son hombres y 446 son mujeres, cifras equivalentes a 4 por ciento del total (Serrano, Embriz y Fernández; 2002, p. 138). Estos datos nos ayudan a mostrar el escenario poblacional de Xochistlahuaca, es decir, una sociedad mayoritariamente adulta, con una importante presencia de los jóvenes y una minoritaria presencia de los adultos mayores.
LOS AMUZGOS
El idioma Amuzgo, según lo que afirma Graciela Anaya (1987), pertenece a la familia otomangue, subfamilia mixteca. Se trata de un idioma tonal y contiene numerosos pares de palabras que sólo difieren por el nivel de voz. Se le considera una lengua tonal porque una misma palabra pronunciada de manera distinta adquiere un significado diferente: “Al igual que el chino, el apache, el zapoteco y muchas otras lenguas del mundo, el amuzgo es una lengua tonal. Esto quiere decir que se pueden distinguir palabras no sólo en términos de los sonidos que contienen, sino también por la melodía con que se pronuncian”
Por otra parte, la lingüista Susana Cuevas, de acuerdo con Rensch (1976) y Longracre (1968), señala que el amuzgo constituye una rama totalmente independiente y distinta de las siete subfamilias de otomangue. Consta de 14 segmentos consonánticos de los fonemas básicos, divididos en una consonante, una semivocal y dos deslices. Los segmentos vocálicos de los fonemas básicos son 12, divididos en siete orales y cinco nasales
Como otras lenguas, el amuzgo ha ido incorporando voces de origen español e incluso de las lenguas indígenas cercanas con las que tiene contacto, como el mixteco. Asimismo, la traducción al español de una palabra en amuzgo constantemente se refiere a una acción, lo cual nos da cuenta de la forma en que —semántica y lingüísticamente— se construyen las palabras y su relación con las acciones de la vida diaria, desde el momento en que se nombran. Por ejemplo, nntzíjna´an tz´an ndë n´a, que quiere decir “tener mucha pena, padecer de nervios ante un público”; o la palabra nntzínke tz´an ndiá, que significa “terminar un telar en forma chueca” (Tapia García; 1999, pp. 168, 176).
Por otra parte, el origen de este grupo indígena se desconoce. Investigaciones realizadas por lingüistas encuentran en su idioma semejanza con el mixteco, lo cual indica, de acuerdo con la teoría de Sahagún y Torquemada, que emigraron del norte junto con aquel grupo, siguiendo la ruta del Pánuco. De este modo, ascendieron a la Mesa Central y se establecieron en Tula; después se vieron obligados a pasar a Cholula y más tarde al sur, al territorio del actual estado de Oaxaca. Incluso existen hipó- tesis como la de Gay y Burgoa en que se señala que emigraron de Sudamérica (Gutiérrez Ávila; 1997, p. 65).
A través de la historia oral y en el registro de la lengua amuzga se asegura que tienen su origen en el mar, en algunas islas o “las tierras de en medio”: ndyuaa xenncue, y que de ellas llegaron a la zona costera del Pacífico a la altura donde ahora están los límites de los estados de Guerrero y Oaxaca
Debido a la expansión de los mixtecos antes de la Conquista, a la llegada de los españoles después y al arribo de los afro mestizos con la encomienda, los amuzgos abandonaron sus poblaciones en la costa del Pacífico para establecerse en la región que ocupan actualmente y de la que Xochistlahuaca y Tlacoachistlahuaca son centros importantes. A este tipo de asentamientos Aguirre Beltrán los denominó “regiones de refugio”.
Poco después llegaron los amuzgos y fundaron Cozoyoapan, que quiere decir “donde hay y hacen cunas”, y en un principio se situaron cerca de San Nicolás, Guerrero (municipio de Cuajinicuilapa, Guerrero). Las fuentes consultadas sobre Cozoyoapan no especifican la fecha de su emigración, pero aparecen como pueblo en 1737 (López; 1993, p. 33). Una versión del mito de origen cuenta que “llegaron y les pidieron permiso a los habitantes de Xochis para quedarse a vivir ahí, porque venían de lejos y enfermos, así que les dieron permiso de quedarse, pero con el tiempo fueron creciendo, hasta que se juntó con Xochis…”.
También existe la versión, tanto oral como documental, de que Xochistlahuaca, antes de la invasión española, ya era capital del reino amuzgo y que “estaban sujetos en parte a los ayacastecas y en parte al cacicazgo mixteco de Ipactepec, coligado con el de Tututepec”. Al mismo tiempo, este cacicazgo estaba sometido al Imperio mexica en el periodo de Moctezuma Ilhuicamina, en 1457, pero éste no ejercía dominio completo ni directo sobre los amuzgos (Gutiérrez; 1997, p. 75).
El nombre que recibe la lengua en los documentos oficiales es “amuzgo” (amoxco). Este nombre tiene origen en la lengua náhuatl y es una palabra compuesta de dos vocablos, amox (tli), que quiere decir libros, y co, que es un locativo, por lo que amoxco quiere decir “lugar de libros”. El lugar de libros se debe probablemente a la designación de cabecera administrativa y religiosa de la zona y sitio donde se tenía por escrito el control de los sucesos de la región.
La denominación en náhuatl de Xochistlahuaca y Tlacoachistlahuaca se traduce como “Llanura de flores” y “El lugar del tlacuache”, respectivamente (el primero, en lengua amuzga, se autonombra Suljaa´). Esta denominación se refiere al hecho histórico de cuando esta zona fue dominada y pasó a formar parte del Imperio mexica: como estrategia de conquista se “nahuatlizaban” los nombres y las designaciones que identificaban a este grupo.
