Cultura

Comunidades y pueblos de Hidalgo se preparan para recibir a sus muertos

Pachuca, Hgo., 14 de octubre de 2016.- En el estado de Hidalgo la celebración a los antepasados o Día de Muertos suele denominarse Todos Santos y Fieles Difuntos, empleándose los días 1 y 2 de noviembre, para ello; sin embargo, dichas fechas emblemáticas requieren de periodos previos de preparación, que consta en algunos casos de meses, pues se debe realizar el cultivo de la flores para los arreglos, y en engorda de animales para los platillos especiales. La mencionada expresión cultural Día de Muertos se lleva a efecto en las distintas regiones que componen la entidad, logrando una cobertura territorial.

En este caso, pueden observarse en las regiones de los llanos, Mezquital, Sierra Alta, Sierra Gorda, Sierra Oriental, Valle de Tulancingo, Sierra Baja, destacando por su colorido e importancia social la que se desarrolla en la zona Huasteca, espacio geográfico determinado por lo étnico, en este caso por el grupo náhuatl.

El ceremonial a los muertos realizado en la Huasteca recibe el nombre de Xantolo, y según se dice, deriva del latín sanctorum. La acepción náhuatl Xantolo significaría pues «fiesta de muertos», y responde en el pensamiento indígena, a una forma de veneración y remembranza hacia los familiares y vecinos fallecidos, de quien sus «espíritus» regresan a la tierra para visitar a sus antiguos parientes, gracias al permiso otorgado por Mictlantecutli, dios que gobierna el Mictlán o reino de los muertos.

Este ceremonial inicia preparativos en el mes de mayo. Por ejemplo, las familias indígenas compran cerdos y aves para su engorda y posterior venta. Un mes más tarde –29 de junio– se lleva a efecto el cultivo de la flor cempoalxochitl y «mano de león» o mistonmaitl en las milpas y corrales. Con estas flores se adornarán a partir de octubre los altares y los cementerios. La flor de cempoalxóchitl significa, en este caso, la vida y la muerte, con ellos se preparan «cadenas» o «arcos», mismos que representan el universo, compuestos de trece cielos.

Según las creencias indígenas de la Huasteca, el día 29 de septiembre -Fiesta de San Miguel Arcángel– inicia el regreso a la tierra de las almas desde el cementerio, por lo que en esta fecha se comienza la ceremonia de entrega de la primera ofrenda cuyo contenido son tamales y café. Una segunda ofrenda se verifica el 18 de octubre –Fiesta de San Lucas–, momento en que se cortan plátanos verdes esperando su maduración en las fechas principales. También se muele cacao, necesario en la elaboración del chocolate.

El 29 de octubre se corta la flor y el 30 los vecinos que no cultivaron acuden por la mañana a las plazas para adquirirla, esta última fecha se conoce como Día de la Flor, aprovechada aún en la adquisición de frutas y demás artículos básicos para la fiesta. Así, el resto del día se ocupa en la elaboración de los arcos, altares y la preparación de los tamales. Los altares son mesas adornadas con flores de cempoalxóchitl y manteles bordados donde se colocan ceras, comida, bebidas e imágenes de santos. El 31 de octubre se ofrendan alimentos a los espíritus de los niños, en especial chocolate y pan, lo mismo que ceras y quema de copal, elemento mediante el cual los espíritus pueden trasladarse a la tierra. Los chocolates no deben faltar.

El 1 de noviembre los infantes disfrutan su altar y también es el momento en que la campanas anuncian el «arribo» a sus casas de los difuntos mayores o «espíritus» de los muertos adultos; que comienzan a llegar por la mañana del 2 de noviembre en ambos casos –sean niños o adultos– las familias los «esperan» en los caminos y riegan flores para indicarles la ruta de llegada y regreso. Los adultos son obsequiados con mole de guajolote, pollo, aguardiente, cigarros y tamales, comiendo la esencia de aquello. Por la tarde del día 2 de noviembre se realiza la «despedida» de los difuntos o tlarnacualistli.

Por tal caso se lleva la ofrenda de arco con flores y comida al cementerio, colocado por algunos minutos en cada tumba de los familiares que ahí se encuentran. Una vez terminado el ritual los alimentos son compartidos y consumidos al ritmo de la música de huapango, cohetes encendidos de vela y la danza de los Coles o Viejos. Con el regreso a casa termina la celebración, que deberá esperar al siguiente año para propiciar el encuentro entre vivos y muer-tos de las tierras cálidas de la Huasteca.

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