EL ORIGEN: LOS MITOS DESDE EL MAR
Los amuzgos le dan a su lengua el nombre de ñomnda, palabra compuesta de ñoom, que significa “palabra” o “idioma” y ndaa, que quiere decir “agua”, o sea, “idioma” o “palabra del agua”. Al mismo tiempo, se autodenominan nn´anncue, que viene de las voces nn´an, “personas”, y ncue, “de en medio”: la interpretación es “las personas de en medio”
De lo anterior surge la versión de que los amuzgos tienen su origen en el mar, es decir, que vienen de las tierras de en medio. En consecuencia, el que su idioma venga del agua adquiere un sentido lógico. Sin embargo, cabe señalar que la designación de amuzgos se refiere a lo que éstos representaban para el Imperio mexica. Por tanto, la traducción de “lugar de libros” está relacionada con la función que cumplía la zona como centro administrativo, ya que los códices y documentos comunitarios siempre estuvieron a cargo de las clases sacerdotales, y a ellos no tenía acceso la clase popular.
La versión oral de la llegada de los amuzgos a Xochistlahuaca cuenta que habitaban las tierras cercanas a la costa del Pacífico, pero su proximidad con otros grupos étnicos de la zona de Oaxaca —que bien pudieron ser los mixtecos— provocó una migración a otros territorios para buscar establecerse lejos de los conflictos interétnicos:
“Pensaron que era mejor irse de ahí; los principales hablaron y dijeron que era bueno buscar otras tierras donde los amuzgos pudieran reproducirse en paz. Tomaron unas piedras que eran como imanes y cuando llegaron a Xochistlahuaca, las enterraron para que todos permanecieran unidos a esa tierra.”
Lo anterior puede sugerir, además, que los amuzgos son un grupo de tradición agrícola, y la constante alusión al elemento líquido es la manera de expresar lo necesario que éste les resulta para su supervivencia, el logro óptimo de la reproducción agrícola y, gracias a ella, de la vida misma. Una referencia concreta la encontramos en la fiesta de San Marcos, cuando realizan sacrificios de gallinas sobre piedras que míticamente representan a los truenos y rayos, lo cual coloca a esta fiesta como un rito de petición de lluvias, ya que se celebra en fechas previas a la preparación del cultivo.
EL PASADO
Así como otros grupos indígenas de México, los amuzgos llegaron a la sierra buscando un nuevo hábitat para su reproducción cultural, económica y social, pero que además cumpliera con la función de ser una frontera que resguardara su cultura, permitiéndoles, así, su supervivencia después de la violenta llegada de los españoles a la zona.
Como se ha mencionado, los amuzgos habitan una región que se asienta en el estado de Guerrero y, trascendiendo los límites políticos del estado, abarca también territorio oaxaqueño. Los datos demográficos indican una presencia mayoritaria del lado guerrerense; esta parte de la población se concentra predominantemente en el municipio de Xochistlahuaca, mientras que Tlacoachistlahuaca presenta un panorama triétnico, pues en su territorio se encuentra la presencia de amuzgos en la cabecera municipal y sus alrededores, y de mixtecos asentados principalmente en la parte alta del municipio; en la cabecera municipal también habitan mestizos.
Respecto del total de población amuzga de Xochistlahuaca, la de Tlacoachistlahuaca es menor y proporcionalmente similar a la de los mixtecos. Este panorama ofrece, sin duda, un interesante territorio de análisis si se ve desde las relaciones interétnicas, ya que las relaciones entre unos y otros (amuzgos, mixtecos y mestizos) son muy complejas, sobre todo y en este orden de importancia, en el ámbito político, social y cultural. Por ello se ha centrado la presente monografía en el municipio de Xochistlahuaca, lo cual no corresponde a una estricta delimitación del territorio y el pueblo amuzgos.
Xochistlahuaca conformaba parte de la provincia de Ayacastla, donde Igualapa fungió como cabecera de la provincia gracias a su estratégica ubicación geográfica. Los amuzgos, de acuerdo con Aguirre Beltrán (1958), antes de la Conquista formaban parte de un grupo de tribus que hablaban distintas lenguas, y cuando los españoles llegaron al mando de Pedro Alvarado en 1522, los sometieron.
Como consecuencia de la explotación de los amuzgos por los españoles, aquéllos se resguardaron remontándose a los lugares más apartados de la Sierra Madre del Sur; pero, mediante la evangelización de que éstos se valieron para colonizar las tierras, se restablecieron nuevos nexos entre indígenas y españoles. En 1563 se nombró a Xochistlahuaca cabecera administrativa y religiosa, y, derivado de este nombramiento, se reconoció el poder local que mantuvo durante el Imperio mexica. Debido a esta denominación, a Xochistlahuaca se le empezó a llamar “cabecera” —durante la Colonia fue el centro religioso más importante de la región— y así se le sigue conociendo popularmente hasta la fecha.
Xochistlahuaca, en el siglo XVI, dependía política y religiosamente de la provincia de Antequera, Oaxaca; después estuvo subordinada a la provincia de Puebla de los Ángeles, en el siglo XVII, y, en el ámbito religioso, a la diócesis de Chilapa, que a su vez dependía del obispado de Puebla; ya en 1884 perdió su categoría de cabecera religiosa.
En Guerrero murieron una gran cantidad de indígenas a causa de las nuevas formas de trabajo y de los constantes levantamientos. Lo que es innegable fue el genocidio en la zona, y eso explica que sólo sobrevivan cuatro grupos étnicos: mixtecos, tlapanecos, nahuas y amuzgos. En 1522, Xochistlahuaca tenía unos 20 mil habitantes, mientras que, en 1582, esta misma población sumó tan sólo 200 habitantes.
EL DESPOJO Y RECUPERACIÓN DE LAS TIERRAS
Mediante el control político, administrativo y económico, los españoles fueron despojando a los amuzgos de sus tierras, las cuales pasaron a ser propiedad de Guillermo Hacho, a quien la población indígena le pagaba una renta anual. En 1920 dio inicio la lucha por recuperar las tierras, las cuales se restituyeron como ejido el 25 de agosto de 1933: los dotaron con 6 384 hectáreas. El 6 de septiembre de 1934 se reconoció como municipio a Xochistlahuaca, y el 9 de julio de 1967 se solicitó una ampliación ejidal; entonces se les concedieron 1 419 hectáreas más. Actualmente, el ejido suma un total de 7 803 hectáreas (López; 1993, p. 39).
LA VIDA DIARIA EN XOCHISTLAHUACA
El municipio de Xochistlahuaca cuenta con una población de 22 781 habitantes y se halla situado, con referencia al meridiano de Greenwich, entre los meridianos 98˚ 14’ 28” y 98˚ 15’ de longitud oeste, y entre los paralelos 16˚ 43’ y 16˚ 47’ 35” de latitud norte (López; 1993, p. 47).
Este municipio tiene una extensión de 321.10 kilómetros cuadrados, que representan 0.73 por ciento de los 64 261 kilómetros cuadrados que conforman la superficie del estado de Guerrero. Está clasificado con un grado de marginación muy alto por el Centro de Desarrollo Municipal.
Al municipio de Xochistlahuaca lo integran las siguientes comunidades: Xochistlahuaca, Cozoyoapan, Plan Maguey, Cabeza de Arroyo Nuevo, Llano del Carmen, Los Lirios, El Santiago, Plan de Pierna, Plan Lagarto, Guadalupe Victoria, Tierra Colorada, Arroyo Gente, Linda Vista, Arroyo Guacamaya, Arroyo Pájaro, Arroyo Montaña, Piedra Pesada, La Ciénega, Cumbre de San José , Rancho del Cura, Arroyo Grande, Junta de Arroyo Grande, Rancho del Cura Ejido, Cerro Bronco, Crucero de Camino, Manantial Mojarra, Colonia Renacimiento, Plan de los Muertos, Cabeza de Arroyo Caballo y Colonia Luis Donaldo Colosio (López; 1997, p. 42).
El clima es subhúmedo, semicálido, cálido y templado, con variaciones diarias muy lentas, con una temperatura media anual de 25 ˚C. Los amuzgos dividen el año en dos temporadas: la de lluvias, que va de mayo a octubre, y la de secas, de noviembre a abril. En la región se pueden apreciar pequeños valles y mesetas, y son abundantes los arroyos de corriente permanente.
La flora y la fauna pertenecen al bosque mixto que se localiza en la parte alta; asimismo, la selva de hoja caduca con la que cuenta el territorio se localiza en la parte sur, hacia la costa.
LA ECONOMÍA
Los amuzgos basan su economía principalmente en una agricultura de autoconsumo, en la ganadería, el comercio y la industria textil, la cerámica, la tabiquería, la tejería, la elaboración del piloncillo o panela y, desde hace poco tiempo, la migración. El sistema de tumba, roza y quema es la práctica común para la agricultura; en cuanto a la tenencia de la tierra existen dos tipos: la ejidal y la comunal. La agricultura se funda en una diversidad de cultivos, entre los más importantes se cuentan el maíz, el frijol, el ajonjolí, la jamaica y los secundarios: la calabaza, el chile, el jitomate, el algodón y el cacao, entre otros.
Una fuente de ingresos significativa es la venta de diversos objetos y productos alimenticios en la ciudad mestiza de Ometepec; entre los principales se cuentan la naranja, el mamey, la caña, la jícama y el piloncillo, así como los huipiles y cohetes. También sobresalen, en cuanto a las mujeres, los servicios que prestan como trabajadoras domésticas y niñeras. Las mujeres y los hombres se emplean como peones en los ranchos o en las construcciones, lo que también ayuda en la economía familiar amuzga. Recientemente han surgido los pequeños comercios en el interior de las comunidades, tales como taquerías, cenadurías, tiendas de hilos, abarrotes y la venta de productos del campo; todos ellos representan una opción para su economía, sobre todo en la de aquellas familias que cuentan con el capital para invertir en un pequeño negocio.
Según datos presentados por el Centro de Desarrollo Municipal (CEDEMUN), 3 814 amuzgos están dedicados al sector primario, es decir, 43.94 por ciento; 3 654, al sector secundario, lo que representa 42.10 por ciento y, por último, 12.20 por ciento, que corresponde a 1 059, al sector terciario. La agricultura, la ganadería y la pesca6 siguen siendo actividades de práctica mayoritaria, con 43.94 por ciento; les siguen las industrias manufactureras con 38.10 por ciento, lo cual indudablemente alude a la producción de textiles elaborados por las mujeres del municipio.
INDICADORES DE MARGINACIÓN
Aunque los indicadores de marginación son discutibles en cuanto a los criterios para su construcción, sí arrojan datos significativos e indican tendencias, además de que proporcionan una visión general o un panorama de la situación socioeconómica del municipio. Mediante esta información, vemos las consecuencias que deja la pobreza en la vida de los Amuzgos, sin olvidar que la lectura de marginación y miseria, especialmente en el caso de las mujeres indígenas, se expresa de manera directa en la vida cotidiana.
El cuadro de la página anterior refleja una ligera mayoría de población femenina respecto a la población masculina en el municipio, tendencia que también se presenta en el total de la población estatal, estimada en 3 079 649 habitantes, de los cuales 1 491 287 son hombres y 1 588 362 son mujeres.
Considerado el cuarto municipio con mayor grado de marginación en el estado de Guerrero y decimosexto en todo el país, Xochistlahuaca es uno de los municipios indígenas de Guerrero (y de México) con una mayor problemática tanto social y económica como de acceso a los servicios básicos.
Los datos del cuadro de arriba refieren una relativa igualdad entre hombres y mujeres en cuanto al trabajo en la educación, con 2 por ciento cada uno, lo cual explica, por un lado, la importancia de la influencia del movimiento magisterial y la activa participación de las maestras en el actual movimiento municipal de Xochistlahuaca. Respecto a la agricultura, encontramos una gran diferencia entre hombres y mujeres, con 71 por ciento frente a 2 por ciento respectivamente, lo cual nos habla de la invisibilidad de la participación de las mujeres en este rubro. En las artesanías, las mujeres se encuentran por encima con 13 por ciento, frente a 3 por ciento de los hombres; este dato confirma la actividad artesanal asignada culturalmente a las mujeres amuzgas.
Las cifras del cuadro siguiente nos ofrecen los índices de marginación de Xochistlahuaca y el grado de analfabetismo, sobre todo de las amuzgas. En la categoría de estudiantes sólo se reporta 9 por ciento, frente a 11 por ciento de los varones; ambas cifras también nos dan cuenta del bajo grado de alfabetización de la comunidad, y, por ende, de que Guerrero es uno de los estados con más analfabetos. Un 63 por ciento de las amas de casa consideradas población inactiva, frente a 2 por ciento de los hombres, indica la desigualdad en cuanto a la oportunidad de obtener ingresos o un trabajo remunerado por parte de las mujeres. Encontramos también 3 por ciento de hombres en el rubro de “otros”, que pueden ser oficios o sugerir a la población migrante.
Por otro lado, la dotación de servicios aún es muy limitada. Hasta el año 2000 se habían cuantificado 4 598 viviendas particulares, de las cuales 658 (14.31 por ciento) cuentan con drenaje y agua entubada, y 688 (14.96 por ciento), con drenaje y con electricidad; 162 viviendas, es decir, 3.52 por ciento, cuentan con drenaje pero no con electricidad. A su vez, 1 635 viviendas (35.55 por ciento) no tienen drenaje y sí tienen electricidad, mientras que 1 978 (43.01 por ciento) viviendas no cuentan ni con drenaje ni con electricidad.7 Cabe agregar que 57.39 por ciento de las viviendas no tienen ni drenaje ni escusado; 74.47 por ciento presentan hacinamiento y 83.36 por ciento son de piso de tierra. Lo anterior muestra la pobreza en que se desarrolla la vida cotidiana de las familias amuzgas.
Además, específicamente en el municipio de Xochistlahuaca, 32.75 por ciento de los habitantes (2 843) reciben menos de un salario mínimo, mientras que la población analfabeta de más de 15 años suma 8 004 en total.
EL TRABAJO ARTESANAL Y LOS ROLES GENÉRICOS
La actividad artesanal sin duda se relaciona con el sistema del trabajo masculino. El hombre y padre de la casa se encarga de sembrar aunque, en determinadas épocas, la mujer también participa, sobre todo en la preparación de la tierra y la cosecha, actividades que se consideran ayuda o trabajo complementario. La mujer se queda en casa y en la comunidad, donde cuida a los hijos y realiza los quehaceres necesarios para la reproducción familiar; los hijos participan en las labores domésticas y agrícolas según su edad y sexo. Los niños en un principio se quedarán en casa y, al llegar a cierta edad (la comunidad decide cuál), se incorporarán poco a poco a la agricultura, primero como ayuda y luego como otra fuerza de trabajo al servicio de la familia.
PRIMERA FASE DEL APRENDIZAJE: LA OBSERVACIÓN
En el caso de las niñas, éstas permanecerán en el hogar con la madre y participarán principalmente en las labores domésticas: cuidarán a los hermanos más pequeños, ayudarán a la madre en los mandados, en la preparación de los alimentos, llevarán al padre y los hermanos el almuerzo al lugar de la siembra y empezarán a tejer. Esta etapa es para observar, como principio básico de cualquier aprendizaje. “Observar la forma en la que se realiza tal o cual cosa parece ser el método en que más confían los indígenas cuando quieren lograr la transmisión de conocimientos y de los saber hacer” (Chamouxi; 1992, p. 84) .
Como parte del proceso de aprender a tejer y usar el telar de cintura, una niña amuzga comenzará entre los seis y siete años. La edad varía debido a que el aprendiz tendrá que demostrar estar interesada en ello. Desde los primeros años de vida, las niñas realizan un proceso de observación cotidiana sobre las técnicas para el uso del telar ubicado en el patio familiar. La niña que permanece en el hogar —y durante el tiempo que ella está jugando— observa a su madre tejer durante horas. El interés por conocer y reconocer la práctica de tejer está a cargo de la madre, que incita a la pequeña a tomar el telar, observar y preguntar.
SEGUNDA FASE DE APRENDIZAJE: EL CONOCIMIENTO DE LA MATERIA PRIMA
Cuando la niña empieza a buscar el telar, la madre la incorpora en el arte de tejer. Una primera participación reconocida de las niñas es la de ayudar a su mamá a despepitar el algodón silvestre o “coyuchi”.8 El algodón, una vez cosechado, se coloca en grandes sacos y, sobre un petate, se empieza a limpiar. Esta actividad se considera un trabajo infantil y refiere a la preparación de la niña como artesana, es decir, se relaciona con la materia con que trabajará, conoce su textura y sus propiedades a través del tacto. Este acercamiento con la materia prima tiene su efecto a futuro, pues cuando sea tejedora aprovechará al máximo este conocimiento.
TERCERA FASE DE APRENDIZAJE: EL JUEGO DE EMPEZAR A TEJER
En la tercera fase, la niña empieza a intentar tejer. Por regla general será el padre quien se encargue de construir su telar: los hombres Amuzgos son conocedores expertos de las maderas del entorno ecológico y por lo mismo, aunque en menor escala, se practica la carpintería y la fabricación de muebles para el consumo familiar.
El método que más se usa para enseñar a tejer es el juego. A partir de la observación previa, la niña intenta tejer como si fuera a jugar. El primer diseño que se le enseña es el de “colita de tortuga” o “la cucaracha de agua”, el cual semeja un rombo. Este diseño ha sido elegido por su simple grado de complejidad, es “el más fácil”.
En esta etapa, la madre artesana desempeña un papel muy importante como instructora: va señalando cómo montar la urdimbre y los hilos que llevan el diseño, cómo iniciarlo y continuarlo. El tiempo que la niña tarde en acabarlo no está establecido, pues, como se dijo, “es un juego”.
En este proceso de aprender a tejer —que toda la comunidad considera un trabajo—, la madre entabla una relación especial con la hija, ya que, además de transmitir una enseñanza, establece una relación alumna-maestra, iniciando así el aprendizaje de un quehacer de género: ser mujer.
El primer producto, por su tamaño pequeño, se usará en el hogar como servilleta para envolver las tortillas. La siguiente fase estará determinada por la elaboración de diseños con un grado de dificultad más alto, pero hasta aquí la niña ya cuenta con el conocimiento de la materia, la observación y la memorización del diseño, lo cual lleva en sí mismo un grado de abstracción del proceso artesanal.
CUARTA FASE DE APRENDIZAJE: EL DOMINIO DEL TELAR DE CINTURA.
Una vez que ya se ha memorizado y dominado esta técnica, la tejedora empieza a elaborar huipiles. El tiempo de dominio de la técnica varía, ya que no son aprendizajes “forzados”; esta etapa, pues, consiste en mucha práctica, en una repetición constante. Cuando las niñas alcanzan la edad de 11 o 12 años conocen y dominan el proceso de tejer, es decir, ya se consideran tejedoras y ya pueden hacer huipiles.
Un siguiente paso consiste en la enseñanza de la confección: cómo unir los paños y saber la puntada para la unión, el corte de los paños y el terminado de algunos productos, como las servilletas y los manteles, que alrededor llevan un fleco que resulta de anudar los hilos sobrantes del textil. El trabajo de elaborar el fleco también corresponde a las niñas como una ayuda en la pieza terminada por la madre; de este modo, las menores aprenden a realizar el acabado del producto.
En la cuarta fase, el grado de interés de la artesana por aprender es básico, pues en el intento de hacer diseños más complicados les pregunta a otras. Así pues, se prestan diseños y con ello intercambian conocimientos y técnicas. Por lo tanto no existe exclusividad: los diseños son de todas las artesanas. Esta fase implica un proceso más acabado de socialización del quehacer artesanal, ya que se relaciona fuera del entorno familiar y será la pauta para establecer relaciones afectivas entre mujeres.
QUINTA FASE DE APRENDIZAJE: LA ESPECIALIZACIÓN ARTESANAL
Cuando la artesana desea especializarse, acude a una maestra que ya no es la madre, pues la práctica artesanal y la cultura permiten la existencia de especialistas en el tejido, que al mismo tiempo ven la enseñanza como una necesidad.
La especialista le enseñará diseños más complicados y técnicas ahora consideradas en vías de extinción o “de rescate”, como el tinte natural. Pero la principal lección será estimular a la artesana para que aporte de manera creativa técnicas, para que perfeccione estilos ya establecidos e, idealmente, cree diseños y piezas artesanales. Esto también implica un proceso de asimilación e interpretación cultural del entorno ecológico, que será usado como modelo para lo nuevo, donde hagan referencia al medio natural característico de la región.
Aquí se establece otra relación y una condición, ya que la enseñanza de una maestra-especialista concierne a una especialización y un grado del saber hacer más elaborado. Representa también el final de una enseñanza tradicional, pues esta artesana en un futuro reproducirá el quehacer artesanal construyendo, así, un oficio de género.
En amuzgo, artesana se escribe ts´a n na mach´ee ts´iaa n na ´naa n, que quiere decir “las personas que trabajan en su oficio”, o tyolcu cuvi´a tsia n jnom, “mujeres que trabajan el telar”, lo que muestra el reconocimiento comunitario y cultural al considerarlo un trabajo.
Otro aspecto importante es que el tipo de diseños, colores y materiales con los que se confecciona un huipil ejerce la función de adscripción a una comunidad, ya que esta prenda cumple con el objetivo de distinguir a las personas, su origen y su pertenencia a una comunidad en específico.
LA COMIDA
La gastronomía amuzga incorpora en gran medida el maíz y los productos de origen local. Se elabora chocolate con el cacao que se siembra en la zona, éste se muele en el metate y se le agrega piloncillo; es de ingesta común y acompaña “el presente” que se da en las bodas
Los tamales son parte fundamental de la comida amuzga y se hacen de diversas formas: de elote, dulce y salado; de elote con chile costeño y pollo; con endocos, que son una variante de crustáceos parecida a los camarones, pero más grandes y abultados.
Otro guiso tradicional de esta región amuzga es el conocido como “cabeza de viejo”, que consiste en pedazos de carne envueltos en yerba santa, cocidos a vapor. También suelen estar presentes, ya sea para festejos familiares o comunitarios, la barbacoa de res y la de chivo; esta última se prepara más seguido, ya que el chivo es un ganado común de la región y de precio más accesible.
Igualmente se hacen grandes tortillas en comal conocidas como “ticasos”, y, cuando se les incorpora piloncillo, se hacen de sabor dulce, aunque también pueden ser salados. Con el maíz se preparan los “totopos”, y el mismo piloncillo, con el que también se hacen dulces de camote y calabaza.
LA VIDA SOCIAL
La familia amuzga se compone de unidades nucleares y extensas; ambas constituyen la forma clásica de la familia patrivirilocal. Las familias extensas están formadas por los hijos, sus mujeres y la descendencia, cuando el espacio lo permite.
En la actualidad existen casas construidas con cemento, varilla y otros materiales no tradicionales de la región, las cuales están situadas principalmente en el centro de la comunidad. Sin embargo, la mayor parte de las casas que habitan las familias amuzgas son de adobe y zacate, tienen techo de teja, uno o dos cuartos, pisos de tierra, un corredor, el patio y la cocina. Esta última puede estar en el patio, en una construcción redonda fabricada con postes de árboles a manera de paredes, que dejan un pequeño espacio entre uno y otro, que permite una corriente de aire que refresca el espacio donde se preparan los alimentos; ello refleja una ingeniería propia, acorde con el clima. Además, la cocina puede compartirse con los otros miembros de la familia. El patio y el corredor son espacios domésticos que se re significan según los horarios cotidianos; durante el día la mujer teje en el patio; durante la noche confecciona las piezas en el corredor.
El mobiliario que conforma la casa es austero y se reduce a una mesa, las camas necesarias construidas en la misma comunidad (si no tienen, usan petates), hamacas y una mesa pequeña donde se levanta un altar. En algunos casos, cuentan con otro tipo de muebles, como roperos, o tienen aparatos eléctricos, como televisores y grabadoras; esto dependerá de las posibilidades económicas de la familia.
EL MATRIMONIO
En las comunidades más tradicionales aún se lleva a cabo el “arreglo” o convenio entre dos familias para un futuro matrimonio, sin el conocimiento de los futuros esposos. Los pedidores son quienes fijan la fecha para el “quedamento” o el “sí” y la fecha para celebrar la boda por la Iglesia. Esta última es particularmente importante para los novios, ya que es cuando se conocen y cuando se inicia una serie de relaciones y alianzas económicas y sociales entre las dos familias. Desde ese momento el novio llevará diversos presentes: maíz, frijol, chile, leña y chocolate para la comida y el dinero para el huipil de la novia (López; 1993, p. 82).
Si la novia es virgen, habrá “tornaboda” y se consumará el matrimonio entre el sonido de cohetes que anuncian su virginidad; en caso contrario, habrá una tensión y un convenio entre el actual marido y el padre de la novia.
Las alianzas matrimoniales son principalmente endógamas en cuanto al grupo, ya que los matrimonios se realizan mayoritariamente entre amuzgo y amuzga, y son exógamas en cuanto a la comunidad, pues cumplen con la función de construir redes sociales entre una comunidad y otra.
ROLES GENÉRICOS
En lo que respecta a la asignación de roles que cada sexo tiene dentro de la cultura, éstos se encuentran definidos de modo tradicional; sin embargo, se trata de un proceso dinámico de enseñanza y transmisión de valores que varía en cada generación. En la actualidad, por la migración y la influencia de los medios masivos de comunicación, se manifiestan cambios en los modelos de lo que se define como ser hombre o mujer.
A pesar de lo anterior, existe un esquema que funciona como el modelo ideal, donde el varón tiene como principal actividad económica la siembra. Desde pequeño, el niño acompaña al padre a realizar estas labores; es la etapa en que observará la técnica de la siembra. A los 12 años un varón amuzgo posee ya el conocimiento necesario para llevar a cabo dicha actividad.
De esta manera, los hombres están condicionados para adoptar las decisiones familiares y elegir (o incluso “tomar”) a una mujer para casarse, hecho que no sucede con las mujeres. Asimismo pueden participar —si así lo desean— en la vida política, o emigrar de la comunidad si es necesario; el hombre de la familia se encarga de comercializar los productos agrícolas; anteriormente también lo hacía con los textiles de las artesanas que pertenecían a su familia. Por su parte, el trabajo femenino, tanto en algunas actividades del ciclo agrícola (por ejemplo, la cosecha) como en las actividades domésticas, representa un ahorro en el pago de mano de obra.
La mujer amuzga concentra todas las actividades relacionadas con la vida doméstica y la reproducción de la familia: será la encargada de lavar, hacer la comida, educar a los hijos, mantener el espacio familiar y tejer. Desde niña la educan para permanecer en la casa con la madre, donde aprende a cuidar a los hermanos pequeños, a cocinar, a preparar la lumbre, a ir al mercado por encargos, por leña, a llevarles el almuerzo al padre y a los hermanos hasta el lugar de la siembra, a ayudar (en las temporada de cosecha) al traslado del producto al hogar y, a partir de los seis años, a la niña se le instruye para empezar a ser tejedora.
En la actualidad, parte de las actividades cotidianas consiste en asistir a la escuela hasta nivel secundaria, y, para aquellas que cuentan con recursos económicos, migrar a Ometepec o a Chilpancingo, principalmente, para continuar con estudios superiores.
LA VIDA RELIGIOSA
En el municipio se practican mayoritariamente dos religiones: la católica y la protestante; esta última fue difundida por los miembros del Instituto Lingüístico de Verano en los años cuarenta del siglo XX. Celebran el 29 de septiembre a San Miguel Arcángel, patrono del pueblo; el 1 y 2 de noviembre, el Día de Muertos; el 12 de diciembre a la Virgen de Guadalupe, y en Cozoyoapan se celebra a San Sebastián el 20 de enero.
Es importante mencionar el sincretismo que existe entre el pensamiento religioso católico y el amuzgo, el cual se ve reflejado en las celebraciones católicas. Los amuzgos marcan el tiempo de lluvias o su inicio con la celebración, el 25 de abril, del día de San Marcos; en ella piden una buena temporada de lluvias. A esta fecha se le conoce como “el pedimento a los truenos” para que éstos sean benévolos y no causen estragos en las siembras. Cierra este ciclo la fiesta de San Miguel, el 29 de septiembre, e inicia la temporada de secas y, por ende, la preparación del levantamiento de la cosecha. Asimismo se considera que todo el entorno ecológico mantiene un espíritu: el espíritu de los cerros, del agua, de la tierra, del maíz, de los animales, entre otros.
Para los amuzgos, como para otros pueblos indígenas de la región, se dice que las enfermedades son por “espanto” o porque alguien hace un mal a través de un brujo. El curandero, el rezandero o tsan calua´ le detecta el padecimiento valiéndose de una canasta, del pulso del enfermo o de la baraja, y la receta para curarlo consiste en rezos, ya sea para llamar al espíritu o para rechazar el mal (López; 1993, p. 54).
El tsan calua´ descubre lo que el padecimiento del cuerpo pide para comer, se preparan los alimentos y cuando destapan la olla, el enfermo junto con todos sus familiares deben respirar los olores de la comida y ellos, al terminar, le soplan al enfermo en el cuerpo. Popularmente a este hecho se le llama “motolin” con el nombre del animal que el cuerpo pide, por ejemplo “motolin de chivo” o “de gallina”. Es muy común esta práctica de curación.
LA VIDA POLÍTICA
La presencia de los partidos políticos y sectas religiosas ha trastocado la estructura tradicional de los amuzgos al crear divisiones con puntos de vista diferentes. Tradicionalmente, el candidato debe ser una persona honesta, trabajadora, que haya cumplido con una “mayordomía mayor”. La forma de afiliarse políticamente recurre a las lealtades primordiales, es decir, a través de sistemas afectivos y de parentesco. Por tanto, el acceso al mando, poder o estatus comunitario se obtendrá a partir del servicio a la comunidad, y la designación se aprobará por parte del pueblo a través del Consejo, órgano integrado por personas respetadas y con cargos anteriores (López; 1993, pp. 74-75)”.
En la actualidad existen cinco cargos importantes jerarquizados, de menor a mayor, en el siguiente orden: topil (con duración de un año), topil mayor o jefe de topiles, juez de barrio o inspector, policía y el último y quinto cargo, que es el de comisario municipal.
Las formas de gobierno que rigen a la comunidad indígena pueden entenderse como dos vertientes que al mismo tiempo se conjugan: la tradicional, que confiere los cargos que funcionan para el orden de los problemas agrarios y los cargos religiosos encargados de la preparación de las fiestas patronales. Por otro lado, está la vertiente relacionada con el sistema político nacional, que confiere, a su vez, los cargos de presidente municipal, regidores, tesorero y secretario de la comunidad; si bien influyen los principales de la comunidad, la designación de estos últimos sigue el proceso de alianzas con los poderosos del mundo mestizo.
El municipio de Xochistlahuaca ha sido escenario de diversas contiendas políticas desde 1979 hasta nuestros días, los movimientos políticos que ahí se han gestado son, los más añejos, por la restitución de las tierras, y los más recientes para protestar contra el sistema de caciques.
En el mes de enero de 2000 se inició una serie de problemas con dos comunidades: Cumbres de San José y La Ciénega, ya que la presidenta municipal de ese momento, Aceadeth Rocha, se negó a reconocer a los comisarios municipales que el pueblo propuso. Más tarde, este mismo problema se repitió en las comunidades de Arroyo Pájaro, Arroyo Guacamaya, Arroyo Grande, Colonia de Renacimiento y Cozoyoapan, pueblo que colinda con Xochistlahuaca: sólo una calle los divide.
El 9 de enero de 2001, cerca de la medianoche, un grupo de amuzgos y amuzgas tomó el palacio municipal: Este plantón se convirtió en un movimiento ciudadano en donde la participación de las mujeres, muchas de ellas artesanas, ha sido de gran importancia. La comunidad entera, pero especialmente las mujeres, se sensibilizaron ante “la violación de nuestros derechos humanos”. Como respuesta de la comunidad, se formó el Frente Cívico Indígena de Xochistlahuaca, integrado por 24 personas; de ellas tres son mujeres, y de los 250 maestros que participan en este movimiento, la mitad, aproximadamente, también lo son. Sin duda en esta comunidad se ha iniciado una etapa en que la defensa de los derechos humanos y ciudadanos es la demanda principal.
Aquí, las mujeres artesanas, maestras y esposas de los maestros se han vuelto figuras centrales que nos obligan a la reflexión de que las mujeres indígenas están asumiendo una transformación sin precedentes como sujetos sociales, protagonistas de movimientos políticos en regiones indígenas. Una etapa de reflexión política se construye desde los propios actores que demandan hacer valer sus derechos humanos, pidiendo el respeto y protestando contra todo tipo de violencia. Como ciudadanos, demandan el respeto a su voto, a su elección, y como indígenas protestan porque ya no se cumple la “costumbre” de elegir colectivamente a un representante considerado de respeto, con experiencia en la vida y no a favor de un partido político.
Con las elecciones de octubre de 2002 pensaron que se resolvería el problema y que el palacio municipal regresaría al presidente que resultara elegido. El Partido de la Revolución Democrática tuvo como candidato a Daniel Sánchez, quien dialogó con las principales fuerzas políticas del municipio, los invitó a hacer un frente común y logró reunir en el Frente Cívico Indígena de Xochistlahuaca al comisario ejidal, a priistas y a maestros del municipio. Sin embargo, el candidato del Partido Revolucionario Institucional, sobrino de la expresidenta municipal Aceadeth Rocha, resultó el ganador de la contienda electoral.
Hacia el año 2006, en Xochistlahuaca se identifica la presencia de dos poderes: el de las autoridades tradicionales y el del presidente municipal priista, quien administra desde su casa los asuntos del municipio. Mientras tanto, en Xochistlahuaca, la creación de organizaciones civiles, como el Frente Cívico Indígena de Xochistlahuaca y Nación Amuzga, está consolidando un nuevo ciclo político de reacomodo de fuerzas. Es relevante el hecho de la re funcionalización de las autoridades tradicionales, quienes se plantean la autonomía del pueblo, tema que, de cualquier modo, requiere una revisión a profundidad. Como bien sabemos, las autoridades tradicionales constituyen estructuras jerárquicas que también tienen sus propios filtros de acceso al poder, en el que por cierto las mujeres no participan. También habría que reflexionar si hacer de lado a los partidos políticos y los procesos electorales en el marco de la transición democrática que vive el país es una posible solución a los conflictos políticos del municipio.
RELACIONES INTERÉTNICAS
Los amuzgos tienen contacto con otros grupos sociales y culturales en su diario vivir. Conviven principalmente con mixtecos que habitan en el municipio de Tlacoachistlahuaca y mestizos que habitan tanto en la cabecera municipal de Xochistlahuaca como en la de Tlacoachistlahuaca. Además se han establecido relaciones de compadrazgo, comerciales y políticas desde tiempos pasados con los mestizos de Ometepec, adonde acuden a abastecerse de artículos necesarios para el campo, el hogar, la vivienda y, aprovechando la visita, para ofertar algún producto, que puede ser maíz, naranjas, huipiles o cohetes.
Otro grupo con quien históricamente también han tenido contacto son los afro descendientes, que en su mayoría habitan en los municipios de Cuajinicuilapa, Juchitán, Huehuetán, Marquelia y, con menos presencia debido sobre todo al mestizaje, Ometepec. De igual forma, los afro mestizos acuden a Ometepec para abastecerse de productos necesarios que no encuentran en el propio Cuajinicuilapa o en Marquelia, o para tener acceso a los distintos bancos que ya ofrecen servicio de cobro de remesas
Sin embargo, las relaciones interétnicas no se refieren únicamente al superficial contacto que se da al compartir espacios comunes necesarios, como las tiendas de abastecimiento y el banco; históricamente, los amuzgos han tenido una relación compleja y asimétrica respecto a los mixtecos y los mestizos. Con los primeros, los amuzgos se han posicionado mejor socialmente al tener acceso, en mejores condiciones, a los recursos de educación y salud, así como a los ámbitos políticos y económicos. En esta región, los mixtecos son el grupo que presenta la más alta tasa de marginación.
Esta situación cambia cuando se les compara con los mestizos. De siempre, a los amuzgos se les ha colocado en un lugar inferior básicamente por su origen étnico, siendo los mestizos de la región, o más bien un grupo de ellos, los principales beneficiarios de los recursos de todo tipo: económicos, sociales, políticos, culturales, simbólicos, de comunicaciones, de educación y de salud.
En lo que toca a los afro descendientes, se ha fomentado una relación en la que se ven como contrarios o enemigos. A la llegada de los españoles, los primeros afro descendientes y los que se asentaron después tenían como principales oficios la vaquería y la de capataces de las haciendas españolas; los afro mestizos, se dice, eran verdugos de los indígenas. Sin embargo, en la actualidad, debido a desplazamientos migratorios de amuzgos de la montaña hacia la costa, están ocupando y desempeñado trabajos que los afro descendientes han dejado de realizar porque, a su vez, migran a diversos estados de la Unión Americana. Ante este panorama, amuzgos y afro descendientes mantienen de forma cotidiana relaciones laborales y además comparten espacios comunitarios, aun cuando los afro descendientes separen territorialmente a los amuzgos ubicándolos en “barrios de indios”, como es el caso de San Nicolás. No obstante, se observa la existencia de alianzas matrimoniales entre amuzgos y afrodescendientes.
La realidad de esta región es de un gran dinamismo y movilidad: desde la montaña —donde amuzgos, mixtecos y mestizos conviven e interactúan construyendo su identidad y autoimagen, y manteniendo una lucha cotidiana por los recursos— hasta la costa, donde el asentamiento reciente de amuzgos está cambiando también el panorama de las relaciones sociales entre afrodescendientes, amuzgos y mestizos.